La artesanía de Trinidad

La artesanía de Trinidad

Parece la creación fantástica de algún novelista, con sus plazas, iglesias, casonas coloniales y callejas detenidas en el tiempo. Pero es real: es la antigua villa de Trinidad. Hay mucho que ver en esa urbe cubana, ubicada en la central provincia de Sancti Spíritus. Uno puede pasarse horas admirando sus museos, sus arquitecturas características o conociendo la peculiar música trinitaria.

La cultura popular del territorio también se expresa en las artesanía de Trinidad. Las más abundantes y típicas son las realizadas con telas e hilos, un tesoro manufacturado que cualquier viajero querrá llevar a casa.

El origen de una tradición

Se conoce que en 1587 ya existía un comerciante local, Cristóbal Martel, que incluía en sus ofertas hilos caseros y finas telas. Es la referencia más antigua sobre el origen del patrimonio intangible asociado a los bordados, tejidos y deshilados.

Adquirido de la raíz española, su conocimiento se preservó, desde los siglos XVI, XVII y XVIII, entre las mujeres de la ciudad, sobre todo de las clases altas y de puertas hacia adentro en las grandes mansiones. Sin embargo, con el declive económico del territorio a mediados del XIX, muchas comenzaron a comercializar las piezas que antes habían urdido en sus ratos de ocio, y el comercio de la artesanía de la tela cobró auge.

Hilar maravillas pacientemente

Artesanía cubana

Más de mil hombres y mujeres de Trinidad se dedican hoy a estas labores. Algunas de las obras más complejas pueden llevarle a su creador alrededor de 20 días para concluirla, pero la recompensa al trabajo paciente es lograr una belleza excepcional.

La variedad de la artesanía en Trinidad, de lo que uno puede encontrar y llevarse a casa no es poca, pues las servilletas, tapetes, manteles y vestidos están confeccionados con diferentes técnicas de la aguja. La «trinitaria», con dibujos semejantes a los arabescos de las rejas coloniales, es una puntada típica y muy utilizada. Además, se realizan disímiles figuras con el crochet de horquilla, o el frivolité, el deshilado, el encaje Tenerife, el de bolillos…

Aunque las obras bordadas o deshiladas más exquisitas pueden alcanzar un precio de 100 euros aproximadamente, hay delicadas piezas menos costosas. Todas son tesoros tradicionales, realizados dibujando con agujas e hilos, haciendo alarde de paciencia y buena memoria para dominar los más de 50 tipos de puntos.

¿Dónde admirar y comprar las joyas artesanales?

Aquí y allá, en cualquier recodo de la mítica villa puede sorprendernos la imagen de una laboriosa persona hilando una joya de tela. Las técnicas de bordados de randa, hacer figuras con hilo sobre la tela, los tejidos a crochet, el miñardí y el bolillo, los puntos, figuras bordadas, de solecito, festón, la barahúnda y la flor de pascua, son el tesoro intangible que mantiene la economía familiar de muchos en la Ciudad Museo del Caribe.

Pero si de opciones se trata, los mercados más abundantes y variados que encontraremos se ubican en los alrededores de la Hacienda Manaca-Iznaga, y aquí debe aprovecharse para subir al mirador de la torre, imperdible la vista, y en el Área Comercial, conocida por los lugareños como «La Candonga». También se venden en el Callejón de Peña, a pocos metros de la Plaza Mayor del centro histórico.

Pero la artesanía no se ha quedado anclada a la tradición. Ha evolucionado y para comprobarlo hay que visitar el proyecto “Entre hilos, alas y pinceles”, que congrega una veintena de creadoras para reivindicar el arte de la lencería. Bajo el liderazgo de la artista Yudith Vidal Faife, convierten las piezas típicas en obras de arte en sí mismas, aplicándoles pintura y otras técnicas de las artes plásticas.

Souvenir por excelencia: la artesanía de Trinidad

artesanía trinidad

Trinidad, una de las primeras siete villas fundadas por los españoles en Cuba, ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, junto al fascinante Valle de los Ingenios. Desde 2018, también es considerada Ciudad Artesanal del Mundo por los expertos del Consejo Mundial de Artesanías, condición que comparten solo unas treinta urbes de todo el planeta.

De las manos de sus habitantes nacen artículos hermosos y útiles para dar un toque hogareño a cualquier lugar. Si bien se encuentran cestos y objetos de barro, la principal artesanía trinitaria se hace con hilos y agujas. Es alucinante mirar como el sol hace brillar los blancos vestidos, sábanas, manteles y otras hermosísimas piezas que se mecen a la brisa. Pareciera una escena contada en una novela de Gabriel García Márquez

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