Se extiende desde el Seminario de San Carlos y San Ambrosio hasta el Edificio de Arte Cubano perteneciente al Museo Nacional de Bellas Artes. Este es un buen punto para iniciar un pequeño paseo por una de las arterias menos conocidas de La Habana Vieja: la calle Tejadillo.
El viaje podría comenzar luego de haber recorrido el propio Museo de Bellas Artes. O tal vez prefiera conocer el Museo de la Revolución, localizado en la hermosa construcción que antes fuera el «Palacio Presidencial» y después de haber tomado varias fotografías en el parque que lo precede.
Le sugiero comenzar por esta ruta para ir desentrañando, poco a poco, la realidad de la calle Tejadillo. Y para el final quedará la mejor sorpresa.
Dice la historia de La Habana que…
Su nombre hace alusión a un tejadillo existente en el siglo XVIII habanero y que era muy frecuentado por ser una taberna. Existe otra idea que destaca a una construcción, cuyo techo fue resguardado con tejas rojas, entre las primitivas viviendas de guano que comenzaron a poblar la zona de intramuros.
Lo cierto es que el nombre nos ubica en un período donde la teja era un material muy empleado, durante los primeros siglos, para el techado de las incipientes construcciones habaneras.
Varias fueron las personalidades cubana que allí vivieron. Una de ellas fue el eminente médico Tomás Romay y Chacón quien demostró, en el siglo XIX, la eficacia de la vacunación probándola en sus propios hijos. Otros como el pedagogo y filósofo José de la Luz y Caballero, de quien se dice que enseñó el pensar en los cubanos, y Emilio Roig de Leuchsenring considerado el primer historiador de La Habana.
¿Qué ver en la calle Tejadillo?
Siempre resulta provechoso contar con algunas indicaciones sobre qué podemos encontrar en los lugares a donde viajamos. Esta es una vía que solo abarca 5 cuadras, aproximadamente medio kilómetro. Quizás baste para emprender la marcha y continuar hacia otra rutas en una tarde habanera. Por eso le comento sobre algunos de sus atractivos y motivarle para que continue su viaje por la enigmática ciudad.
Diversidad arquitectónica
Esta calle resulta ser una verdadera galería al aire libre donde se contemplan los estilos más diversos, la mayor parte de ellos concebidos en la primera mitad del siglo XX.
En menor cuantía descubrirá el Art Decó y el Racionalismo, momentos que no alcanzaron su mayor esplendor en La Habana Vieja, sin embargo son muy identificables entre tanta añeja arquitectura.
Sin lugar a dudas, el Ecléctico es el predominante, un movimiento muy extendido por toda Cuba, en particular La Habana. Le será muy fácil reconocerlo porque en una misma edificación todos los niveles, son diferentes. En Tejadillo, estos inmuebles resaltan, no solo por su estado de conservación, sino también por su colorido y proliferación.
En varios de ellos radican casas de renta o «casas particulares», negocios privados como cafeterías o restaurantes, más conocidos en Cuba como «paladares». Uno de ellos es Donde Lis, restaurante muy recomendado por TripAdvisor que encontrará en el número 163, entre las calles Habana y Compostela. Esta sería una buena oportunidad para disfrutar de algunos entrantes y refrescantes bebidas para continuar viaje.
Las grandes mansiones eclécticas también han acogido a numerosas familias cubanas que, como un amasijo, conviven en una mismo espacio al que llaman «solar». Los observará a lo largo del recorrido. De cada puerta entran y salen constantemente los ocupantes y en la mayoría se desata la imaginería del cubano, ya sea mediante un ingenioso grafitti o la increíble colocación de rejas, tanques y cuanto objeto puede serle de relativa utilidad.
No tema en acercarse y tomar fotos, muchas de ellas pueden llegar a ser realmente increíbles.
Bufete del entonces abogado Fidel Castro
Avanzando por Tejadillo, luego de atravesar la calle Aguiar se encontrará con un gran edificio con el número 57 – 59. En los apartamentos 204 y 306, de los pisos 2 y 3, tuvo su sede el bufete Aspiazo – Castro Reserve sitio donde donde se conserva el primer despacho de Fidel Castro luego de graduarse de abogado en la Universidad de La Habana. El sitio es preservado como un pequeño museo cuyo mobiliario, biblioteca y demás objetos dan fe de su labor como abogado.
Actualmente radica en el edificio una institución gubernamental por lo que el recinto no está abierto al público, bajo condición museable. No obstante, en el exterior se exhibe una placa que describe la información de interés para el viajero.
Una de las casas más antiguas de La Habana intramuros
Si continua la bajada por Tejadillo podrá visualizarla muy cerca de la calle San Ignacio. Tiene el número 8 y según su aspecto es de fácil identificación. Es de una sola planta y carece de elementos ornamentales propios de los siglos subsiguientes. Está rematada con tejas, sin aleros, elemento que aparece en la arquitectura cubana posteriormente para la preservación del agua, sol o cualquier otro elemento climático.
Entre los detalles que aún deja entrever el esplendor que antes tuvo, se halla la reja en el zaguán. Es común encontrar este espacio en varias construcciones de los siglos XVII al XIX, aunque es posible hallarlos en construcciones fuera de estos períodos. No tenía un uso específico, no obstante, sería el similar de los vestíbulos.
La reja que decora el zaguán, en la casa número 8, es uno de los mejores exponentes conservados en La Habana. Evidentemente tuvo un carácter ornamental que pone al descubierto el meticuloso oficio de los herreros por aquellos años.
Si bien el entorno y actual estado de la edificación no es de los mejores preservados, ese mismo contraste regala sugestivas imágenes fotográficas que le sorprenderán.
Y cerrando nuestro paseo habanero por Tejadillo…
Le recibirá la calle San Ignacio con su imponente Seminario de San Carlos y San Ambrosio, otrora centro de formación religiosa. Realmente se hallará a un costado de esta construcción, en cuyo frente se localiza la Catedral de La Habana y del otro el seminario antes mencionado.
Justo donde culmina Tejadillo deténgase, por un instante, para admirar la majestuosidad de la edificación. Las grandes puertas de madera provocan asombro al detallar cada elemento: clavos, bisagras, aldabas sujetas a leones, inconfundible símbolo de la metrópoli española.
Si avanza hacia la derecha estará acercándose a la mítica Catedral de La Habana, hermoso ejemplar del barroco arquitectónico cubano. En su caminar descubra las luces y sombras que brotan del muro. Pequeñas ventanas, un sencillo balcón, la cruz de hierro son solo algunos detalles que le motivarán para obtener más de una imagen fotográfica.
Una pequeña calle habanera en un entorno de herencia colonial
Y en medio de la contemplación los acordes sonoros de agrupaciones musicales, de pequeño formato, le harán dudar si acercarse y pedir un Mojito en La Bodeguita del Medio; disfrutar del buen arte en el Centro Wifredo Lam; sentarse ante una cartomántica para descubrir su suerte; degustar algún plato típico en El Patio o hacerse un selfie ante una de las imágenes más conocidas de La Habana: La Catedral.
Y ahí le dejo, para que decida cuál sería el mejor cierre para el paseo; mientras, yo sigo a la caza de otras rutas habaneras para mostrarle en otro encuentro.
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