Emigración de asturianos a Cuba

Emigración de asturianos a Cuba

Los asturianos a Cuba, durante los siglos XIX e inicios del XX, primero llegaron estimulados por la Corona para establecer un equilibrio étnico dentro de la población y evitar sucesos como los de la Revolución Haitiana; después, para hacer frente a la crisis y eliminación del sistema esclavista, y más tarde viajarían con la promesa de mejorar sus condiciones de vida y si fuera posible, hacer fortuna.

Se dice que únicamente en la segunda mitad del siglo XIX se lanzaron en busca de «El sueño insular» alrededor de 80 mil asturianos a bordo de corbetas, goletas y bergantines que partían de Gijón hacia La Habana y Matanzas, principalmente. Algunos siguieron ofertas generosas de pasajes gratis y tierras disponibles para la labranza; otros querían oportunidades de empleo o escapar del servicio militar.

La aventura trasatlántica duraba casi 50 días en condiciones difíciles, y en tierra no era diferente. Tras innumerables vaivenes de la historia y la economía en ambos lados del océano, el trabajo, la unidad y la perseverancia rindió frutos para muchos de los que se asentaron en la isla caribeña. Algunos regresaron decepcionados y con los bolsillos vacíos, conocidos como los «americanos del pote». Según un censo de la época, para 1933 residían en Cuba 67 mil 972 asturianos.

Comercio y tabaco

Descendiente asturiano en Cuba recogiendo tabaco en Pinar del Rio

Desde el principio, casi como un marcador genético, además de los oficios y las oportunidades circunstanciales, los asturianos estuvieron muy focalizados en el comercio. A través de los años y contrario a lo que sucedía con los inmigrantes de otras regiones españolas, los asturianos aumentaron. Claro está que algunos tuvieron que emplearse en el sector textil, siderúrgico, azucarero y minero; pero las tabernas, bancos, almacenes y bodegas florecieron como su especialidad. Estas últimas se enraizaron tanto en la dinámica social, que aún en el siglo XXI existen para los cubanos de un modo muy particular.

No se quedaron ahí. Según los historiadores, ellos tomaron el relevo de los catalanes como protagonistas e impulsores del cultivo y la industria tabacalera para otorgarle prestigio y reconocimiento internacional inusitado a las marcas fabricadas en Cuba.

La industria tabacalera en Cuba fue refugio habitual de los emigrantes asturianos

La mundialmente conocida marca de habanos torcidos a mano Romeo y Julieta, por ejemplo, fue fundada por los asturianos Inocencio Álvarez y Manín García. Por su parte, los analistas describen a Juan Antonio Bances Álvarez como uno de los personajes más influyentes de su tiempo, quien tuvo bajo su control las remesas de dinero de sus coterráneos, la fábrica Partagás y junto a su colega Julián Álvarez Granda, también la fábrica de tabacos Henry Clay.

Calixto López, otro asturiano, fue considerado el decano de los fabricantes de tabaco en La Habana a inicios del siglo XX y dirigió la fábrica de Francisco G. Bances, Lo Mejor, donde se torcían las marcas El Edén y Los Reyes de España. Una mención aparte merece Manuel Valle Fernández, fundador con tan solo 20 años de La Flor de Cuba y posterior propietario de La Flor de Murias. Quiso el destino que durante las décadas siguientes la mayoría de esas fábricas y marcas pasaran a manos de compañías estadounidenses.

Sociedades, obras humanistas y gastronomía

Palacio del Centro Asturiano de la Habana, actualmente Museo Nacional de Bella Artes - Coleccion Universal

Muchos de esos tabaqueros impulsaron y financiaron la fundación de las asociaciones más importantes y renombradas, como la Sociedad Asturiana de Beneficencia, que en los primeros compases del siglo XX diera origen al Centro Asturiano, con 60 delegaciones en Cuba. Cambió de sedes hasta que se construyó el suntuoso Palacio del Centro Asturiano de La Habana, obra del arquitecto cubano Manuel del Busto, con bailes y actividades para todos los afiliados. Este edificio es en la actualidad el Museo Nacional de Bellas Artes, dedicado a la colección de arte universal.

Pero la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba aún posee mucha vitalidad y tiene como epicentro la casa ubicada en la calle Prado No. 309, entre Virtudes y Ánimas, en La Habana Vieja, con la misión de mantener las tradiciones culturales, el apoyo social y benéfico para sus miembros. En su interior brinda servicios el restaurante «El Gijonés», para que la Isla no olvide las fabadas, los chorizos ahumados, las morcillas y el arroz con leche, que ya es parte de la dieta más preciada por los cubanos.

