La música tiene el poder de traspasar espacios y tiempos, de ubicarnos en otra realidad, de extasiar, curar, entristecer, recordar…
Me descubrí amante de la música cubana de la mano de mis abuelos y la radio. Escuchaba cada mañana los boleros de siempre, la vieja trova santiaguera, el mambo bonito y sabroso, chachachá, danzones…todo un repertorio de bandas seculares e intérpretes que en aquellos años de niñez llenaron mis oídos de melodías inolvidables.
Hoy, más consciente, recuerdo esos momentos con el cariño del pasado; pero siempre hubo una voz que me cautivó sobremanera, un timbre inconfundible, una sabrosura única, que más que leyenda nacional ha sido un referente, para entender la música popular cubana y su lírica.
El Benny, el Bárbaro del Ritmo
Bartolomé Maximiliano Moré (1919 – 1963), para los cubanos «Benny Moré», se convirtió en una voz representativa del mambo, el bolero y el son montuno en Cuba y Latinoamérica, en el pasado siglo XX. Tocaba corazones con su música, sus interpretaciones y su carisma natural. Todavía hoy, sus canciones recorren el mundo con la misma intensidad.
Su talento se descubría cada vez que salía al escenario. Sin verdaderos estudios musicales, se dice que el Benny les indicaba a los músicos con su voz, los acordes y melodías a realizar. Viajó con su música por Latinoamérica y Estados Unidos, y vivió algunos años en México. Cantó con grandes personalidades y orquestas cubanas y foráneas como el Conjunto Matamoros, la Orquesta Aragón, con Pérez Prado y Bebo Valdés; hasta que decide fundar su propia orquesta, «La Banda Gigante». Aunque fallece joven, su fama era indiscutible y era todo un ícono de la música popular cubana.
Descubriendo al Benny en Cienfuegos
Es imposible llegar hasta la ciudad de Cienfuegos sin encontrarse con «el Benny», sin que la leyenda llegue hasta el oído del viajero, sin tomarse una foto junto a la escultura que lo inmortaliza en el Paseo del Prado cienfueguero.
El llamado «Bárbaro del Ritmo» acuñaba en una de sus canciones que Cienfuegos era la ciudad que más le gustaba, aunque hubiera nacido en Santa Isabel de las Lajas, un pueblo de la provincia de Cienfuegos.
Me encontraba por primera vez en «La Perla del Sur», pero conocía de la existencia de la escultura. Su creador, José Villa Soberón ha dado vida a otras afamadas figuras en la capital habanera como la escultura de John Lennon en el Vedado, el mítico Ernest Hemingway recostado a la barra del bar Floridita o «el Caballero de París» frente al Convento de San Francisco de Asís. Siempre llamó mi atención su manera de detallar el carácter de cada personaje y plasmarlo en su obra, sin que la pieza se convirtiera en un frío monumento impoluto.
Con toda esta referencia llegué hasta Cienfuegos, caminé por su Malecón hasta llegar al Paseo del Prado. Y a unos pocos metros vi un grupo de personas tomándose una foto alrededor del Benny, mientras otras tantas esperaban para hacerlo también. Me senté y esperé unos momentos hasta poder ver cada detalle de la escultura.
La escultura de Benny Moré en Cienfuegos
La escultura de Benny Moré en Cienfuegos fue concebida en bronce en el año 2004, a tamaño natural alcanzando los metro ochenta y dos que medía el «Sonero Mayor». En su cabeza, el sombrero alón que lo caracterizaba; el largo saco, los pantalones anchos y los zapatos a dos tonos típicos de la época.
Bajo el brazo su batuta, esa con la que dirigió «La Banda Gigante» y que pareciera no querer soltar. Se dice que José Villa, previendo lo ocurrido con las gafas de John Lennon, hurtadas en más de una ocasión por algunos atrevidos, colocó el bastón bajo el brazo. Lo cierto es que este detalle se ha convertido en todo un mito, y cuentan que tocar la punta brillosa del bastón le da buena suerte a la persona.
Su rostro sonriente remarca su personalidad y su posición caminante parece invitar a viajeros y cienfuegueros a pasear por la ciudad. Algunos dicen que el conjunto simula la entrada del Benny a las tarimas y conciertos, y otros especulan que aquella mano izquierda en su bolsillo era para tomar la billetera y pedir un trago de ron.
Muchas leyendas se han tejido alrededor del bien llamado Bárbaro del Ritmo, de sus amoríos en cada puerto, de su manera de improvisar o sobre las referencias de sus canciones. Yo estuve allí, toqué su batuta por si acaso, tomé una foto, y continué disfrutando del ambiente marítimo y elegante de la ciudad de Cienfuegos.
La escultura del Benny hoy es motivo de respeto y admiración para todo el que pasa por esa ciudad. En ocasiones, entre sus dedos de bronce, colocan una flor, símbolo del inmenso cariño y cercanía que despierta en los cubanos. Muchos allí descubren el personaje y su música y otros como yo, recuerdan sus canciones y melodías.
Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mí, cantaba Benny Moré
Cada año, familiares y admiradores realizan una peregrinación hasta su tumba, donde rememoran sus conocidas canciones. También en Cienfuegos tiene lugar el Festival Benny Moré, donde participan varias agrupaciones de música popular cubana e internacional. En el propio Paseo del Prado, con un megáfono, se indican varios momentos del día en que sonarán algunos de sus antológicos temas musicales.
El Benny le cantaba a la vida, a su tierra, al amor. José Villa con su escultura supo captar su posición galante y natural carisma. Ahora cientos de personas pasan por aquí día tras día y toman una fotografía. El Benny es todo un símbolo para Cienfuegos y para Cuba. Y como diría en una de sus canciones, hoy como ayer lo seguirán queriendo.