El Changüí: Patrimonio musical de Cuba

El Changüí: Patrimonio musical de Cuba

¡Hola! Hoy queremos llevarte de viaje por los sonidos y ritmos de una particularidad musical que vive en el corazón de Cuba: el changüí. No estamos hablando de cualquier ritmo, sino de un verdadero tesoro sonoro que ha sobrevivido al paso del tiempo, llevando en sus notas la historia, las vivencias y el alma del oriente cubano. 

¿Alguna vez han escuchado esa mezcla irresistible de bongó, marímbula y tres que parece contar historias mientras invita a mover los pies? Pues de eso se trata el changüí, una expresión musical que nace de las raíces más profundas de la Isla. En las próximas líneas, vamos a abundar juntos en sus orígenes, descubrir cómo ha evolucionado a lo largo de los años, explorar sus características principales, y entender por qué sigue siendo un pilar fundamental de la cultura cubana.

Esto no va solo de música, es un pedacito del alma de Cuba que late con fuerza y nos invita a sentir su ritmo en cada acorde. 

Orígenes del Changüí

Casa del Changüi

Imagina un rincón del oriente cubano, allá por el siglo XIX, donde el ritmo no solo se escuchaba, sino que se vivía en cada rincón de las plantaciones de café y caña de azúcar. Ahí, entre el sudor de los trabajadores y el murmullo de las montañas, comenzó a germinar lo que hoy conocemos como changüí. Este género musical no solo nació en la tierra fértil de Guantánamo, sino que creció alimentado por las manos y corazones de familias enteras que, generación tras generación, han mantenido viva esta tradición desde aproximadamente 1860.

El changüí es como el pariente más cercano del son, pero con un alma propia que se mueve al ritmo del tres, el bongó, la marímbula, el guayo y las maracas. Estos instrumentos, fabricados con técnicas tradicionales transmitidas de padres a hijos, crean ese sonido inconfundible que invita a mover los pies y celebrar la vida. Desde sus orígenes en las fiestas de Yateras, El Salvador, Manuel Tames y Guantánamo, este ritmo ha sido sinónimo de celebración, un testimonio de la alegría y resiliencia de un pueblo.

A lo largo de los años, el changüí también ha sabido reinventarse. Hoy es un género que sigue renovando el pentagrama cubano, fusionándose con el rap, el jazz y otros estilos contemporáneos, sin perder su esencia festiva y bailable. Es la célula genuina del son y un recordatorio de que en la música cubana, las raíces profundas siempre encuentran nuevas ramas por donde crecer.

Características del changüí

Si alguna vez has tenido la suerte de escuchar changüí en vivo, sabrás que sus sonidos tienen algo especial, algo que te atrapa desde el primer acorde. La magia de este género radica en sus elementos instrumentales, que han permanecido fieles a sus raíces a lo largo del tiempo. 

Hablemos primero del tres, ese pequeño gigante de la música campesina y del son cubano. Este instrumento de cuerda es el alma del changüí, el que marca el camino y da rienda suelta a la creatividad de quien lo toca. Dicen por ahí que sin tres no hay changüí, y la verdad, es difícil imaginarlo sin ese sonido tan característico que invita a la improvisación y al goce.

El Changüi de Guantánamo

El bongó de monte, por su parte, es un protagonista único. Más grande que el bongó tradicional, no se conforma con mantener un patrón estándar. En su lugar, juega con repartos y acentuaciones que recuerdan al quinto en la rumba, añadiendo incluso esos bramidos tan característicos que parecen salir del fondo de la tierra.

El changüí tiene una estructura que invita a la participación y la creatividad. Comienza con la copla, donde todos los integrantes del grupo cantan al unísono, presentando el tema. Luego, viene el montuno, la parte donde la magia realmente sucede. Aquí, un solista toma la guía y empieza a improvisar, mientras el coro responde con el estribillo, creando un diálogo musical que es pura energía.

Y por supuesto, el changüí se mueve al ritmo de un compás 2/4, con letras que reflejan la ocurrencia y la inspiración del momento. Es un género vivo, que se reinventa en cada interpretación, pero siempre manteniendo ese espíritu festivo y comunitario que lo ha hecho perdurar a lo largo del tiempo.

Evolución y desarrollo del changüí

Imaginen por un momento que, en cualquier rincón del oriente cubano, de repente aparece un tresero. Eso era todo lo que se necesitaba para que se formara el changüí. Y no hablamos de cualquier fiesta, sino de esas celebraciones que comenzaban sin saber cuándo iban a terminar.

