Calles con historias: Mercaderes

Calles con historias: Mercaderes

No debemos extrañarnos cuando transitamos por la Calle Mercaderes, en el corazón del Centro Histórico de La Habana Vieja, y sentimos como si nos halláramos atrapados en un museo al aire libre. Esa sensación es natural cuando se pisa el pavimento de una arteria citadina que conserva la magia de siglos pasados. Inicia en Tacón, a pocos metros de la Catedral de La Habana y se extiende hasta la Plaza Vieja, cerca del litoral, atravesando buena parte de lo más antiguo de la urbe.

Galeria Marco Polo en la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Cuentan que debe su nombre al extensivo emplazamiento de comercios durante el esplendor colonial español en la Isla, allá por el siglo XVIII. A los negocios acudían los habaneros para adquirir todo tipo de productos y servicios, desde telas de ultramar hasta el aromático café caliente que se consumía en la Taberna, un establecimiento que data de 1772 y ha llegado a nuestros días para ofrecer sorbos del estimulante más popular y codiciado.

El Meson de la Flota en la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Hoy, Mercaderes es exclusiva para peatones; pero las obras de restauración a la que ha sido sometida la convierten en una réplica de lo que fue hace más de dos siglos atrás. Un recorrido por el trazado no está exento de sorpresas, a la vez que constituye una oportunidad excepcional para conocer mejor los ecos de la historia de Cuba y Latinoamérica.

El mural de las personalidades

Mural de las Personalidades Cubanas

Si transitamos de oeste a este la calle sombreada, advertimos la presencia de galerías ubicadas en el interior de los recintos arquitectónicos que la componen. Antes de llegar a la calle Obispo, nos atrae el Jardín Ecológico Hans Christian Andersen, un sitio tranquilo que resguarda ejemplares relevantes de la flora ornamental y medicinal; pero, sin dudas, lo que más llama la atención es el célebre mural que sobresale a unos metros de la Catedral de La Habana.

Esta auténtica y gigantesca obra de arte resiste los embates del sol y la lluvia desde fines del año 2000, para regalar una representación de 67 personajes criollos que en tiempos coloniales contribuyeron a forjar la cultura cubana, gracias a sus aportes en los campos de las letras y el pensamiento filosófico, sin que necesariamente hubiesen sido habaneros o coincidiesen en el tiempo.

Restaurante al fresco en la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

En la concepción de la obra con personas a tamaño natural, participó un equipo de arquitectos, escultores y estudiantes de la plástica en Cuba, liderados por el artista Andrés Carrillo. Emplearon la piedra mojada en resina acrílica para dotar a la creación de mayor consistencia, una vez que se expusiese a la intemperie. A partir de colores como el negro, beige, rosa coral y marrón, obtuvieron cerca de 13 tonos que le dieron un rico y perfecto acabado.

Este mural es parada obligatoria para los visitantes, mientras tomamos fotografías de cada detalle, contemplamos con detenimiento las figuras, disfrutamos del realismo y nos sentamos a beber un café cubano en los alrededores de la pequeña explanada adoquinada que se extiende ante la composición.

La calle de los museos

Museo Simon Bolivar de la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Justo en la esquina de Obispo y Mercaderes, la caminata se vuelve más interesante. A un costado divisamos el vetusto portón del Colegio San Jerónimo de La Habana, la primera universidad cubana con tintes arquitectónicos de modernidad; al otro, el Hotel Ambos Mundos, que atesora intacta la habitación donde vivió Ernest Hemingway durante una temporada, antes de instalarse definitivamente en su finca a las afueras de La Habana.

Quizás este sea el punto que marca la sucesión de coloridos museos con los que nos encontraremos más adelante. Los hay para todos los gustos y muchos son libres de costo. La Maqueta de La Habana Vieja ofrece un exquisito boceto en miniatura de la sección más antigua de la capital. Por su parte, la Armería 9 de Abril, declarada Monumento Nacional en 1959 por su estrecho vínculo con las gestas libertadoras de la Isla, atesora una colección de armas de distintos calibres y épocas.

