Calles que son historias
Las calles habaneras forman parte de ese gran cúmulo de leyendas que conforman la historia de La Habana. La manera en que fueron diseñadas, los centros que reúnen, las viviendas que allí se localizan, todo incentiva nuestra curiosidad por conocer La Habana Vieja.
Aquí va una propuesta de cinco calles que se entremezclan, se cruzan, se complementan en esquinas, muros y balcones. Una manera diferente de apreciar la rica variedad tipológica y cultural de esta añeja ciudad.
-
Calle Mercaderes
Es fácil presumir el porqué de su nombre. En el siglo XVIII fue una importante arteria donde se aglomeraban pequeños negocios y tiendas que ofertaban mercancías de todo tipo. Fue de las primeras en ser trazada, asfaltada y su disposición responde al crecimiento urbanístico de la etapa. Conecta las calles Empedrado y Teniente Rey; pero también une la Plaza de la Catedral con la Plaza Vieja, dos sitios de significativa relevancia entonces y ahora.
Tiene seis cuadras y exhibe un esmerado trabajo de restauración que le ha devuelto el aspecto, casi original, de siglos atrás. Interesantes instituciones como la Casa del Chocolate y sus deliciosas muestras; La Taberna, reconocido como el primer café de la ciudad; el Museo de la Armería y su colección de armas antiguas y el Hotel Ambos Mundos, lugar donde vivió Ernest Hemingway pueden ser contemplados y visitados.
Sobresalen edificaciones de considerable valor como el Palacio del Marqués de Arco cuya restauración ahora permite acceder a la Plaza de la Catedral. Una centenaria vía que propicia el encuentro de los caminantes con museos e instalaciones de gran atracción.
-
El Boulevard de Obispo
Ha tenido numerosos nombres asociados a construcciones y personajes que vivieron en ella. Desde 1936 se rescató el de Obispo recordando a dos prelados que vivieron ella: Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz. Fue diseñada en 1519, cuatro años después de la fundación de La Habana.
En su estructura resaltan edificios de pequeña altura. Su calle es estrecha y a través de ella circulaban peatones asiduos a sus tiendas, cafés, dulcerías, y farmacias. Puede ser recorrida a cualquier hora del día y siempre encontrará una franja de sombra para protegerse del sol.
Conecta la calle Monserrate, muy cerca del Parque Central, y la Avenida del Puerto. Sobresalen el afamado bar El Floridita, lugar donde surgió el daiquirí; el Museo Taquechel de Farmacia con sus frascos antiguos; la hermosa librería Fayad Jamís y la Plaza de Armas, lugar fundacional de la ciudad.
Es el boulevard más popular y visitado de Cuba, así que no faltarán restaurantes con música en vivo, galerías, tiendas con suvenires y sitios para el descanso. Sin dudas vale la pena transitarlo entre cientos de habaneros que día a día la desandan. Típico ambiente cubano para experimentar la frescura y alegría de una ciudad patrimonial.
-
Calle O’Reilly
Paralela a la calle Obispo, también une el Parque Central con la Avenida del Puerto. En ella se encontraba una de las puertas más utilizadas para entrar y salir de la zona que estaba rodeada de murallas. Por allí accedió a La Habana el General español Alejandro O’Reilly, luego de recuperada la ciudad del dominio inglés y a este oficial debe su nombre.
La peculiaridad de O’Reilly radica en la posibilidad de interactuar con los habaneros. Es una arteria para conocer La Habana Vieja sus edificios neoclásicos. Por allí transitan habaneros de todo tipo: niños con uniformes escolares, ancianos sentados al umbral de las puertas o con sus jabas de compras, vendedores pregonando viandas y frutas, lavanderas que repletan los balcones de ropas coloridas y otros tantos que constantemente la atraviesan de una lado a otro.
Llamará su atención los “bici-taxis”, especie de bicicletas para trasladarse muy comunes en esta parte de la ciudad. A medida que se acerca a la Plaza de Armas sobresalen edificaciones meticulosamente restauradas, además de cafeterías como La Dominica y el Café O’Reilly.
-
Calle de San Ignacio
Una calle que conserva el aire del período colonial español. En 1690 se construyó una ermita que estuvo dedicada a San Ignacio, santo que aún la identifica. Nace en la calle Chacón y culmina en la Alameda de Paula, atravesando buena parte del casco histórico y dejando entrever maravillas arquitectónicas y culturales. Es una joya histórica por el conjunto de edificaciones que la conforman.
Suntuosos palacios del siglo XVIII como el Museo de Arte Colonial y su impresionante colección o el restaurante El Patio, ubicados en la Plaza de la Catedral. Combinación de elegantes edificios del XIX y el XX que hacen alarde de códigos formales de cada época para motivar a más de una fotografía. Son varios los espacios que hallará durante el andar. Entre tanta admiración conserve en la Plaza de la Catedral un pequeño tiempo para conocer el Taller de Serigrafía en el Callejón del Chorro, lugar de artistas que crean in situ ante la contemplación de los interesados.
Muy cerca del boulevard de Obispo, el Café París propone ligeras ofertas gastronómicas con excelente música tradicional cubana en vivo. Si prosigue camino, La Casa del Queso en la calle Amargura es una interesante opción que vale la pena conocer entre tanta diversidad. Y no muy lejos de allí, La Casa de la Cerveza en la Plaza Vieja detendrá su paso para degustar el refrescante líquido elaborado por manos expertas del lugar.
-
Calle Teniente Rey
Una de las calles más rectas y sombreadas de la Habana colonial. Su nombre ha perdurado sobre disposiciones e intenciones de ser cambiado. Cuenta la historia que en ella vivió el español Teniente Félix del Rey y en la combinación de su título y apellido el pueblo halló la manera de referirse a la calle. Sometida a una meticulosa restauración que poco a poco ha ido recuperando el concepto patrimonial, Teniente Rey ofrece excelentes vistas para fotografiar en plena calle.
Une el Capitolio de La Habana, desde su misma escalinata, y el Convento de San Francisco de Asís diseccionando toda la barriada. En el recorrido encontrará lugares motivadores y especiales: la Plaza del Cristo con la iglesia de igual nombre; el frecuentado bar El Chanchullero; el Museo de la Farmacia Habanera, considerado a principios del siglo XX la segunda en importancia en el mundo y la primera en Cuba.
Bordea la Plaza Vieja del casco histórico, alegórico espacio que refleja el crecimiento de la ciudad. Más adelante el llamativo Hostal Los Frailes identificado por sus esculturas metálicas y justo allí un sorprendente fragmento de la Zanja Real como prueba irrefutable de la manera en que eran abastecidos con el preciado líquido los habitantes de esta zona. Un motivador recorrido en una interesante arteria donde confluyen lo antiguo y lo moderno desde un preciso concepto de restauración.
Para conocer más sobre La Habana
Rectas, coloniales, encantadoras y repletas de guiños, las calles de la Habana Vieja conservan la gracia de esos lugares donde nada escapa al ojo visitante. En cada puerta, muro, columna o reja está la presunción de saberse atractiva para todo el que la sepa contemplar y quiera fotografiar.
Y en medio de toda esa voluptuosidad, sus habitantes la mantienen rica, viva en especial relación con el entorno y su historia; esa misma que atrae incesantemente para hurgar y explorar en cada recorrido y ruta por conocer.