Una verdadera joya de la conservación
Parece una casa ocupada y da la sensación de que en cualquier ventana, puerta o rampa tropezaremos con alguno de sus moradores. Está a solo15 kilómetros al sureste de La Habana y vale la pena visitarla para disfrutar de un sitio que parece estar congelado en el tiempo. La Finca Vigía fue comprada por Hemingway luego de haber vivido 10 años en el Hotel Ambos Mundos. En ella instaló el que sería su hogar cubano, único desde 1940 y hasta 1961.
La naturaleza del lugar, las peculiaridades del pueblo de San Francisco de Paula, la espontaneidad de sus pobladores y el fresco que corría en aquella colina hicieron el milagro de que Hemingway apostara por aquel pequeño vecindario donde se sintió un cubano rellollo como él mismo afirmó.
La casa de Hemingway: un museo sui generis
El museo está conformado por la casa de vivienda donde vivó la pareja, la torre construida en 1947, el bungalow lugar donde hospedaban a los visitantes y el yate El Pilar, embarcación en la que Hemingway solía pescar y pasar ratos en alta mar. Pero a diferencia de otras instituciones, no se entra a la casa principal sino que la visita se realiza alrededor de cada pieza.
Está rodeada de rampas y esa misma disposición permite que sea recorrida y disfrutada a través de ventanas y puertas. Desde el exterior se pueden fotografiar los interiores donde se recrea la existencia que llevó el afamado novelista. Especialistas del lugar acompañan al visitante para ilustrar con investigaciones, pasajes y anécdotas los distintos momentos que dieron vida a la hermosa finca.
El valor del museo Hemingway
Los muebles, los libros, los adornos, cada objeto se mantiene en el lugar que Hemingway y Mary Welsh, su esposa, decidieron para cada uno. La sala principal es una de las más visitadas. Numerosas fotografías, adornos relacionados con sus viajes por el mundo, valiosos trofeos, su sillón preferido, su preciada colección de discos de vinilo parecen aguardar por el regreso de su dueño.
En el dormitorio, la máquina de escribir de la que salieran sus obras más reconocidas; la acompañan los lápices para hacer anotaciones y corregir ideas. El comedor fue diseñado a la manera de una taberna que remite a España y su gusto por los toros, las corridas y su cultura, ese mismo que años antes había recreado en su novela «Fiesta».
Allí está el majestuoso yate El Pilar que según historiadores fue inspiración para sus obras «El Viejos y el Mar» o «Las Nieves del Kilimanjaro». Se cuidan con esmero sus trofeos de caza, además de los estantes repletos de libros que gustaba repasar con frecuencia. Llama la atención en la pared del baño las anotaciones sobre el peso corporal que comprobaba regularmente y como ese, muchos otros detalles que exponen su intimidad haciéndolo palpable y cercano.
El primer museo dedicado a su vida y obra
Luego de que Hemingway saliera de Cuba para no regresar, su viuda donó la finca al gobierno cubano. Hasta entonces había sido preservada por los empleados que resguardaron cada una de sus posesiones a la espera de su retorno. Así en 1962 se funda la institución, primera de su tipo en el mundo, partiendo de la conservación de aquel espacio, tal y como lo había dejado su dueño.
Con el tiempo el museo no solo exhibía las pertenencias del escritor sino que comenzó el estudio, investigación y divulgación sobre la vida y obra del célebre norteamericano aprovechando la documentación con que se contaba y otras que se fueron adquiriendo. Sus fondos exceden las 9 mil piezas entre las que destacan los textos, revistas, cartas, documentos, fotografías, telegramas, muchos de ellos con anotaciones de su puño y letra. En aquel maravilloso lugar escribió su novela «El Viejo y el Mar» y allí también recibió la noticia del Premio Pulitzer en 1953.
En Finca Vigía también supo del Premio Nobel de Literatura que le fue otorgado 1954. Cuando se visita la propiedad es fácil imaginar por qué decidió comprarla para vivir en él. El ambiente de tranquilidad que se respira, la abundante vegetación que lo rodea, el apacible poblado que lo resguarda lo hacen de esta estancia un espacio único e irrepetible.
Motivos para una visita cautivadora
Finca Vigía es un testigo indiscutible del tiempo que Hemingway pasó en Cuba. Sus gustos, costumbres, aspiraciones están recogidos en ese curioso ambiente que bien merece una visita. La esmerada preservación del lugar es reflejo del respeto con que el pueblo cubano lo acogió por varios años. Muchos lo visitaron en vida y otros tantos lo hacen para reverenciar su talento y su obra.
Porque Finca Vigía no es solo un santuario, sino que es el enigmático lugar donde se puede viajar en el tiempo y hasta sentir al célebre escritor recorriendo su lugar favorito.