Las exitosas giras por Estados Unidos y España durante el último año, parecerían más que suficientes para demostrar la calidad y el prestigio internacional del Ballet de Camagüey. La compañía dirigida durante más de veinte años por la maître Regina Balaguer, ha complacido los gustos más exigentes y refinados de los seguidores de la danza clásica y contemporánea en geografías diversas.
Sus interpretaciones de Guajira, en Nueva York, y Carmen, por varias ciudades ibéricas como Madrid, La Coruña, Granada, Guadalajara y Ciudad Real, entre otras, han patentizado la salud y versatilidad de un elenco históricamente opacado, objetiva o nominalmente, por otra compañía de clase mundial en su propio país: el Ballet Nacional de Cuba, liderado por la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso.
La fama de Alicia y la calidad contrastada de bailarines y coreógrafos que llegaron mucho antes a escena, han conformado el principal referente para el imaginario cultural de esa isla, además del surgimiento y consolidación de la Escuela Cubana de Ballet. Sin embargo, en Camagüey han apostado por la juventud, por una fuerte apertura estética, estilística y creativa, moviéndose con muchísima soltura entre lo clásico y lo contemporáneo.
Fundación y desarrollo del Ballet de Camagüey
El Ballet de Camagüey fue el primer proyecto de danza clásica fundado en el periodo revolucionario, posterior a 1959. Así, bajo la guía de la célebre Vicentina de la Torre, debutó en el Teatro Principal de esa ciudad en 1967. También cumplieron un papel definitorio en su crecimiento los aportes de Fernando Alonso, Jorge Vede, Joaquín Banegas, Aurora Bosch, Loipa Araújo, Mirta Plá y Josefina Méndez, renombradas figuras del baile y la pedagogía.
Como sucede con todo lo que surge a la sombra de algo grande, el esfuerzo y rigor profesionales de la compañía sería inigualable, para demostrar el derecho de haber nacido y diferenciarse en lo posible del Ballet Nacional de Cuba, única compañía de su tipo en la isla hasta ese momento.
Entre los elementos estratégicos que supieron explotar al máximo, estuvo el reclutamiento de todo el talento de la región oriental, muy distantes de la capital antillana, en su propia academia. Igualmente, brindó oportunidades singulares a maestros y bailarines sin merecido reconocimiento en las tablas nacionales.
A partir de entonces han desarrollado un currículo constante y envidiable a nivel local e internacional, con arriesgadas puestas en escena de los clásicos y novedosas propuestas de creadores provenientes del mundo entero. Entre las más de 300 piezas que atesoran, han sido memorables sus interpretaciones de Saerpil, Dos Historias Cinco Tangos, Elogio de la Danza, Sensemaya, La fille mal gardée, Las Sílfides, Coppelia, Don Quijote, Fado Sentido, Primer intento, Majísimo, y las más actuales Paseando mi alma y Más allá del mar, por citar algunos ejemplos.
Han compartido escena o coreografías originales con grandes de la danza, como la rusa Elena Vinográdova, Asaf Messerer, Cristina Uta, Peter Breuer y el estadounidense de origen cubano, Pedro Ruiz, en caso más reciente. Todo ello le ha facilitado una activa presencia en festivales y certámenes en el extranjero, como el Concurso Internacional de Ballet Trujillo, Perú; el Festival Internacional de Berlín, Alemania; el Concurso Internacional de Ballet en Varna, Bulgaria; el Festival Internacional de Ballet de Panamá; el Concurso Internacional de Ballet en Osaka, Japón y, por supuesto, el Festival Internacional de Ballet de La Habana.
Orgullo de una ciudad
Camagüey es una tierra rica en tradiciones culturales, reconocida por su historia, extensas llanuras ganaderas, sus playas, hermosas mujeres y tinajones, grandes vasijas de barro que otrora calmaban la sed de pobladores y caminantes. Entre esas riquezas, destaca un centro histórico con más de 500 años de existencia que fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2008.
Por si fuera poco, tienen su ballet. Sus estrellas vigentes, como Sarah de Miranda, Rosa María Rodríguez, Yailín Ortiz, Susel Álvarez, Yanny García y Jonathan Pérez son orgullo de la ciudad y su gente. Son esperadas las temporadas anuales de la compañía y sobre todo los estrenos en el querido Teatro Principal.
Según el mito local, el forastero que tome agua de tinajón permanecerá allí para siempre o establecerá un vínculo eterno. Al parecer, uno de los que ha sucumbido al influjo del hechizo ha sido el suizo Mark Kuster. Hace años que funciona como representante de la ONG Camaquito, por lo que ha sido mecenas para varios proyectos comunitarios locales, incluyendo al ballet.
Es que me pegaron el virus, declaró recientemente a la prensa quien llegara por primera vez como turista.
“Aquí aprendí que la cultura y especialmente el ballet clásico, es una herramienta excelente para desarrollar una sociedad. No puedo decir menos cuando compruebo la felicidad que viven los niños en el Centro de Promoción de Ballet y Danza Fernando Alonso. Tal vez muchos no lleguen a ser bailarines profesionales, pero de seguro serán más sensibles, inteligentes, humanos, conocerán mejor sus cuerpos y podrán sacarles mayor provecho, ganarán en disciplina, irán siempre por más. Y ante todo eso yo me quito el sombrero”
Carmen volvió a ser española
Durante el pasado año, el Ballet de Camagüey causó sensación en escenarios españoles con una nueva versión de la pieza Carmen, esta vez coreografiada por el alemán Peter Breuer, director del Ballet de Salzburgo, quien rechazó la variante operística y se basó en la novela del francés Prosper Mérimée de 1847.