Propio de los persas, sutiles y pasionales, es el culto a las flores. Las plantaron por siglos, las nombraron y les dieron significados.
De tal modo, la rosa blanca fue inocencia y pureza; la roja, pasión; el clavel estriado, rechazo y el loto, elocuencia. Crearon, por supuesto, mágicos reinos para ellas, las coronaron señoras de estos y los llamaron jardines.
Atrapados en el tiempo
Con el tiempo, los jardines no sólo albergaron flores. Otras plantas, objetos de estudio de eruditos y sabios, llamados botánicos y herbolarios, ocuparon por derecho propio sus fronteras.
Medicinales o nocivas, las plantas se importaban de todos los sitios de la tierra conocida, se cultivaban, se estudiaban y se exaltaban para beneficio del saber humano y el fortalecimiento del vínculo ancestral hombre-naturaleza.
Y justa fama alcanzaron entonces los jardines babilónicos; el Jardín Real de Tutmosis III en el Egipto antiguo; los jardines asiáticos o The Royal Botanic Gardens, en Londres, y el Real Jardín Botánico de Madrid, más cercanos en el tiempo.
¿Y en Cuba?
Abundan estos centros: el Orquideario de Soroa, en Artemisa; el Jardín Botánico Nacional, en La Habana; y uno en Cienfuegos, el tema de este post.
El Jardín Botánico de Cienfuegos se encuentra en Calle Real # 136, localidad de Pepito Tey. A unos 15 kilómetros de la perla sureña, conecta con la carretera que conduce a Trinidad, de tal manera que es muy fácil acceder a él.
Posee 97 hectáreas (7 son de bosque natural), pero en 1901, cuando comienzan las obras oficiales de su construcción, apenas sobrepasaba las 4 hectáreas.
Dos años antes, en 1899, Edwin F. Atkins, afanoso empresario norteño, vio los cielos abiertos con el fin de la guerra en Cuba. Compra el central azucarero «Soledad», hoy Pepito Tey, y mueve influencias para fundar un centro de investigaciones botánicas adjunto a este.
Negoció con la Universidad de Harvard: él suministraría la tierra y los fondos necesarios, y esta se encargaría de la dirección técnica y especialización del centro, inicialmente llamado «Estación Botánica de Harvard para Investigaciones Tropicales y Estudios de la Caña de Azúcar».
En 1919, el empresario traspasó definitivamente la administración del jardín a la aludida universidad. Ya no era una mera estación para el estudio de la caña de azúcar, sus colecciones botánicas habían aumentado considerablemente y hoy crecen más de mil especies en sus predios.
Maravillas y curiosidades de un jardín
Si es un viajero ávido de aventuras, explorador impenitente y contumaz trotamundos, no debería perderse una visita al jardín botánico cienfueguero.
Viva la experiencia de entrar a él por la soleada Avenida de las Palmas, un majestuoso camino franqueado por extensas filas de palmas reales, la cubanía restallando a los cuatro vientos, sin falsas modestias o reparos.
Visite luego la «Casa Catalina», antigua casa-vivienda de la familia Atkins. Constituye el centro del jardín, en ella se encuentran las oficinas y algunas áreas de investigación. Magníficamente conservada, se respira en ella un coqueto ambiente de casa-quinta a la americana.
Conozca sobre sus colecciones de plantas, registradas dentro un sistema alfanumérico orientado de Norte a Sur por letras, y de Oeste a Este por números, lo que permite ubicar con exactitud cada ejemplar.
Lléguese, además, a su invernadero, donde brilla una espectacular colección de cactus, o su bien documentada biblioteca pública.
Y al fin, las plantas…
Múltiples y renombradas son las colecciones de plantas que atesora el jardín. Sembradas en 88 cuadrículas, exuberantes, bien cuidadas y supervivientes de una helada en 1903, sequías y huracanes (1911, 1935, 1996, 2001, 2005).
Sus especímenes pertenecen a 670 géneros de 125 familias botánicas, y el 70 por ciento son ejemplares de Asia, África, Oceanía y América. La colección de palmas, por ejemplo, está considerada, por expertos del orbe, como una de las más completas del mundo.
La colección de palmas
Cuenta con más de 200 especies, entre las que destacan, por sus caprichosas y despampanantes formas, «la salchicha», «la pata de elefante», «el árbol que camina», «la trampa de mono», entre otras.
Existe, además, una palma de África tropical que florece cada 25 años. Una especie muy rara, digna de los cuentos orientales y leyendas bantúes. De palpable interés es, también, la Palma palmyra, una palmera majestuosa y señorial, segunda en importancia, después del coco, en las tierras africanas porque de ella se obtienen productos indispensables para poblaciones enteras.
Igualmente, está representada la palma de aceite, muy apreciada en la industria farmacéutica, cosmética y culinaria.
La colección de orquídeas
Con más de 400 especies, el Jardín Botánico de Cienfuegos se ufana de poseer entre sus prioridades conservacionistas a las orquídeas oriundas del macizo de Guamuhaya, en el centro de Cuba, cerca de la villa de Trinidad.
De acuerdo con investigaciones realizadas, en el macizo conviven más de 90 especies de orquídeas, amenazadas por la actividad forestal y la pérdida de hábitats. En el jardín existen varios ejemplares, sobre todo las del género Encyclia.
La colección de bambúes
Originarios de Asia, el jardín cienfueguero cuenta en sus arcas con 23 especies de esta planta. Gusto da, y si quiere compruébelo por sí mismo, reposar a la sombra de su bosquecito de bambú.
Con más de 60 años, el bosque todavía conmueve al viajero con el encanto de sus susurros, pequeñas y tímidas voces que hablan de un pasado de sacrificios, luchas y tradiciones milenarias de los hijos del dragón llegados a tierras cienfuegueras.
Si es valiente, sumérjase en el verde del bambú y déjese conducir por temibles y fascinantes espejismos. Apague sus sentidos de ser humano, siempre conectados en red, y deléitese con la ascensión de emociones y atmósferas del pasado.
En un jardín botánico, el gozo es para todos
Además de las tradicionales visitas guiadas, es menester señalar, el jardín también oferta cursos de jardinería, restauración de arbolado, poda y cirugía arbórea, estudios ambientales de línea base, venta de plantas, entre otras actividades.
Igualmente, el centro estimula la curiosidad de los más jóvenes. Si lo visita, podrá advertir gran trasiego de niños y jóvenes, inmersos en «Círculos de Interés», como los llaman en Cuba, o asombrosos proyectos comunitarios con chicos que presentan «Retardo en el aprendizaje» o «Síndrome de Down».
Una puerta se cierra, pero otra se abre
Y bien, estimado viajero, va siendo hora que concluya mi post. Sin embargo, la aventura apenas comienza y le pido que no la deje escapar. Visite El Jardín Botánico de Cienfuegos, Monumento Nacional desde 1990 y Premio de Conservación.
Indague en el alma oculta y sutil de sus plantas y compruebe, al igual que el eminente botánico Richard Howard, que, sin lugar a duda, está en presencia de uno de los jardines botánicos tropicales más importante del mundo.