A poco más de 250 kilómetros de La Habana encontramos una ciudad que se distingue por su belleza y tranquilidad. Es Cienfuegos, la Perla del Sur, un entorno citadino que nació bendecido por la singularidad de ser la única urbe fundada por franceses bajo el dominio español de Cuba.
El 22 de abril marca el inicio del andar de los cienfuegueros por la historia del país. Este año se celebra el bicentenario de la primorosa ciudad, neoclásica y moderna, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2005, que abraza al mar con su hermosísima bahía de bolsa.
La historia de la Perla del Sur
La bahía se llama «Jagua», denominación indígena que alude a un manantial de riqueza. Es posible que Cristóbal Colón recalara allí en 1494. El famoso clérigo Bartolomé de las Casas, luego conocido como «Defensor de los indios», vivió un tiempo en la zona de Cienfuegos.
Los pequeños hallazgos de oro atrajeron a otros conquistadores que para su búsqueda se asentaron en las cercanías. Cuando se agotó el precioso metal, la economía local giró hacia el fomento de la ganadería y los cultivos de tabaco, para más tarde desarrollarse en la producción de madera y azúcar de caña (siglo XVIII).
Sin dudas atendiendo al auspiciador significado del nombre de la bahía, Don Louis De Clouet al frente de un grupo de colonos franceses, fundó la ciudad en 1819, aunque tomó posesión a nombre del rey español. Fernandina de Jagua se llamó al principio y apenas cinco años después de nacer cobijaba a casi mil 300 habitantes.
Fue una de las primeras y más urbanizadas poblaciones modernas del país. El desarrollo de Cienfuegos no fue improvisado como el de las primeras villas hispanas. Ya desde su proyección original tomó en cuenta la creación de instituciones de salud, culturales, un trazado coherente de sus amplias calles, manzanas en cuadrículas, edificios hermosísimos y funcionales…
Actualmente, el centro histórico de la urbe se mantiene muy conservado. Los edificios más antiguos han sido respetados y los nuevos se han acomodado armónicamente al estilo arquitectónico general.
Celebrando los dos siglos de Cienfuegos
Quienes viven en la ciudad están orgullosos de ella. Para celebrar por todo lo alto han concebido varias acciones de restauración y festividades que han estado sucediendo los últimos meses y que tendrán su punto más alto en abril con el arribo del bicentenario.
«Cienfuegos encanta» es la marca territorial que saluda la fecha y quedará como identidad de los habitantes de la ciudad. Este año se da término a obras muy importantes como la Plazuela de la Juventud, el Centro de Interpretación del Patrimonio donde estará la Maqueta del Centro Histórico, una gran Feria Artesanal, y el Café Paulina, un homenaje a la cantante Paulina Álvarez, conocida como la «Emperatriz del Danzonete».
También se ha convertido el Paseo La Mar en un Corredor de los Artistas con representaciones de la cultura cienfueguera desde el Muelle Real hasta el Paseo del Prado.
Por estas fechas quien llegue a la ciudad podría encontrarse lo mismo con regatas en la bahía, corridas de pargo, exposiciones de libros raros relacionados con la urbe, grandes bailes de danzón y desfiles gigantes con alumnos de escuelas de arte y bandas musicales.
Destaca la restauración del bello Teatro Tomás Terry, de 130 años de antigüedad, donde se ofrecen espectáculos nocturnos de mucha calidad y que en el día cuenta con un bar-cafetería en el que se degustan tragos típicos y hay música tradicional.
¿Qué otras cosas hacer en Cienfuegos?
Lo primero que se puede hacer en la ciudad para pasarla bien es sencillamente caminar y apreciar su excepcional patrimonio arquitectónico, donde sobresale lo ecléctico y el neoclásico ornamento, sobre todo en las inmediaciones del Parque Martí. Allí también verá joyas singulares como el Arco de los Obreros, y la imponente Catedral de la Purísima Concepción, edificada entre 1833-1852.
La caminata puede continuarse por el Paseo del Prado, el más largo de Cuba con dos kilómetros. A su vera se extiende variados y hermosos edificios unificados por portales continuos y columnatas. En un cruce del paseo se encuentra, como si fuera un paseante casual más, una escultura a tamaño natural del gran cantante Benny Moré, aquel que soneó:
«Cienfuegos es la ciudad, que más me gusta a mí…»
Para la contemplación y el sosiego se puede ir andando al Jardín Botánico, lleno de plantas exuberantes y silencio. Cruzando la bahía está la misteriosa Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua (1745), rodeada por un pintoresco poblado de pescadores donde seguro le ofrecerán un almuerzo exquisito de pescados y mariscos frescos.
Otro lugar imprescindible es el Malecón cienfueguero, para ver algunas de las mejores puestas de sol de Cuba y cómo surcan la bahía los veleros de la Marina Marlins. Recorriéndolo también conocerá los chalets modernos que se han construido en la zona, sobre todo al final, en la exclusiva Punta Gorda. Por allí también se levanta el la joya ecléctica que es el Palacio de Valle (1913), y el Palacio de Ferrer (1917) lleno de torres, donde se hospedó hasta el mismísimo tenor Enrico Carusso.
Conocer la ciudad de origen francés en su bicentenario
«Cienfuegos encanta». Siempre ha sido así, pero ahora en su doscientos aniversario es el momento idóneo para visitarla. Apenas dos horas y media en auto dura el viaje por carretera desde La Habana. La ciudad también tiene un aeropuerto internacional y un puerto donde atracan los cruceros.
Entre los hospedajes resaltan, además del emblemático Hotel Jagua, los edificios pertenecientes a la cadena de Hoteles Encanto. También existen muchísimas casas privadas de alquiler, para quienes prefieren un entorno más sencillo y hogareño. No se arrepentirá si decide conocer esta ciudad cubana que aún tiene el aire de la más perfecta urbanidad francesa.