Acera frente al Capitolio de la Habana, cercano al Asturianito y Los Nardos

También luchan contra el olvido los restaurantes «Asturianito» y «Los Nardos», en Prado No. 563, frente al Capitolio Nacional, administrados por la Sociedad de Juventudes Asturianas.

Por su parte, en el lejano 1897 se inauguró el asilo y Casa de Salud Covadonga (en honor a la virgen patrona del terruño), que se convertiría en una ciudad hospitalaria, hoy Hospital Docente Dr. Salvador Allende, en la Calzada del Cerro.

Cementerio de Colon camino al Panteon de los Asturianos

De esa huella imborrable, quedan en pie otros edificios como el Teatro Campoamor, en la calle Industria No. 411, actualmente abandonado pero con esperanzas de ser restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

Y en el Cementerio de Colón, en busca del descanso digno y eterno, tienen el Panteón de la Colonia de Beneficencia Naturales de Asturias, localizado en la avenida Obispo Fray Jacinto, entre 2 y 6, zona suroeste.

Otros asturianos notables

Dicen que el elemento que más contribuyó a la inserción social de los asturianos en La Habana fueron las romerías y las jiras domingueras en merenderos y en los jardines de la fábrica de cerveza Polar, desde donde se divertían y confrontaban en suntuosidad y abundancia con las fiestas gallegas de su vecina La Tropical.

Un personaje infaltable en esas celebraciones con gaitas era Bigote de Gato, un excéntrico emprendedor, dueño de un bar y fundador del Club de los Noctámbulos, uno de los pocos establecimientos multirraciales que existían en aquel momento.

Tienda el Encanto, actual La Epoca en la calle Galiano

En modo más serio, otros asturianos hicieron grandes contribuciones a la sociedad cubana. Es el caso de los periodistas Alfonso Camín, Constantino Cabal, Antonio Ortega, Atanasio y Nicolás Rivero, y los científicos e investigadores Luis Fernández Álvarez, Walter Clement Álvarez y Luis W. Álvarez.

Hemos dejado para el final de esta lista a Don Ramón Areces, quien llegó a La Habana con 14 años de edad para trabajar con el tío en los almacenes El Encanto. Dicen que allí desempeñó toda clase de oficios para después convertirse en el famoso fundador de El Corte Inglés.

Príncipe y Princesa de Asturias

Javier Sotomayor, Premio Principe de Asturias

La relación de los cubanos con Asturias alcanza grado superlativo con el Premio Princesa de Asturias de las Letras otorgado en 2015 al escritor Leonardo Padura Fuentes, autor de varias novelas como «El hombre que amaba a los perros» (2009), «Herejes» (2013) y la tetralogía del detective Mario Conde.

Unos años antes, en 1993, el también cubano Javier Sotomayor mereció el Príncipe de Asturias de los Deportes por imponer varios records en la especialidad atlética del Salto Alto y más de uno fue logrado en tierra española. Sus marcas aún está vigentes con 2.45 metros al aire libre y 2.43 bajo techo.

Parque Marti en Cienfuegos, lugar habitual donde encontrar descendientes de asturianos en Cuba

Aunque aún está en debate, otro antillano tuvo un romance excepcional con el Principado. Se dice que la letra del himno oficial de ese territorio Asturias, patria querida está basada en un obra del célebre cantautor Ignacio Piñeiro, escrita con la intención de homenajear a su padre que era de allá y había regresado para morir en el mismo lugar que lo vio nacer.

La fuerza asturiana en Cuba

Parque Vidal en Santa Clara, la antigua provincia Las Villas es zona con gran concentracion de descendientes de asturianos

Aunque los asturianos se esparcieron por casi toda Cuba, establecieron sus mayores zonas de asentamiento en las ciudades de Pinar del Río, Colón, Cárdenas, Cienfuegos, Santa Clara y, por supuesto, La Habana. Se dice que la colonia asturiana en Cuba fue la mayor del mundo fuera del Principado y ejerció gran influencia en la vida política, social y económica del país antillano, debido a su capacidad administrativa y de asociación comunal y familiar.

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Consejos, Cuba, Cultura, Emigracion, España, Habana, Herencia, Ideas, Lugares, Patrimonio, Tabaco, Vacaciones, Viajes

Comments (4)

  1. Roberto Gonzalez Carpio 14 febrero 2020
    • Grace 26 febrero 2020
  2. M Garcia 13 octubre 2020