Los perritos de los museos y la protección animal en Cuba

Los perritos de los museos y la protección animal en Cuba

Es difícil visitar La Habana y no llevarse algunas sorpresas. Entre las estatuas vivientes, los edificios que se mantienen milagrosamente en pie, la gente bailando en cualquier esquina y las maravillas que ha logrado la Oficina del Historiador de la Ciudad en materia de restauración y conservación; La Habana resulta una ciudad muy llamativa.

Turistas por las calles de La Habana pueden ver algunos perros callejeros

Específicamente en el Centro Histórico de la ciudad, generalmente al final de la Calle Obispo y en algunas de las plazas se dará cuenta de que la mayoría de los perros tienen una identificación colgando de su cuello. En ella se lee:

Me llamo: Aparicio
Vivo en: Museo de la Orfebrería
Obispo 113 entre Oficios y Mercaderes
Oficina del Historiador
Teléfono: 8639861
Estoy esterilizado.

Y es que en el contexto cubano donde la Ley de Protección Animal es un viejo reclamo que apenas ha sido escuchado, la acogida de esos perritos por instituciones del estado ha resultado una de las iniciativas más hermosas relacionadas con el cuidado de los animales. Amparados en los servicios de estas fieles mascotas, como guardianes y compañía de aquellos que custodian los edificios en determinados lugares, la iniciativa se ha expandido por las calles de La Habana Vieja. Desde el Museo de la Orfebrería hasta el Banco Central todos tienen sus propias mascotas. Las nombran, alimentan y garantizan los servicios médicos de cada uno de ellos.

Turistas toman fotos de algunos de los perritos de los museos en La Habana Vieja

Vladimir, Pelusa, Aparicio y otros caminan por las calles de La Habana Vieja alegrando a los caminantes; a veces montan en furia y la emprenden a ladridos contra alguien que pasa, pero generalmente están tranquilos y deambulan por el Centro Histórico.

La importancia de identificar a los perritos

Habaneros y turistas en los alrededores de la Plaza de Armas donde se pueden ver algunos de estos perritos

Debido a la gran cantidad de perros y gatos que vagaban por La Habana, instituciones como Zoonosis se han visto obligadas a realizar limpias en la ciudad sacrificando, en muchos casos, a los perros callejeros, sobre todo aquellos con problemas de salud o enfermos. Esta iniciativa de protección animal ha servido para, en los casos de “limpiezas”, evitar que sufrieran o fueran alejados de su hábitat.

La protección animal en Cuba, un poco de historia

El perrito 'Mulata' descansa en la Calle Obispo luego de un dia de arduo trabajo

La historia de la lucha por la protección de animales en la isla, no es cosa actual. Desde los años coloniales existen referencias de intentos por lograr un marco legal que apoyara la noble causa. La Sociedad Cubana Protectora de Animales y Plantas surgió en el año 1882, y podría aparecer como uno de los primeros antecedentes. Su fundador fue el español Juan García Villarraza, fundador de la primera academia dental que existió en Cuba.

Tursitas circulan por las calles de La Habana Vieja

La intervención norteamericana y la instauración de la República fueron un buen momento para retomar las aspiraciones de lograr un marco legal en pos de la protección animal, pues los últimos años del siglo XIX, en Cuba, se vivieron 4 guerras, y el país cambió.

Respondiendo a ese contexto surgió la Sociedad Humanitaria Cubana Protectora de los Niños y contra la crueldad con los animales, en 1902. Radicó en la sede de la Academia de Ciencias y su presidente fue el eminente médico Juan Santos Fernández, presidente también de dicha entidad.

Los perritos 'Vladimir', 'Pelusa' y 'Aparicio' descansan en los alrededores de la Plaza de Armas de La Habana Vieja

Quizás el intento que más sobresale es el desarrollado por una norteamericana, Jeannette Ryder, la cual fundó el 27 de octubre de 1906 el Bando de Piedad en Cuba. Existen rastros en La Habana, que rememoran el amor de esta señora por los «que no podían hablar». Tal es el caso de su mausoleo en la Necrópolis de Colón donde fue esculpida su perrita «Rinti» quien, al morir su dueña, no quiso separarse de ella. El monumento es conocido como «La fidelidad» y es una de las curiosidades del Cementerio de Colón.

Familia pasea con su perro por la Calle Mercaderes de La Habana Vieja

Jeannette Ryder, falleció en 1920, pero el Bando de Piedad continuó sus labores en Cuba hasta el triunfo de la Revolución, en 1959. La organización no solamente velaba por los intereses de los animales sino también de enfermos, ancianos y niños huérfanos. Contó con el apoyo de varios gobiernos durante la época republicana, tenía un órgano oficial de prensa y se dedicaba, fundamentalmente, a la recaudación de fondos y a la puesta en marcha de proyectos que garantizaban el bienestar de los menos favorecidos, entre ellos, los animales.

Y ahora?

protección animal en Cuba

En la Cuba actual resaltan dos grupos por su activismo en la protección de los animales: Protección de Animales de la Ciudad (PAC) y Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA). Ambas son Organizaciones No Gubernamentales que dedican su trabajo a la educación en el respeto y el cuidado a los animales, además de la intervención directa en los perros callejeros. Encargándose de su esterilización y cuidados médicos, les consiguen hogar, cuidados, alimentación y gestionan donaciones para la protección y mejoramiento de sus vidas.

Estas organizaciones promueven la aprobación de una ley de protección animal en Cuba y a este empeño le dedican gran parte de su labor a través de la recogida de firmas, el activismo social, la búsqueda de hogares para mascotas callejeras, la creación de casas de tránsito y la recogida de donaciones para la compra de medicamentos y alimentos. Una labor llena de esperanza y amor realizada, enteramente, por voluntarios. A ellas puede llegar a través de sus sitios oficiales en la WEB, y si está de paso por la isla puede visitar alguna de sus ferias o campañas.

Turistas disfrutan de cocteles en La Casa de la Tinaja de La Habana Vieja

Falta aún mucho por hacer, pero se marcha por buen camino. Y mientras existan historias como la de los perritos de los museos o los voluntarios de PAC y CEDA, queda esperanza.

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