Changüi Guantánamo

Dos, tres días, ¡una semana entera! La música y el jolgorio se apoderaban del lugar, mientras los bongoseros y treseros competían entre sí, llevando el ritmo al límite. Era una fiesta en la que todos participaban: unos tocaban, otros bailaban, y muchos se unían para asar puercos, cocinar gallinas y preparar esas frituras de bacalao que no podían faltar. 

Las celebraciones se extendían desde la Nochebuena hasta el fin de año, y no se detenían hasta que alguien decidía mover la fiesta al bohío de otro compadre. Las hamacas bajo los árboles ofrecían un descanso a los que se rendían temporalmente, pero el changüí seguía vivo y vibrante.

A pesar de los cambios y el paso del tiempo, el changüí ha logrado perdurar. Es un género que ha sido transmitido de generación en generación, y que sigue siendo una parte esencial de la identidad guantanamera. La gente de Guantánamo se identifica profundamente con este ritmo, porque es mucho más que música; es una forma de vida, una tradición que resuena en cada rincón de la región.

El legado del changüí se consolidó aún más a partir de 1983, cuando se celebró la primera edición del Festival Municipal del changüí en el Consejo Popular de Felicidad. Este festival, con sede en la casa de Eduardo Goulet Lestapier, conocido como Pipi, dio lugar a la Casa del changüí, una institución que se ha convertido en un santuario para esta tradición.

Allí, changüiseros de Guantánamo y otras regiones de Cuba se reúnen para rendir homenaje a sus raíces, celebrar lo popular y defender una cultura que es parte inseparable de su identidad. El ritmo cadencioso y acompasado del changüí sigue invitando a todos a disfrutar de su suave melodía, un recordatorio constante de la genuinidad y el alma buena de la gente de campo.

Festival Nacional de Changüi

El Changüí como patrimonio de la nación cubana

El changüí, ese ritmo ha dejado una huella profunda en la música caribeña, no solo es un tesoro sonoro, sino también un símbolo de la identidad cubana. En 2018, este género fue reconocido oficialmente como Patrimonio Cultural de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, un honor que confirma su importancia y la necesidad de preservarlo para las futuras generaciones.

El anuncio fue hecho en un lugar que respira changüí por todos sus rincones: la Loma del Chivo, en Guantánamo. Esta localidad es conocida no solo por su rica diversidad cultural, sino también por ser hogar de muchos de los guardianes y cultivadores de esta tradición musical. El reconocimiento oficial del changüí como patrimonio no es solo un título, sino un compromiso con la preservación de uno de los géneros más auténticos y antiguos de la música cubana.

Esta declaración protege al changüí de la amenaza del olvido, sino que también asegura su visibilización y su transmisión como un elemento esencial de la identidad cultural de Cuba. Es un recordatorio de que, en cada acorde y en cada compás, sigue siendo una parte viva e imprescindible de la Isla.

Principales exponentes del Changüí

Desde finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, el changüí se convirtió en un fenómeno cultural en el que participaron innumerables tocadores, bailadores, cantores y creadores, tanto del campo como de la ciudad. En esas fiestas interminables, donde la música fluía como el ron, surgieron figuras que se convirtieron en pilares de este género.

Orquesta Revé

Nombres como Arcadio Dubois, Juan Loga, José Chenco, Carlos Guibert de los Ángeles (Callé), Isidro Bogué (Abundio) y Francisco Begué son solo algunos de los muchos músicos que dejaron su huella en la historia del changüí. José Isabel Soto Prevó (Che Prevó) y Rogelio Lescaille, junto a su sucesor Raúl Lescaille, quien también confeccionaba instrumentos musicales, fueron otros de los grandes que mantuvieron viva la llama de este ritmo.

El legado del changüí está lleno de nombres que brillan con luz propia. Chito Latamblé, un maestro del tres, y Antonio Cisneros «Ñico Ya», cuya destreza en el bongó era legendaria, fueron figuras fundamentales. Eduardo Goulet, conocido como «Pipi, el rey del changüí en Yateras», lideró el Grupo Estrellas Campesinas, una agrupación que se convirtió en un baluarte del género. Asunción Gainza, tresera que podía compararse con los mejores de su tiempo, y María Guevara, quien asombraba con su habilidad en el bongó, también dejaron su marca.

Roberto Bauta, autor del emblemático tema *El Guararey de Pastora*, y la singular bailadora Evelia Noblet, junto con el carismático Saturnino Olivares «Nino», añadieron su estilo y talento a la rica tradición del changüí. En tiempos más recientes, figuras como el guajiro Celso Fernández, la inconfundible voz de «Mikiki» y la nobleza y talento de Ariel Daudinot «El Zorro» han tomado la antorcha, asegurando que esta música siga viva y vibrante.

