Algunos seres vienen al mundo para cambiar la historia, para dejar su huella imperecedera y marcar hitos entre los demás. Esos, más allá de conflictos éticos o circunstancias puntuales, ganan su título de pioneros descubridores. Esos, que son capaces de arriesgarse, dedicarse, de vernos con otros ojos y de conocernos más que nosotros mismos, logran vivir para siempre en el imaginario de un país sin importar dónde hayan nacido, ni a qué se dediquen.
Cuba y sus descubridores
En la lista de los descubridores de Cuba cuatro hombres han inscrito su nombre con letras doradas El primero, con su instinto de notoriedad, ambición, fundación y capacidad marinera. Otro, en su determinación de maravillarse ante la naturaleza y hacerla cognoscible. A ellos se sumaron la pasión por el estudio y la investigación de las raíces culturales y étnicas de una sociedad, y el espíritu aventurero de la exploración más pura, de la experiencia en cada rincón interesante de la isla grande, los cayos y el mar circundante.
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Cristóbal Colón
Cuando salió del Puerto de Palos hacia el oeste con esa sensación punzante de muchos, de que la tierra podría ser redonda, pensó que llegaría al Asia oriental. Pero resulta que para los europeos se convirtió en el descubridor de un continente, el Nuevo Mundo. A los pocos días de avizorar costas en islas más al este del Caribe, llegó a Cuba el 27 de octubre de 1492 y no se pudo contener y exclamó:
«Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto.»
La llamó Juana, el primer nombre para la tierra «civilizada». Este «encuentro de culturas» que conllevó a la conquista, colonización y posterior exterminio de la población aborigen local, ha suscitado toda clase de conflictos e interpretaciones, alejando a ratos a este suceso de una conmemoración feliz. Pero nada ni nadie podrá borrar ese momento trascendental para la historia y el futuro de la región, en un giro forzoso pero decisivo para lo que hoy se ve y se vive en ese lado del planeta. Si no hubiese sido Colón, hubiera sido otro de cualquier nacionalidad, en medio de la sed de descubrimiento y riquezas de las coronas y navegantes europeos y, quizás, ahora hablaran otro idioma.
En definitiva, Cristóbal Colón reclamó la posesión para el Reino de Castilla, exploró sus costas, reportó todo para la posteridad en su diario, preparó el camino para el establecimiento de las villas fundacionales y se convirtió en el primer virrey y gobernador general de las Indias. Para la mayoría continúa siendo un héroe, una figura fundamental y premonitoria en el surgimiento de la venidera nación cubana.
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Alejandro de Humboldt
Dicen que cuando Alejandro de Humboldt llegó a La Habana, al nacer el siglo XIX, se asombró del desarrollo urbano y cultural inesperado de esa ciudad. Según aseguran algunos, el científico y naturalista alemán viajó a Cuba unas diez veces. Primero fue en tránsito hacia las selvas de América del Sur, pero no fue necesario recorrer tanto camino para deleitarse con la flora y la fauna excepcionales del archipiélago.
«El mar de las Antillas es hoy tan conocido como el Mediterráneo.»
Expresó en sus escritos para ponderar el desarrollo de la navegación y el acortamiento de las distancias en el mundo que vivió. Imaginemos qué diría ahora. La primera declaración del sabio barón, considerado como uno de los últimos eruditos universales, fue sobre la posición geográfica de Cuba, frontera imaginaria entre el norte y el sur de América, entre América y Europa. Afloró públicamente su fascinación en el «Ensayo político sobre la Isla», publicado en 1826.
Definitivamente, sus investigaciones ayudaron al desarrollo de la geografía y la geología cubanas, las comunicaciones, el estudio de animales y plantas, el clima, la topografía, los suelos, el cultivo de la caña, la fabricación de azúcar, y elaboró un mapa con mediciones exactas de la latitud de varios puertos y ciudades. Incluso, expuso una tesis sobre la formación de Las Antillas.
Cuentan que antes de morir en Berlín, una de sus últimas reflexiones fue sobre Cuba. Hoy es ampliamente recordado, considerado y retrotraído en el ámbito científico y natural, al punto de que el mayor parque natural protegido de la Isla, ubicado en la zona nororiental, y declarado Patrimonio de la Humanidad, lleva su nombre.
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Don Fernando Ortiz
Dicen que fue criminólogo, etnólogo, lingüista, musicólogo, folklorista, economista, historiador y geógrafo. Parecen ser muchos oficios y profesiones para una sola persona, un sabio caribeño nacido en La Habana de finales del siglo XIX.
En esencia, Fernando Ortiz se dedicó a buscar y reivindicar las fuentes culturales, étnicas y religiosas de la sociedad cubana, incluyendo la formación de la identidad y la nacionalidad. Tan lejos llegó, que se le considera por unanimidad como el tercer descubridor de Cuba.
Profundizó en las huellas arqueológicas de los aborígenes, en la herencia negra de los esclavos, su influencia en la lengua, en los bailes, cantos y expresiones visuales, en la impronta de los europeos y los asiáticos, hasta concluir que Cuba es un gran «ajiaco» de razas y culturas. Fue gran defensor del mestizaje y creó el concepto de transculturación, como aporte decisivo a la antropología cultural.
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Antonio Núñez Jiménez
Principalmente, fueron los geógrafos y espeleólogos cubanos quienes le impusieron el mote de cuarto descubridor, y quizás el más controvertido a la hora de asignar títulos. Fue el único que recibió en vida esa gratificación. Fue presidente de la Academia de Ciencias de Cuba después del triunfo de la Revolución cubana de 1959, en cuya lucha guerrillera participó activamente hasta alcanzar los grados de capitán.
Antonio Núñez Jiménez fue un explorador irrestricto que viajó por todo el planeta en busca de conocimientos y experiencias que le permitieron hacer lo propio en su país. Pasó especialmente a la historia por su admirable ruta «Del Amazonas al Caribe», a bordo de una canoa al estilo de los primeros habitantes de la región.
Recorrió cada gruta, cada sendero y pico montañoso, bosques, costas y mares adyacentes, hizo aportes significativos al estudio del clima, los recursos naturales, turísticos y geológicos.
A los 71 años creó la Fundación de la Naturaleza y el Hombre, que aún funciona activamente bajo la conducción de sus herederos, para la investigación y promoción de programas y proyectos de colaboración científica con organismos e instituciones cubanas y extranjeras, para la protección y desarrollo del medio ambiente y la cultura alrededor de este.
Desde su muerte en 1998, Cuba ansía entre tantos candidatos al quinto descubridor, a la persona que se sumerja en su cultura y su naturaleza desinteresadamente para develar los secretos latentes, la mirada que no suele funcionar desde adentro, los enfoques posmodernos y desprejuiciados que se necesitan hoy para llegar a conocer a un pueblo. No sería la primera vez que un visitante, un hijo natural de otras tierras, se enamorara lo suficiente para dedicarle su vida y sus esfuerzos a Cuba linda y misteriosa. Quizás pueda ser usted.
De la Cuba que aún queda por descubrir
De la isla se han hecho tantos mapas, tantos bojeos y exploraciones, y allí aún no están conformes con lo que encuentran. Muchos aseguran que existen valiosos recursos naturales por descubrir, miles de especies por detallar o proteger, tesoros por develar a raíz de una historia nacional corta pero intensa, y mucha tecnología por emplear en casi todas las áreas de la economía y el conocimiento.