La Habana, de la tarde a la noche

La Habana, de la tarde a la noche

Aunque la parte vieja de la ciudad es una maravilla, también me gusta pasear por el Vedado. La Habana es una y muchas a la vez, pienso siempre que me alejo de la historia colonial evidente en los muros y espacios de la zona originaria de la urbe, para adentrarme en esa capital republicana que despegó su arquitectura hacia el cielo en los años 50 del siglo XX.

La calle Línea es una zona especial, pues se puede observar cómo los estilos constructivos de las décadas de los años 20 y 30 van cambiando, desde grandes casonas familiares hasta apartamentos ubicados en edificios cada vez más elevados y esbeltos. El Someillán, el Focsa o el hotel Habana Libre son cercanas megaestructuras de hormigón, que se construyeron hacia los 50 y alguna vez se consideraron entre los más altos de su tipo en el mundo.

Coche antiguo americano circula por Linea y L en el Vedado habanero

Hacia allí me dirijo alguna que otra tarde, y luego de un recorrido por los alrededores es preciso refrescar con alguna cerveza o coctel. Para mí no hay mejor lugar que el bar-cafetería Mamainé, como si lo hubieran hecho a mi gusto.

La delicia del arte

A pocos metros de esquina de la calle Línea y la calle L, está Mamainé. Es un sitio muy tranquilo, con varios espacios distribuidos en una antigua casona de inicios del siglo XX. El lugar tiene encanto y está ambientado con obras de arte y objetos rústicos por doquier. Allí se propone un acercamiento a la gastronomía desde el disfrute de las artes plásticas.

Cafeteria Galeria Mamaine en el Vedado, La Habana, Cuba

Siempre pido sentarme en el portal, como si estuviera en mi casa, para sentir la brisa vespertina mientras refresco el calor ayudándome con una cerveza bien fría, y comiendo algunos frutos secos. Alrededor de siete CUC o USD bastan para pasar un buen rato en el Mamainé, donde también se sirve comida cubana y tapas para acompañar las bebidas.

Afuera la vida continúa, el tiempo pasa, y mientras el sol va escondiéndose el Vedado se tiñe de un manto dorado.

Caminando hacia la calle 23

A la calle 23, quizás la arteria más movida de la ciudad, se llega subiendo desde el Mamainé, cuesta arriba por la calle L. Enseguida notamos una edificación enorme, que ocupa una manzana. Es Coppelia, la catedral del helado, joya arquitectónica de América Latina construida por el joven gobierno revolucionario.

Almendron circula por la calle 23, al fondo el Hotel Habana Libre Tryp

Enfrente está el Cine Yara, con casi tres mil butacas, y una programación de estrenos internacionales y precios de entrada muy bajos. No es lo único para hacer en la zona, pues cerca está el increíble Museo Napoleónico – con una gran colección histórica y de arte francés – y el Pabellón Cuba, recinto donde se ofrecen conciertos y se venden discos de música cubana. Siempre espera el Malecón, ideal para disfrutar los ocasos y llevarte alguna foto inolvidable.

Pabellon Cuba en La Rampa, justo en el corazon del Vedado habanero

Hacia la hora de cenar ya el cuerpo me pide una comida más abundante que las deliciosas tapas del Mamainé. En La Habana los cubanos han acondicionado sus casas como restaurantes, conocidos como «paladares», y se puede encontrar muchas sorpresas en ellos.

Dentro de La Cocina de Esteban

Cuando camino por el Vedado y me apetece una comida de calidad, así como un buen servicio, me llego al restaurante de la intersección de las calles L y 21. Allí se pueden probar algunos de los mejores sabores de Cuba, España e Italia.

Detalle de la decoracion del Restaurant Paladar La Cocina de Esteban

En La Cocina de Esteban un chef madrileño asentado en La Habana mezcla tradición y modernidad en sus creaciones, maridadas con excelentes vinos. Puede comer en los portales del restaurante, o en sus jardines, o en sus salones ambientados con obras de arte y artículos futboleros. Siempre que está libre me pido el jardín, para no perder de vista la agitada vida habanera, que se escurre por la calle L, una de las más transitadas de la ciudad.

Vista del Malecon desde los Jardines del Hotel Nacional de Cuba

Del abundante y variado menú recomiendo la auténtica paella española, y los exquisitos pescados y mariscos, aunque todos los platos te hacen desear volver a esta singular cocina ubicada en el corazón del Vedado.

Una discoteca para cerrar la noche

A lo largo de la calle 23 hay muchas discotecas y clubes nocturnos. En la cima del Habana Libre está el famoso Turquino, en el Hotel Nacional de Cuba brilla el Parisién, y la salsa y el reguetón dominan la noche del Ticoa, el Sofía, la Gruta y el Karabalí. Pero no elijo ninguno de ellos, si no un lugar sin costo adicional en la entrada pero con excelentes ofertas y buen ambiente.

Vista del escenario principal del Cabaret Parisien en el Hotel Nacional de Cuba

En Cuba pocas cosas son lo que parece, o cómo se anuncian. Al interior del King Bar, por ejemplo, se esconde una de las discotecas más concurridas de La Habana.

Es cierto que tienen buena comida y coctelería, pero lo que convoca a muchos jóvenes habaneros, y por lo que elijo el lugar para terminar mi paseo una tarde por el Vedado, es por la pista de baile que se abre luego del horario de cenar. Allí se combinan música exclusiva con las sesiones de Dj que ponen los hits cubanos e internacionales de moda.

Cabaret Turquino en el ultimo piso del Hotel Habana Libre Tryp

Se ubica en Calle 23 No.667 (interior) entre E y D. Se sirve buen vino y cerveza muy fría en este, uno de los mejores lugares de La Habana para compartir unas tapas entre un baile y otro. Le aconsejo no llegue pasadas las once u once y treinta de la noche, pues se llena y cierra por capacidad.

Vista nocturna del barrio habanero del Vedado desde los alto del Cabaret Turquino

La atmósfera de fiesta es interminable, aunque la discoteca acaba sobre las tres de la mañana. Entonces es cuando agradezco estar en un barrio céntrico y seguro. En la misma Calle 23 puedo coger taxis para cualquier otro lugar de la ciudad, esa que donde – como dice una popular canción cubana – «nunca se duerme».

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