La evolución del changüí también ha estado marcada por la labor inestimable de músicos que, a través de contactos directos o indirectos con otras manifestaciones culturales, han sabido tomar, mezclar y sintetizar diversas influencias. Así fue como artistas de la talla de Chito, Lilí Martínez, Arsenio Rodríguez, Speck, Bauta, Juan Formell y los Van Van, y Elio Revé, conocido como el Rey del changüí, contribuyeron a proyectar este género más allá de sus fronteras originales, llevándolo a escenarios habaneros y del mundo.

El changüí es un ritmo cuya fuerza radica en la labor indiscutible de sus exponentes. Elio Revé, por ejemplo, no solo es recordado por su virtuosismo, sino también por haber llevado el changüí a un nivel de reconocimiento internacional. 

El Changüí en la cultura popular cubana

Bailando Changüi

El changüí no es solo un género musical; es un fenómeno social que ha tejido su influencia en lo más profundo de la cultura popular cubana. Nacido en las montañas orientales, su música pura y genuina ha servido, desde sus inicios, como un poderoso aglutinante social. En torno al changüí, se forman concentraciones multitudinarias, donde las personas se reúnen no solo para escuchar, sino para participar, compartir y celebrar lo que se tiene. 

Este ritmo se convirtió en una necesidad vital en todo el territorio. En esas celebraciones interminables, músicos, improvisadores y cantantes se unían para mostrar sus habilidades, y, cuando faltaban instrumentos, la creatividad no tardaba en aparecer. Taburetes sustituyendo bongoes, guayos de rayar yuca y maíz, y botijas hechas de güira o barro se convertían en protagonistas de la improvisación. De estas interacciones nacían complejos armónicos que formaban la base de los guateques, fiestas que eventualmente dieron origen a conjuntos musicales que reflejaban la esencia empírica y comunitaria del changüí.

Esta música es una forma de vida que ha permitido a las nuevas generaciones conectar con sus raíces y proyectar importantes perspectivas hacia el futuro. 

Cómo preservar el changüí para futuras generaciones

El changüí es un legado cultural que, para mantenerse vivo, necesita ser cuidado y transmitido con la misma autenticidad que lo ha caracterizado a lo largo de los años. Una de las formas más visibles de mantener esta tradición es a través de la vestimenta típica que aún se usa en las fiestas changüiseras: los hombres, con sus guayaberas, pantalones oscuros o blancos, y sombreros de yarey, y las mujeres, con sus vestidos o sayas largas, dan vida a la elegancia rural que ha acompañado este ritmo durante generaciones. Estos patrones no son meros adornos; son símbolos vivos de un legado que sigue vibrando en las tierras donde nació este género. 

Otro aspecto crucial para la preservación del changüí es la transmisión de conocimientos relacionados con la construcción artesanal de los instrumentos que le dan su sonido único. Este saber ha sido cuidadosamente pasado de generación en generación, convirtiendo a muchos músicos en verdaderos especialistas, no solo en la ejecución, sino también en la fabricación de estos instrumentos. Estos músico-carpinteros han asegurado la coherencia y continuidad del changüí, ampliando además su abanico sonoro con innovaciones que han enriquecido aún más este mundo musical.

Nuevas generaciones del Changüi

Para que el changüí siga resonando en el corazón de Cuba, es vital que estas tradiciones no solo se mantengan, sino que se adapten y evolucionen, siempre con respeto a sus raíces. De esta manera, las nuevas generaciones no solo aprenderán a tocar y a bailar el changüí, sino que también comprenderán y valorarán el rico patrimonio que representa. 

Conclusión

Este tesoro de Cuba ha sabido mantener su carácter autónomo y distintivo. A pesar de compartir algunos elementos con el son, el changüí posee características propias que lo diferencian, haciendo de él un regalo en la vasta riqueza musical cubana.

En la actualidad, el changüí ha trascendido sus raíces en las fiestas rurales y familiares de las montañas orientales, abriéndose camino hacia entornos urbanos y escenarios profesionales. Músicos de diversas generaciones lo han incorporado a sus repertorios, adaptándolo a nuevas formas y estilos, pero siempre respetando su esencia. Aun así, sigue siendo un género que, como expresión bailable, se cultiva principalmente en la región oriental de Cuba, donde la tradición se mantiene viva.

Esta música, que identifica de manera tan profunda a la cultura guantanamera, ha logrado evolucionar sin perder su autenticidad. Tradición, contemporaneidad y experimentación se fusionan en un género que ha sabido mezclarse con ritmos más modernos, demostrando su capacidad para reinventarse sin perder su esencia. 

Gracias a quienes apuestan por mantener viva esta tradición, el changüí sigue resonando no solo en su cuna oriental, sino también en el resto de la Isla y más allá, llevando consigo la fuerza y la autenticidad de la cultura cubana al mundo.

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