El cubano es muy ocurrente y bromista. Durante siglos este espíritu también se ha reflejado en la manera de expresarse, en su lenguaje hablado. Las conversaciones entre cubanos casi siempre están sazonadas por simpáticas fórmulas verbales, típicas del argot popular.
Su amplio refranero abarca todos los temas de la vida: amor, política, religión, filosofía… Lo mismo encuentra un consejo (“La yagua que está pa´ uno, no hay vaca que se la coma”); una sentencia (“Chivo que rompe tambor con su pellejo paga”); advertencias (“Asegura la cerca por si halan el bejuco”), que singulares saludos y despedidas: “asere, qué bolá”, y “nos pillamos”, respectivamente.
También es muy común escuchar: “Como dice mi abuela…” y luego llega el refrán, porque han sido trasmitidos a través de la oralidad, de generación en generación, convirtiéndose en un relevante patrimonio cultural intangible.
La herencia española y africana
En esa isla la herencia cultural española es la más representativa en el refranero popular. Aunque predominan los que tiene un sentido un poco profano, destacan por repetidos aquellos relacionados con temáticas religiosas: “Más sabe el Diablo por viejo que por diablo”, “El que tiene padrino se bautiza” y “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
Pero como dice el refrán “un solo palo no hace el monte”, así que también es muy considerable todo el arsenal de dicharachos provenientes de las religiones de origen africano, esencialmente la yoruba con sus patakines (leyendas de dioses), y las cofradías y fraternidades como la de los Abakuá.
En este legado algunos de los más usados son “De la mentira nace la verdad”, “Perro no come perro” (o “Caimán no come caimán”, para referirse a contendientes en igualdad de condiciones), “Solo una vez se castra el chivo” (para dar por definitiva una acción) y “Dios en el cielo y yo (o abakuá) en la tierra” (para demostrar autoridad).
Tres anécdotas sobre refranes populares
De varios sucesos reales han salido algunos de los refranes más populares de Cuba. Cuando lo citen para “La hora en la que mataron a Lola”, se estarán refiriendo a las tres de la tarde. Justo a esa hora, a mediados del siglo anterior, fue asesinada por uno de sus amantes una prostituta muy solicitada en La Habana. El hecho trascendió tanto que se dice que el entonces presidente del país, Ramón Grau San Martín, terminó un discurso cuando miró su reloj y dijo: “(…) las tres de la tarde, la hora en la que mataron a Lola”.
También se habla de “La hora de los mameyes”, refiriéndose a las nueve de la noche. Durante la ocupación inglesa de La Habana (1762) los soldados británicos eran llamados “mameyes” por los cubanos debido al color de sus uniformes. A las nueve de la noche cerraban las puertas de la muralla que protegía la ciudad de corsarios y piratas, tradición que aún se recuerda con un simbólico cañonazo desde el Castillo del Morro.
Otro refrán basado en un contexto específico es “Búscate un chino que te ponga un cuarto”. Se remonta a los años entre 1853 y 1873, cuando llegaron a la isla más de cien mil chinos como mano de obra. Se dice que había una mujer por cada 681 hombres y la situación económica era muy tensa.
Los campesinos y sus tradiciones
De las prácticas, tradiciones y rutinas de la campiña cubana, han surgido varios de los refranes que se conocen. Ante algún imprevisto se menciona que “debajo de cualquier piedra aparece un sapo”, o “de cualquier palo podrido, sale un sijú” (avecilla). “Cada palo tiene su chipojo” (camaleón), indica que cada cual tendrá su pareja en la vida; y para manifestar sospechas se usa “ese palo tiene jutía”, que es como decir “aquí hay gato encerrado”. Si un rumor al parecer tiene algún fundamento, se afirma que “cuando el río suena, es porque piedras trae”.
Entre las familias y los vecinos uno de los que más se emplea es “Donde comen dos, comen tres, donde comen tres, comen cuatro…”; y así sucesivamente, según las personas que estén a la mesa cuando llega una visita inesperada. Tal hospitalidad es parte de la idiosincrasia del cubano, que ofrece lo que tenga a quien lo necesite. A pesar de la carencia, si llega alguien de sorpresa, pues “se le echa agua a la sopa y listo”.
Los refranes de Cuba más repetidos
En Cuba existen muchísimos refranes que se utilizan casi a diario. Por ejemplo, cuando se expresa que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, seguramente se está ofreciendo aliento ante alguna situación de desgracia, subrayando que las malas rachas pasan.
En la isla se prefiere hablar claro, con transparencia: “Al pan, pan, y al vino, vino”. Con esta frontalidad se asumen las conversaciones sobre cualquier tema, como el trámite de negocios, acuerdos.
Cuando escuche decir “el que tiene tienda que la atienda, y si no, que la venda”, debe saber que pueden referirse lo mismo a negocios que a relaciones humanas, como en el caso de dar atención a una pareja amorosa, si no después tendrá que atenerse a las consecuencias. Porque “de bajada todos los santos ayudan”, pero el esfuerzo debe estar presente siempre.
Por otro lado está la frase “Niño que no llora, no mama”. ¡Si no comunica lo que necesita o desea, cómo será posible ayudarlo!
El cubano, refranero por excelencia
En los campos, las grandes ciudades, los hoteles, las casas de familia, en cualquier espacio podrá escuchar a los cubanos repitiendo estos refranes o muchos otros. Forman parte de la cultura popular, usados incluso por las personas que pudieran tener un alto nivel lingüístico, quienes los incorporan en sus diálogos, en su cotidianidad.
Son códigos que vale la pena tener a la mano para comunicarse en la isla. Recuerde siempre que “cada refrán tiene una verdad”, y que “la gracia de cada refrán, es decirlo en el momento y el lugar donde van”.