Árboles de Cuba: la Ceiba

Árboles de Cuba: la Ceiba

Qué podríamos decir sobre la ceiba, árbol impresionante, temido y venerado, incólume ante huracanes, soberbio guardián de los campos cubanos, socorrido hogar de deidades y cultos en las religiones populares. Nadie se atreve a refutar su divinidad. Sencillamente, para muchos, merecería un lugar en el Escudo Nacional junto a la Palma Real.

Dicen los botánicos que no la impactan los rayos debido a su índole idioeléctrica, gracias a la configuración horizontal de su capa y a la lana, mala conductora de la electricidad, que generalmente cubre el tronco y las ramas. Históricamente, esta cualidad le ha procurado un lugar especial en el imaginario religioso y popular del país antillano. Pocos se atreverían a talar una ceiba sin permiso de los santos que corresponda, so pena de un castigo sobrenatural y soberbio. La ceiba se venga, aseguran algunos.

La Ceiba, enorme, frondosa y útil

Habaneros conversan de los asuntos del dia cerca de la ceiba que se encuentra en el centro del Parque de la Fraternidad de La Habana

Jamás pasan inadvertidas, aunque no suelen encontrarse varios ejemplares en un mismo espacio. Usualmente conforman epicentros de ecosistemas complejos, donde coexisten especies epifitas de diversas familias y adonde acuden masivamente las aves y los reptiles.

En un vertiginoso proceso de crecimiento, favorecidas por el calor y la humedad del trópico, alcanzan los sesenta metros de altura y los dos de diámetro en la parte más gruesa del tronco. El cuerpo de las raíces sobresale del suelo hasta los cinco metros y se esparce profusamente a su alrededor.

Con hojas perennes y marcados cambios estacionales, las ceibas llegan a vivir siglos. Entre los cinco y los 60 años otorgan sus frutos de cáscara fina, no comestibles y compuestos por una fibra algodonosa y blanda que los locales utilizaban como material aislante o para la confección de chalecos salvavidas debido a su flotabilidad. También ha servido para rellenar muebles, colchones y almohadas.

Frondosa ceiba permite que curujeyes se asienten en su tronco

De sus semillas se obtiene fertilizante, alimento procesado para los animales, aceite artesanal para el consumo humano y la fabricación de jabones. Igualmente, la madera resulta útil para la construcción de pequeñas embarcaciones, pero ya no es tan apreciada. Según la tradición, cierto brebaje ingerido en periodos puntuales puede hacer fecundas a las mujeres estériles o, por el contrario, impedir la fecundación.

Religiones

La joven ceiba del Templete en la Plaza de Armas de La Habana Vieja

Para algunas culturas, la ceiba es una fuerte conexión con el mundo espiritual. Entre los chinos que viven en Cuba, es el trono de San Fan Kong, el equivalente a la Santa Bárbara que todos conocemos. En tanto, para las religiones afrocubanas es mucho más. Los practicantes de la Regla de Osha consideran el acto de plantar una ceiba como un lazo indestructible entre el árbol y el hombre, quien tendrá el sagrado compromiso de cuidarla mientras viva porque de ello dependerán su salud y felicidad. Para ellos, Iroko en su forma de serpiente es dueña y habitante de la ceiba cuando esté consagrada, sincretizada con la Purísima Concepción.

Frondosa ceiba en Placetas, Villa Clara

Para los abakuás, se llama Ukano benkosi y es representación material de Abasí, el Dios Supremo. Los arará, por su parte, creen que la ceiba es el único árbol que respetó el diluvio, por eso le llaman «Árbol de Dios», y en ella vive el fudú Aremu, sincretizada con la Virgen de las Mercedes. Así, para los lucumí es la casa de Obbatalá, entre otros muchos ejemplos.

Entre la madeja de grandes raíces, es común encontrar ofrendas tan disímiles como gallinas, tiras de colores, racimos de plátano o banano, imágenes de santos, tabaco, vasijas de hierro y jícaras para alimentar a los muertos. También a sus pies, en la casa de Babá, en la propiedad de Oggún y de Orishaoko de Obba y Changó, Nkunia casa Sambi, Gundu, Naribé, Sanda, Fiamé, Kfumba o Fumbe, entre tantos nombres, alrededor de la madre de todas las prendas, se observan disímiles ritos religiosos.

Ceibas en el Parque de la Fraternidad de La Habana, al fondo la cupula del Capitolio Nacional

Si se le pregunta a un «guajiro», campesino blanco acerca de la ceiba, dirá como sus antepasados criollos, cristianos o particularmente católicos, que es un árbol bendito. Para muchos, en él habita la Virgen María, es «la mata del misterio». Para todos, el mero acto de tocarla fortifica cuerpo y el alma, refresca el corazón.

Las ceibas de La Habana

Antigua ceiba del Templete, la mas famosa de La Habana y Cuba

Aunque no es oriunda ni exclusiva de Cuba, pues crece en toda la zona tropical del continente americano y fuera de él, allí la asumen como propia, especialmente a la variedad Pentandra. No podría ser de otro lugar. No se concibe. Muchos barrios y poblados de La Habana y a lo largo de toda la isla han obtenido nombre a partir de uno de esos árboles longevos, monumentales, famosos por su persistencia simbólica o la sacra lealtad demostrada a través de los años ante tantas caricias, rezos, ceremonias y ofrendas.

Dos de ellas son singularmente apreciadas en la capital cubana. En el centro del Parque de la Fraternidad, ubicado en el extremo sur del Paseo del Prado, crece un añejo ejemplar abonado con tierra de las veintiuna repúblicas americanas de finales del siglo XIX, un símbolo del espíritu solidario y unificador que se aspira entre las naciones de ese continente.

Operarios se preparan para plantar la nueva ceiba del Templete, al fondo La Giraldilla, simbolo de La Habana

Pero la más célebre de todas está en el jardín del Templete, ubicado en la Plaza de Armas, en el lugar exacto que indica la tradición como escenario constitutivo de San Cristóbal de La Habana en 1519, donde se oficiaron la primera misa y el primer cabildo. Cada año, en dos ocasiones, se reúnen miles de capitalinos y visitantes para dar vueltas al árbol mientras arrojan monedas y posan su mano sobre el tronco para pedir salud, prosperidad y buena suerte. Primero se realiza en vísperas del 16 de noviembre, día de la fundación, y posteriormente para esperar el Año Nuevo.

Habaneros dan las tradicionales 12 vueltas a la ceiba del 31 de diciembre de cada año

Por supuesto que ya no es la misma ceiba que existía allí en el siglo XVI, testigo de los históricos acontecimientos. La que crece hoy fue trasladada en 2016 desde la comunidad eco sostenible de Las Terrazas, para sustituir a una ya maltrecha que fuera plantada en 1960. Se dice que la anterior a esa vivió 131 años, pues la habían sembrado en 1828. Desearle larga vida al nuevo árbol es un acto humano, hermoso, sensible y edificante, pero debemos ser realistas y conscientes: la responsabilidad y la pesada carga espiritual que conlleva ser depositaria de los deseos y los sueños de tantas personas, es una tarea extremadamente agotadora.

La Ceiba en el imaginario cubano

Frondosa ceiba en el parque de Fomento, Sancti Spiritus

Tan profunda ha sido la relación de los cubanos con la ceiba, que también ha irrumpido transversalmente en el habla como una certera representación de resistencia y divinidad. Baste escuchar refranes como «Dios está en la ceiba», «A la ceiba no la tumba el viento», y «El que sacude una ceiba, sólo sacude su cuerpo».

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