Homenaje a los ocho estudiantes de medicina

Homenaje a los ocho estudiantes de medicina

Casi a orillas del mar, en un mágico espacio donde la modernidad y el remoto pasado se dan la mano como centro de una vía sumamente transitada, se halla un pequeño y sencillo monumento que podría pasar desapercibido para muchos. Es, sin embargo, uno de los homenajes más sentidos del pueblo cubano y el recordatorio perenne de una triste historia: el fusilamiento de ocho jóvenes estudiantes de medicina.

Motivos para la memoria

 

Corría el mes de noviembre del año 1871 y un grupo de primer año de medicina jugaba en el Cementerio de Espada, mientras esperaban a un profesor que debía impartirles clases cerca de allí. Sin embargo, quiso la mala fortuna que ese pasaje desatinado, pero inocente, los hiciera protagonistas en uno de los hechos más tristes de la historia nacional.

Fueron acusados por el vigilante del camposanto de haber rayado el cristal de la tumba del periodista español Don Gonzalo Castañón, en un momento en el que el gobierno de la colonia hacía lo inevitable para contener los avances de las corrientes separatistas. Como resultado, los jóvenes resultaron apresados, llevados a consejo de guerra y condenados injustamente a muerte en lo que se pretendía como escarmiento popular y ejemplarizante.

Banco en el parque en la esquina del Paseo del Prado y Malecon, al fondo el Monumento a los Estudiantes de Medicina

Solo tres días después, la tarde del 27 de noviembre a las cuatro y veinte minutos, fueron fusilados frente al costado norte de la Cárcel de La Habana, en la Plaza de La Punta. La ciudad lloró la pérdida de ocho muchachos de edades comprendidas entre 16 y 21 años, tres de los cuales, incluso, habían sido escogidos arbitrariamente entre los alumnos de la clase.

A partir de ese momento inició un largo período en que finalmente se demostró la inocencia de los condenados. Un condiscípulo de los estudiantes, el médico y patriota Fermín Valdés Domínguez, figuró entre los principales defensores de la causa y realizó las gestiones necesarias para erigir, a partir de una colecta pública, un monumento conmemorativo exactamente en el sitio donde perdieran la vida.

Detalles del monumento

Monumento a los Estudiantes de Medicina, al fondo el Paseo del Prado

Un fragmento del paredón de fusilamiento ocupa el centro del monumento que, como sentido homenaje, quedó finalmente inaugurado en el año 1921. En torno a él se erige un bello y sobrio templete de estilo griego, rodeado de columnas dóricas acanaladas, que acoge una urna simbólica. Su diseño pertenece al escultor José Vilalta y Saavedra y su construcción, según las referencias, a un arquitecto norteamericano de apellido Barden.

Dos pequeñas escalinatas ascienden al conjunto que se encuentra rodeado por una sencilla cerca perimetral. En su parte delantera, un ángel alado de cabeza gacha se cruza de brazos en gesto de recogimiento. En el muro de fondo aún persisten las huellas de las balas que pusieron fin a la existencia de aquellos jóvenes.

Detalle de la escultura de marmol del angel que custodia el Monumento a los Estudiantes de Medicina

En una de las placas que identifican al modesto y alegórico mausoleo, se lee:

«El 27 de noviembre de 1871 fueron sacrificados frente a este sitio por los voluntarios españoles de La Habana los ocho jóvenes cubanos estudiantes del 1er año de medicina Alonso Álvarez de la Campa, Carlos Augusto de la Torre, Pascual Rodríguez y Pérez, Ángel Laborde, José de Marcos y Medina, Eladio González y Toledo, Anacleto Bermúdez y Carlos Verdugo. Y para eterna memoria se les dedica esta lápida el 27 de noviembre de 1899.»

A su lado, una corona de hojas encierra la palabra «Inocentes», grabada en negro sobre una lámina de mármol blanco. En el costado, una bandera cubana ondea establemente.

Placa que explica las razones y dedicatorias del monumento

Desde entonces, cada año llega hasta el lugar una multitudinaria peregrinación que parte de la escalinata de la Universidad de La Habana. Los estudiantes rememoran los hechos y rinden tributo a los bisoños asesinados. Al frente, van aquellos que hoy cursan la carrera de medicina. Ya en la Plaza de la Punta, realizan una hermosa ceremonia de recordación y depositan cientos de flores.

Reposo definitivo

Inocentes, la placa que sobresale en el Monumento a los Estudiantes de Medicina

Si bien este monumento les rinde honores, el verdadero sitio de reposo definitivo se halla en un panteón de la Necrópolis de Colón. A pocas cuadras de la entrada principal, a la izquierda, descubrimos el obelisco con diez metros de altura, del que parece escapar la imagen de la Inocencia representada a través de un ángel con alas de mariposa, sin parangón en ese país.

Dedicatoria de la inaguracion del Monumento a los Estudiantes de Medicina

Debajo, rodeados de relieves esculpidos sobre el mármol blanco, descansan por siempre los restos de la injusticia. Es una gran obra también de José Vilalta. Años más tarde, junto a ellos fue enterrado su defensor Fermín Valdés Domínguez, quien no solo luchó por demostrar su inocencia, sino que descubrió la tumba secreta donde originalmente habían sido enterrados, en la propia necrópolis.

El entorno del monumento

Monumento a los Estudiantes de Medicina, al fondo el paisaje de la Habana Vieja

La mejor vista del Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina en La Habana Vieja, tiene como fondo al Malecón, al Castillo de San Salvador de la Punta, valuarte defensivo de la ciudad desde 1589, convertido hoy en Museo de las Fortificaciones, y al Túnel de La Habana, una de las maravillas de la ingeniería civil cubana que atraviesa la bahía en ruta hacia el este, para encontrarse con las fortalezas del Morro y La Cabaña en primera instancia.

En la Plaza de la Punta, antigua ubicación de la Real Cárcel de La Habana, también desemboca el Paseo del Prado y convergen obras de reconocidos escultores antillanos como Rita Longa, Jilma Madera y Juan José Sicre.

Piedra con luz eterna

Monumento a los ocho Estudiantes de Medicina, al fondo el Castillo de la Punta y el cielo azul de Cuba

El Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina se ilumina con un creativo sistema de bombillas diseñado por el ingeniero eléctrico Félix de la Noval. Las luces color ámbar y blanco confieren un toque de distinción y solemnidad a las noches habaneras de la zona donde está enclavado el pétreo homenaje.

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