Monumento al General Máximo Gómez

Monumento al General Máximo Gómez

Cuando nos enfrentamos a algo hermoso, resulta difícil apartar la mirada. Todo el que transita hacia La Habana del Este a través del túnel de la bahía, al inicio del célebre malecón, avista el Monumento al General Máximo Gómez. Resulta imposible ignorarlo, aunque parece algo lejano e inaccesible al encontrarse entre varias avenidas de alta circulación. Así quedó después de la construcción de la vía submarina en 1958, cuyo promontorio y trazado exterior cercenaron la mayor parte del parque original circundante.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

A pesar de ello, no existe razón alguna que opaque su belleza y majestuosidad. Desde lejos, resalta el contraste entre la base blanca y la estatua ecuestre de color oscuro en la cima. Para el transeúnte no existen dudas, alguien muy importante está representado allí. Fue inaugurado oficialmente el 18 de junio de 1935.

Conjunto escultórico

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

En una composición piramidal, el conjunto escultórico es puro arte conmemorativo. Sobre una gran plataforma que se extiende hacia adelante delineando unos estanques de granito siena, el monumento se erige en tres secciones. Primero está el zócalo que en su cuadratura exhibe bajorrelieves continuos como alegoría a los sacrificios de la nación y de sus pobladores en busca de la libertad. Son escenas de sacrificios físicos y morales. Por uno de los laterales aparece un grupo de mujeres con sus hijos en brazos, ofreciéndolos a la causa patriótica. En la siguiente, serenos campesinos aportan sus cosechas y bienes. Lo más llamativo y contrastante es que en función del espíritu clásico, todos estos seres están ataviados con túnicas griegas.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

En la parte frontal, se simboliza el sacrificio del pueblo consagrado a la Aurora Nacional, en altorrelieve, donde se abre un semicírculo a manera de arco triunfal. Desde allí brotan los irreverentes caballos del sol, en la búsqueda indetenible de la libertad y la prosperidad para la nación. A ese nivel, custodiados por una puerta de bronce entre columnas y una imagen sedente de la Patria, se resguarda la cripta con los restos del general Gómez.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Más arriba destellan los altorrelieves libertarios, expresados en una marcha triunfal encabezada por la figura de la Victoria (inspirada en la Victoria de Samotracia) con las alas desplegadas. A la diestra lleva la antorcha encendida de la libertad y a la derecha, un ramo de olivo. Tras ella marcha un ejército de estampas masculinas desnudas, simbolizando la lucha desinteresada y desheredada de los soldados humildes y bravos, seguidos por mujeres y niños con flores en celebración y ofrenda.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Encima, reluce un templete clásico rectangular llamado El templo de la Patria, amparado por catorce columnas dóricas de mármol blanco y en el seno de la columnata una llama eterniza el legado y la memoria del héroe.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Sobre el templete, para coronar el conjunto, está la escultura ecuestre de Máximo Gómez en uniforme de campaña, con un sable al cinto y el sombrero en la mano. El guerrero legendario y ejemplar ostenta orgulloso la épica desde su cuerpo de bronce y mira al horizonte sobre el mar, a causa de su procedencia extranjera (República Dominicana). El corcel también bronceado que cabalga, por su parte, extiende la cabeza y el cuello hacia el frente y tiene plantadas sus cuatro patas en el pedestal, un código de otras épocas que señalaba la muerte del homenajeado en tiempos de paz, después de haber cumplido su misión bélica.

Licitación controvertida

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Máximo Gómez Báez, el conocido Generalísimo, había muerto a inicios del siglo XX en La Habana, después de muchos años como comandante supremo del Ejército Libertador en las luchas independentistas contra el dominio colonial español. Era momento para perpetuar su memoria como correspondía y a la vez, adornar el litoral habanero con expresiones artísticas y patrióticas.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Para ello se convocó a un concurso internacional de proyectos que ganó el italiano casi desconocido Aldo Gamba, entre 40 propuestas, frente a algunos grandes de la época como el estadounidense Gutzon Borglum, el español Moisés de Huerta, el checo Mario Korbel y el cubano Félix Cabarrocas.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Resulta que la decisión del jurado fue impugnada por altos personajes del gobierno de turno, debido a acusaciones de desarraigo sentimental, exceso de clasicismo ajeno a la idiosincrasia y la identidad nacional. El tema llegó hasta el parlamento y el italiano puso fin a la querella cuando presentó recursos legales que le retribuyeron el derecho y la autoría. Entre vaivenes económicos y políticos, la obra fue inaugurada 20 años después.

Monumento al General Máximo Gómez, Habana, Cuba

Este monumento puede ser el inicio de un extenso recorrido por sitios similares y otras sorpresas que atesoran los alrededores de La Habana Vieja, para después enfilar hacia ella y adentrarse en más de cinco siglos de historia del arte y la arquitectura cubana. Desde ahí, quizás pueda tomar por la Avenida de las Misiones hasta el Palacio Presidencial convertido en museo, la iglesia de la Loma del Ángel, o hacer el circuito de las muy bien conservadas fortalezas militares del entorno: el Torreón de San Lázaro, el Castillo de La Punta y el Castillo de la Real Fuerza. Otra opción es seguir por la Avenida Malecón, sin pérdida posible, y admirar el Monumento a Antonio Maceo (1916), el Monumento al Maine (1925) y el Monumento a Calixto García (1955), en un apreciable tour por la historia de la mayor isla del Caribe.

Un monumento excepcional

Más allá de contextos e interpretaciones, el Monumento al General Máximo Gómez es una obra magnífica y vistosa, que muchos desean disfrutar de cerca, sin perderse un detalle de la rica laboriosidad artística, minuciosa y a la vez grandilocuente. Basta con seguir el malecón hasta su extremo más oriental, en la boca del túnel de la bahía de La Habana, cruzar cuidadosamente la avenida y ascender una escalera de mármol.

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