Diez obras del arte cubano

Diez obras del arte cubano

En la actualidad, todo ese patrimonio simbólico del arte cubano reposa en las salas expositivas del habanero Museo Nacional de Bellas Artes (Edificio de Arte Cubano), ubicado en el centro histórico de La Habana Vieja, colindante al antiguo Palacio Presidencial y actual Museo de la Revolución.

Además, puede recorrerse la ciudad, penetrar en los misterios de sus calles y el barroco arquitectónico, afín de encontrar galerías, talleres y estudios independientes de artistas, donde se reúne la producción más inmediata del arte cubano contemporáneo.

Cómo historiar el arte cubano

La siguiente lista intenta hacer un recorrido histórico por el arte cubano, siguiendo sus artistas más relevantes y sus procesos pictóricos imprescindibles. Su hincapié en pintores de la vanguardia y la abstracción se debe al amplio reconocimiento y desarrollo de estas vertientes artísticas dentro y fuera del país.

En la selección, por supuesto, no menciono todas las obras cumbres, porque la riqueza del arte cubano es imposible de describir en diez obras de arte; lo importante es reconocer en ellas a esta hermosa isla caribeña y su evolución histórico, social y artística.

  1. La Niña de la Cañas de Leopoldo Romañach

    Ahora bien, si se intenta conocer la plástica cubana a partir de sus hitos y artistas más emblemáticos, expuestos todos en el Edificio de Arte Cubano, debemos comenzar desde finales de siglo XIX con el maestro academicista Leopoldo Romañach y su «Niña de las cañas». La obra constituye el retrato realista de una joven mulata, de aspecto tímido y deprimido. En este cuadro, Romañach se evade del sensualismo y el acento folclorista de sus contemporáneos, para representar la semblanza de los desposeídos, la cara menos feliz de la Cuba colonial.

  2. Gitana tropical de Víctor Manuel

    Otra pintura indispensable, que abre los caminos del arte moderno en la isla es «Gitana Tropical» (1928) del pintor Víctor Manuel. Esta pintura obedece también a la tradición retratista cubana, cuyo interés era reflejar los rasgos físicos del criollo, su belleza mestiza. La intitulada “Mona Lisa tropical” describe el inicio de una nueva sensibilidad artística en la isla, influida por el arte europeo, y conocida como la vanguardia insular. El paulatino interés por modernizar el arte cubano, significará un punto de giro en la conciencia nacional, de vital importancia para el posterior desarrollo de nuestra cultura visual.

  3. Naturaleza Muerta de Amelia Peláez

    Amelia Peláez se define por una peculiar manera de abordar la pintura, que recuerda a los vitrales que presidian las antiguas casas coloniales. El gusto por los colores planos y una visualidad cubista, representan lo más destacable de su estilo pictórico. En su «Naturaleza Muerta» (1933), la pintora recrea elementos propios de la mesa cubana, de ese ritual abundante y barroco que es la comida criolla.

  4. Guajiros de Carlos Enríquez

    Durante más de un siglo, la vida rural ha sido una obsesión en la pintura cubana. El paisaje y el hombre se han fundido en un mismo sentimiento, en la búsqueda del costumbrismo y las tradiciones de vida del campesino cubano. Carlos Enríquez, con su pintura «Guajiros» (1953), rinde culto a ese espacio de absoluta cubanidad. La obra nos muestra la elegancia campestre, el vestir de esos guajiros que pasan el tiempo peleando gallos en las afueras de un bohío.

  5. Gallo de Mariano Rodríguez

    Perteneciente a la segunda vanguardia de pintores cubanos, Mariano Rodríguez se ha quedado en la memoria del cubano y en la historia del arte por su obra «Gallo» (1942), de la serie de gallos que pintara y que marcaran su representatividad. Mariano, se centra en la figura de este animal, tan típico de los campos cubanos, para afirmar la idiosincrasia y singularidad de su país. Las conocidas peleas de gallos, forman parte de las tradiciones campesinas más antiguas de la isla, de lo que se vale el artista para simbolizar al cubano.

  6. La Jungla de Wifredo Lam

    Un emblema internacional en la historia del arte cubano constituye «La Jungla» (1943) de Wifredo Lam. Con piezas permanentes en el MOMA y en múltiples museos y colecciones, Lam es el pintor cubano más reconocido en el mundo. Esta obra es el resultado del periplo caribeño de Lam, es una síntesis de expresiones afrorreligiosas, folclóricas que describen simbólicamente al sujeto caribeño y tropical en su diversidad.

  7. Milicianos de Servando Cabrera Moreno

    De entre la maleza se arremolinan los «Milicianos» de la obra de Servando Cabrera Moreno, una metáfora de la Revolución Cubana, del nuevo momento histórico que marcó a la isla en 1959, que estuvo determinado por la figura de los milicianos. La tensión y el carácter voluptuoso que construye la línea gruesa, así como la figuración expresionista del más sensual de nuestros pintores, son aspectos que ofrece este cuadro, de una concepción impecable y monumental en su alcance estético.

  8. Continuidad de Tomás Sánchez

    Con la figura de Tomás Sánchez, acaso se abre una nueva expectativa dentro del paisaje rural cubano. El pintor se vuelve hacia la naturaleza insular y la transforma en escenario de sus experimentos formales, de sus conquistas estético-conceptuales. El resultado se ofrece en «Continuidad», obra de una extraordinaria poesía visual, cuyos valores se asientan en el hiperrealismo, tendencia que ha marcado la obra de Tomás por casi treinta años.

  9. El Gran Apagón de Pedro Pablo Oliva

    Arte cubano

    Una pieza indispensable del arte cubano en los años 90 es «El Gran Apagón» (1994) del pintor y escultor, Premio Nacional de Artes Plásticas, Pedro Pablo Oliva. En su obra, Oliva tomó por referente el “choteo” insular, ese modo de decir y actuar desenfadado que distingue al cubano incluso en los momentos de mayor adversidad. El Gran Apagón refleja la angustia y los dramas existenciales que vive la isla durante la crisis de los 90, además del éxodo como vía de escape que asume la sociedad cubana.

  10. La Regata de Alexis Leyva (Kcho)

    Quizás «La Regata» (1994) de Alexis Leyva Machado (Kcho) sea la obra más significativa e importante del arte cubano en los últimos veinte años. Kcho procura traer a esta pieza el dramatismo del éxodo, y expresa las circunstancias que vive la isla desde una estética precaria, simple pero contundente en su aspecto formal. Una aglomeración de ladrillos como botes flotando en aguas de nadie, el afán de sobrevida que conduce a lanzarse al mar y su inmensidad en busca de un destino incierto.

El arte cubano y su trascendencia

Este examen, al llevarse a juicio personal, excluye algunas obras también de importancia, como sucede siempre cuando hay que opinar y decantar. Sin embargo, lo más importante es conocer la valía y contundencia del arte cubano a nivel mundial. Obras como las mencionadas, constituyen baluarte fundamental de la nación y son altamente cotizadas fuera y dentro del país.

Asimismo, el arte contemporáneo ejercido hoy por artistas como Kcho, y por los tantos que participan en las Bienales de La Habana, habla de una marcada intención de interactuar con el público, de incluirlo en la obra de arte. Una propuesta atractiva, teniendo en cuenta las tentaciones que hoy mueven al mundo.

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