Cuando desde cualquier punto de la bahía habanera se observa el imponente Castillo de los Tres Reyes del Morro, resulta difícil dejar de admirar el gigantesco baluarte del otrora poderío hispano. Esa fortaleza fue testigo de innumerables acontecimientos. Uno de los más importantes fue la toma de La Habana por los ingleses.
Hacia el siglo XVIII, Cuba era llamada la «Perla de Las Antillas», Antemural de las Indias Occidentales o «Llave del Nuevo Mundo». Muchos países europeos tenían puesta la mirada en esa isla e Inglaterra no era la excepción. Desde décadas anteriores, algunos de los piratas que navegaban por el Caribe la habían tenido como objetivo y tales pretensiones se extrapolaron a las cúpulas de poder inglesas, por la posición estratégica que ocupaba el puerto de La Habana.
La oportunidad llegó cuando en 1756 estalló el conflicto bélico entre Inglaterra y las aliadas España y Francia, conocido como Guerra de los Siete Años. Los ingleses valoraron la posibilidad de ponerle fin a la contienda si se apoderaban de La Habana. Al controlar Inglaterra el envío de recursos provenientes de España hacia sus colonias en América, el país ibérico se vería obligado a negociar la firma de la paz para conservar sus intereses geopolíticos en el «Nuevo Mundo».
En ese año, el almirante Charles Knowles viajó a La Habana y realizó los planos que seis años más tarde servirían de guía para atacar la ciudad, rodeada entonces por una extensa muralla y resguardada por un sistema de fortalezas que demostró ser insuficiente.
Primeras fortalezas bajo el poder inglés
Se cuenta que en la mañana del 6 de junio de 1762, los habaneros recibieron la noticia de la presencia de la flota inglesa en las aguas del litoral. Muchas autoridades españolas y familias ilustres se encontraban reunidas en la Iglesia Parroquial Mayor, celebrando la fiesta del Santísimo Cuerpo de Cristo.
Aunque en un principio se dudó de que se tratase de un ataque, el gradual desembarco de las tropas inglesas demostró lo contrario. Las fuerzas terrestres españolas y criollas se movilizaron en posiciones defensivas, ocupando el sistema de fortificaciones existente.
El bombardeo inglés inició oficialmente al día siguiente, dirigido por el almirante Jorge Pockock y el conde de Albemarle, contra los torreones de Cojímar y Bacuranao, ambos pertenecientes entonces al territorio habanero de Guanabacoa, al este de la ciudad.
Los españoles habían construido el Torreón de Cojímar en 1749 y un año después concluyeron el de Bacuranao. Desde allí la retaguardia inglesa bloqueó cualquier intento de comunicación marítima con el exterior.
Todavía hoy pueden admirarse esas construcciones, hechas de piedra maciza que simulan castillos en miniatura. El Torreón de Cojímar es usado por los guardacostas cubanos, mientras el de Bacuranao, cercano a la playa homónima.
El Morro como objetivo final
Una vez controlados los puntos de Cojímar y Bacuranao, las tropas estaban listas para avanzar hacia el castillo de San Salvador de La Punta, el pequeño Torreón de San Lázaro y el fortín de La Chorrera. Desde el mar, innumerables proyectiles cayeron sobre estas construcciones, hasta lograr su destrucción parcial y la gradual rendición de las tropas españolas.
Esto les permitió avanzar hacia el Castillo de los Tres Reyes del Morro, que desde 1630 custodiaba la entrada y salida de las embarcaciones por la bahía habanera. A su lado se alzaban las colinas de La Cabaña, donde existían las obras inconclusas de una fortaleza que sería terminada tiempo después y que se extiende hoy a su lado.
Se dice que los ingleses lo tomaron por asalto. Desde allí establecieron su centro de operaciones y dominaron visualmente la ciudad y el puerto. Para el 14 de junio, ya las principales construcciones militares españolas se encontraban en manos inglesas, y se libraron incontables batallas durante largas semanas estivales.
Todavía el castillo de San Salvador de la Punta custodia a La Habana Vieja con el orgullo herido. Igualmente, se conserva el Torreón de San Lázaro frente al malecón habanero y desde La Chorrera se puede disfrutar del mar y de la típica comida cubana, en un acogedor restaurante que alberga su interior.
Legado de la toma de La Habana por los ingleses
Finalmente, el 12 de agosto de 1762 se firmó la capitulación española y los ingleses entraron triunfantes en La Habana. Aunque los habaneros de la época acusaron a los españoles por el poco empeño en la defensa de la ciudad, supieron reconocer que a pesar de la derrota, habían aprendido a defender el suelo donde nacieron.
Y es que los milicianos criollos, dirigidos por el regidor de Guanabacoa; José Antonio Gómez Bullones, «Pepe Antonio»; respondieron al ataque inglés con gran valentía y destreza. La defensa de La Chorrera fue realizada por el también criollo Luis de Aguiar, quien a la vez condujo la de San Lázaro.
Sin embargo, La Habana estaría en manos inglesas por cerca de un año. Los habitantes de la ciudad debieron acostumbrarse a su presencia aún en sus propias casas, aunque desde el punto de vista económico la urbe poco a poco comenzó a vivir meses de esplendor, pues se abarataron los costos y se comerciaba con islas cercanas como Jamaica.
Sin embargo, en julio de 1763 las tres naciones europeas llegaron a un acuerdo: España le entregó a Inglaterra la península de La Florida para recuperar a Cuba, y Francia perdió el territorio de Louisiane (Luisiana). Este resultado cambió la historia geopolítica del continente americano.
Por otro lado, la toma de La Habana por los ingleses aumentó la lucha por el dominio del mar Caribe. Como por su posición geográfica Cuba era la base de esos conflictos, se emprendió la reconstrucción de los castillos del Morro, La Fuerza y La Punta, y los fortines de La Chorrera y La Punta.
También se terminó de edificar La Cabaña y se levantaron los castillos de Atarés y el Príncipe, a la vez que se modernizó la muralla que rodeaba a la ciudad durante la etapa colonial, cuyos restos se pueden observar en distintos puntos de La Habana Vieja.
Vestigios de la historia
En las antiguas fortalezas de El Morro y La Cabaña se encuentra el museo histórico-militar Morro Cabaña, que abre diariamente desde las nueve de la mañana y hasta las ocho de la noche. Este sitio expone en sus salas muchos de los hallazgos arqueológicos que dan cuenta de la historia de esa isla, desde sus primeros habitantes hasta los hechos más recientes en el tiempo.
La toma de La Habana por los ingleses también se recuerda en ese recinto. Pueden observarse los uniformes militares color rojo, objetos personales utilizados por las fuerzas ocupantes durante su estancia en El Morro, desde donde rindieron a La Habana, con armas y planos donde se trazaban estrategias. Tales evidencias invitan a conocer la historia de un hecho singular, cuyos ecos resuenan hoy en Cuba y en otras áreas de América.
La toma de La Habana en el habla popular
Expresiones como «la hora de los mameyes», en alusión a la caída de la tarde; «estoy trabajando para el inglés», cuestionando la fidelidad o el fruto del trabajo de alguien o «vidrio inglés», en referencia a excrementos en la calle, datan de la dominación inglesa en La Habana. Vestigios todos que evidencian la influencia de su presencia en Cuba.