Las cuatro plazas coloniales que debes visitar en La Habana Vieja

Las cuatro plazas coloniales que debes visitar en La Habana Vieja

La sensación de estar atrapados en el tiempo es recurrentes entre los viajeros que visitan La Habana, y quizás aquí radica uno de sus mayores encantos: ese museo vivo donde se redescubren, con los matices de la vida nueva, los encantos de la que ya pasó.

Para quienes buscan descubrir la esencia de la ciudad y no solo conformarse con la mirada superficial, el recorrido por su historia resulta imprescindible. Una historia que bien puede ser aprendida desde las principales plazas coloniales que existen en la Habana Vieja.

La Habana, caso único en Cuba

La Habana, caso único en Cuba

A diferencia del resto de las ciudades coloniales del país, La Habana no siguió el patrón que regía la vida de la villas en torno a una plaza o parque, sino que se estructuró en cuatro plazas principales, con diversas funciones: militar (Plaza de Armas), comercial (Plaza de San Francisco de Asís), social (Plaza Vieja) y religiosa (Plaza de La Catedral). Aunque esta particularidad que la distingue pareciera perderse en un crecimiento que desborda esta organización primera, el aire de cada uno de estos espacios aun define gran parte de su atractivo.

  1. Plaza de Armas

    Plaza de Armas

    Los bancos de la Plaza de Armas sirven de refugio para citas y encuentros, a veces inesperados, cuando el bullicio de los vendedores de objetos y libros antiguos que la colman durante el día, finalmente cesa. Por su ubicación, cercana a la bahía, a la vitalidad de la calle Obispo, con bares y pequeños restaurantes, y al silencio de esa otra parte menos transitada de la ciudad, es un excelente punto de partida.

    Vista de la Plaza de Armas

    Constituida en el primer tercio del siglo XVI fue la primera de la villa y a partir de la cual se erigió su crecimiento inmediato. En sus inicios, al estar asociada a los terrenos del Castillo de la Fuerza, tuvo una función predominantemente militar. Sin embargo, a finales del siglo VIII destaca por su jerarquía administrativa con la construcción de los palacios de los Capitanes Generales y del Segundo Cabo, edificios con una belleza que bien vale detenerse a admirar. La estatua de Carlos Manuel de Céspedes que se ubica en su centro fue colocada en 1955 en sustitución de la del monarca español Fernando VII. Con un valor histórico y arquitectónico extraordinario, su visita es una de las experiencias que no pueden dejarse para un segundo viaje.

  2. La Plaza de San Francisco de Asís

    La Plaza de San Francisco de Asís

    También conocida como plaza de las palomas por la miles que confluyen en su centro, dando un espectáculo maravilloso al levantar vuelo, es uno de los espacios más distintivos de esta parte de la ciudad, y sin duda uno de los más fotografiados. La imagen junto a la escultura de bronce que representa al Caballero de París, figura icónica de las calles habaneras, y que según la creencia popular da suerte si se frota el dedo o la barba, se ha vuelto costumbre entre los habitantes.

    Creada hacia 1628 por acuerdo del Cabildo para que sirviera como punto de abastecimiento de agua a las flotas, por su cercanía al puerto de La Habana, su función fue preminentemente comercial, a pesar de la presencia de la Iglesia de San Francisco de Asís. Posee una pieza escultórica de gran valor, la fuente de los leones, concebida como representación del imperio español.

    San Francisco de Asís es una de las plazas coloniales

    Hoy está rodeado por la fachada lateral de la Iglesia, que recibe durante los fines de semana conciertos de música de cámara para quienes busquen reconocer el esplendor de la ciudad desde otra dimensión, la Lonja del Comercio y la Aduana del Puerto, con una rica historia a sus espaldas.

  3. Plaza Vieja

    Plaza Vieja

    La Plaza Vieja, que cuenta con cervecerías, restaurantes y cafés, es uno de los puntos más movidos de la ciudad, donde se festejan todo tipo de acontecimientos y quienes disfrutan recorriendo las calles habaneras encuentran un descanso. Surge para servir de espacio público a la villa, función que todavía cumple, y recibe este nombre tras la creación de la Plaza de Cristo que pasó a ser la nueva. Al contrario de lo habitual no se ubican en ella ninguna Iglesia o edificio administrativo. Sin embargo, cuenta en sus alrededores con algunos de los mejores exponentes de la arquitectura ecléctica cubana.

    Vista de La Plaza Vieja
  4. Plaza de la Catedral

    Plaza de la Catedral

    El terreno anegadizo y relativamente aislado conocido como la Ciénaga dio lugar a una de las plazas de mayor importancia de la ciudad: la Plaza de la Catedral, que cuenta con edificios icónicos de la arquitectura colonial, La Catedral y la Casa del Márquez de Arcos. Su ubicación, a diferencia del resto, supone el placer del descubrimiento inesperado al no estar tan expuesta como el resto.

    Exponente de esos contrastes que tan bien caracterizan a la ciudad, conjuga la monumentalidad de sus edificaciones con el intimismo generado por espacios relativamente pequeños. A su vez se encuentran aparejadas la sobriedad católica con el folclor yoruba de quienes adivinan futuro en sus puertas.

    Vista de la Plaza de la Catedral

    Su Catedral es uno de los referentes más aclamados del barroco cubano. Acoge ocasionalmente conciertos de las más diversas expresiones musicales, performances de reconocidos artistas, y el talento de jóvenes que se posicionan en sus cercanías para dibujarla.

Más que historia

Las plazas son puntos que dibujan el camino a recorrer. Su encuentro nunca viene separado del descubrimiento de la vida que se esconde en las angostas calles que desembocan en ellas, ya sea esas de música y bullicio, o las más solitarias y misteriosas. Es tan solo otra forma de conocer la ciudad, un mapa que superpone historia y la más cotidiana realidad.

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