El Museo del Tabaco también seduce a los amantes de los reconocidos puros cubanos. La Casa de Asia invita a deleitarse con la cultura oriental, especialmente con obras pictóricas y escultóricas de artistas chinos y nipones. El Museo de los Bomberos exhibe una colección de uniformes, equipos y accesorios con que bravos hombres de todas las épocas han aplacado los incendios en La Habana.

Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Además, la calle Mercaderes ostenta tres galerías dedicadas a las personalidades de la política y la cultura latinoamericana. La Casa Museo Benito Juárez muestra estampas de arte mexicano. El Museo Simón Bolívar ofrece detalles de su vida, así como vestigios de su pensamiento político. Mientras tanto, el Museo Casa de Oswaldo Guayasamín abre sus puertas a admiradores del reconocido pintor ecuatoriano; así como a artistas noveles de la plástica que deseen exponer sus creaciones.

Si se nos antoja un descanso y a la vez queremos tomarle el pulso a la dinámica urbana, esta parte de Mercaderes nos ofrece dos parques públicos. Precisamente, en la esquina con la Calle Obra Pía (u Obrapía) se localiza el Simón Bolívar, en cuyo centro se alza una estatua en bronce de El Libertador, como se le conoce en aquel lado del Atlántico. Un poco más allá, encontramos el Parque Rumiñahui, dedicado al indígena ecuatoriano que inspiró en Guayasamín la escultura metálica que le preside.

Fiesta de fragancias

Mesas de Paladar en la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

A partir de su encuentro con el Boulevard de Obispo, indudablemente Mercaderes se convierte en la calle más olorosa de La Habana. La puerta de la pequeña Casa de las Especias de Marco Polo deja escapar un incesante olor a aderezos importados de otras latitudes, que se venden a precios económicos. Algo similar ocurre en el Mercado del Oriente y en el Savon de Marseilla. El primero expide un delicioso aroma a incienso, en tanto el segundo embriaga el olfato con el delicado aroma de la jabonería.

Para coronar la fiesta de los olores, aparece la Casa del Perfume o Habana 1791, donde nos topamos con una gran diversidad de delicadas fragancias elaboradas mediante procesos artesanales, a partir de plantas y flores típicas del Trópico. Y en férrea competencia que nos hace dudar sobre la planificación de nuestro tiempo, la Casa Museo del Chocolate provoca un éxtasis definitivo, indescriptible por el encantador aroma que sale de sus entrañas y conquista la calle sin misericordia, una tortura a los sentidos originada en el más genuino cacao cubano.

Arquitectura bien conservada

Edificio antiguo en restauracion en la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Mercaderes brilla como el oro más fino. Los restauradores de sus edificios y fachadas cuidaron de resaltar cada detalle arquitectónico. Luminarias, amplios portones de maderas preciosas, tejados de barro, tímidos balcones minuciosamente ornamentados, estatuas vivientes con poses artísticas y vendedoras de maní tostado, ataviadas a la usanza del siglo XIX, son elementos vivaces y dinámicos que otorgan colorido al trayecto y aportan alegría a los transeúntes cubanos y extranjeros.

Algunos tramos están decorados con elegantes jardineras que no obstruyen el paso, y la abundancia de envases deja entrever un interés especial por la limpieza a cargo de personas que cuidan y aman su pedacito de La Habana, donde además encontramos varios restaurantes para degustar un almuerzo ya necesario, en aras de ganarle el juego a la fatiga después de una caminata a la que no estamos acostumbrados. Elegimos el Mesón de la Flota, del que nos habían hablado bastante, con baile flamenco incluido.

Mercaderes, un paso hasta la Plaza Vieja

Calle Mercaderes de La Habana Vieja, al fondo la Casa del Chocolate

Para ser rigurosos, más tarde completamos el recorrido por Mercaderes que finalmente roza la Plaza Vieja, sitio emblemático de La Habana antigua. En torno a la atractiva fuente central de la plaza, se alza un conjunto de instalaciones muy populares como la Cámara Oscura, el Planetario, Café El Escorial y una deliciosa cervecería artesanal para calmar la sed, mientras imaginamos cómo hubiera sido el mismo trayecto por Mercaderes en el siglo XVIII, su vitalidad y el bullicio mesurado, exóticas y maravillosas mercancías, y resulta inevitable apelar a la nostalgia por aquel modo de vida y nuestros antepasados.

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