Cayos en la bahía de Cienfuegos

Cayos en la bahía de Cienfuegos

Cuenta la leyenda que Hamao, el primer hombre y gran señor del mundo, inflamado de celos, encerró a su tierno hijo Imao dentro de un güiro seco, que luego colgó en la rama de un árbol.

Guanaroca, la primera mujer, que buscaba angustiada a su cría, descuelga el güiro, presiente la desgracia y este se le cae de las manos. Inmediatamente escapa de él un surtidor de peces y tortugas marinas.

Los peces, se convirtieron en los ríos que riegan la bahía de Jagua; la tortuga mayor fue la península de Majagua, y las demás, sus múltiples cayos.

Para empezar…

Un grupo de turistas el un muelle listos para hacer un recorrido por la bahia de Cienfuegos

La bahía de Cienfuegos o de Jagua, en la costa sur del centro de Cuba, es un gran fondeadero cerrado o de bolsa que acoge en su rada, cual celosa y maternal gallina, a 50 puntas, 20 ensenadas o caletas y 14 cayos.

De esos cayos tratará este post. Y de antemano, me disculpo. ¿Por qué? Temo que estas líneas sean un pálido borrador ante tanta exuberancia y belleza… Ni modo, es un riesgo que estoy dispuesto a correr, si con ello logro despertarle el bicho de la aventura. Veamos de qué se trata.

  1. Cayo Loco

    Pescador cienfueguero faenando en el interior de la bahia

    La tortuga mayor, continúa la leyenda de Guanaroca, se enfrenta a un monstruo marino. Sale vencedora, pero pierde la pata izquierda, y esta se convierte en Cayo Loco.

    No siempre fue Cayo Loco. A principios del siglo XIX, en épocas de la colonia, se le nombró Cayo Güije, después Cayo Nuevo y los cienfuegueros lo terminaron tildando de loco porque aparecía y desaparecía sin concierto alguno, según las mareas y las tormentas.

    El caso es que, después de pasar por varios dueños, este pedazo de tierra de apenas 0,2 kilómetros cuadrados, y unido a tierra firme de manera artificial, fue donado al Ayuntamiento cienfueguero.

    Éste, a su vez, lo cedió a la Marina de Guerra española para que instalara un apostadero naval, luego pasó a ser cuartel, comandancia de guerra y en 1980, ya con la Revolución, Museo Histórico Naval, único en el país.

    Varias son las historias, reales o míticas, que se han tejido sobre este pedazo de tierra. Unos hablan de aparecidos, marinos muertos de tétano en 1814, luego de arribar al cayo en busca de madera para la armada española.

    Vista al interior de la bahia de Cienfuegos

    Otros cuentan la leyenda de la Venus Negra. Una ninfa de ébano, muda, exuberante, que deambulaba por el cayo. Varios hombres, prendados de su belleza, se consumieron. ¿Quién podía aprehender a un ser de espuma?

    Y muchos aún recuerdan los días gloriosos y trágicos del Alzamiento del 5 de septiembre de 1957. Marinos y civiles se levantaron contra Fulgencio Batista y tomaron la ciudad por 24 horas. La arremetida no se hizo esperar y muchos murieron.

    El Museo Histórico Naval atesora varias colecciones de un alto valor documental y artístico. Uno de sus platos fuertes, y una de las razones por la que valdría la pena visitar el sitio, es todo lo relacionado con las incursiones de corsarios y piratas en la bahía de Jagua.

    Abre sus puertas de martes a viernes en el horario de 9:00 AM a 5:00 PM, mientras que los sábados y domingos lo hace de 9:00 AM a 1:00 PM.

  2. Cayo Carenas

    Botes de pescadores que faenan en el interior de la bahia de Cienfuegos

    Posee un área de 0,25 kilómetros cuadrados, su superficie es llana y tiene forma de sombrero al revés. En él viven más de veinte personas, que dependen esencialmente de la pesca y habitan en pintorescas casitas de madera.

    Las primeras noticias sobre este cayo datan del año 1509. Sebastián de Ocampo, navegante español, bojea a Cuba y penetra en la bahía de Jagua para explorarla. Carenó sus naves en este sitio y entonces lo bautizó “Carenas”.

    Turistas toman fotos a la bahia de Cienfuegos desde el Castillo del Jagua

    Avanzado el siglo XVI, Jacques de Sores, Francis Drake y otros afamados piratas y corsarios se ocultaron en Cayo Carenas debido a su posición privilegiada.

    En su frente oeste, revela pequeñas playas que han ido ganando el favor, tanto de naturales, como de foráneos. Playitas solitarias, misteriosas y casi vírgenes, dignas de ser exploradas.

    Vista de la bahia de Cienfuegos desde Las Milpas

    Le sugiero, además, que se dé un salto por un importante sitio arqueológico taíno de la zona, donde se han descubierto ídolos particularmente raros. Otro de sus lugares importantes es la iglesia consagrada a la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores.

    Construida en los 50 del pasado siglo, de ella parte cada 16 de julio una procesión marítima en honor a dicha santa, y que involucra a otras regiones de la bahía, como el Castillo de Jagua y el poblado de pescadores El Perché.

  3. Cayo Ocampo

    Turistas toman fotos a una colonia de Flamencos rosados en la inmediaciones de Cayo Ocampo

    Toma su nombre del ya mencionado Sebastián Ocampo, militar y marino de origen gallego. Posee un área de 0,34 kilómetros cuadrados, su costa es algo escarpada y contrasta con pequeñas playas, arenosas y cubiertas de mangles. Además, se han encontrado cuentas de collares y cazuelas con adornos, pertenecientes a comunidades taínas, antiguos habitantes del sitio.

    Es un lugar ideal, también, para buscar tesoros. Hallazgos que evidencian la estadía de piratas y filibusteros en este islote, ha levantado sobre él un torbellino de especulaciones y sospechas. ¿Dónde podrá estar oculto el oro de los piratas?

    Lo cierto es que nadie ha dado con el ansiado botín todavía. Arriésguese, nada pierde. Si no encuentra el oro, por lo menos habrá pasado un ameno y divertido fin de semana.

    Cayo Ocampo, también, ha sido declarado “área protegida”, pues su verdadero tesoro es su flora y fauna. Se destacan siete especies de garzas, patos, moluscos, así como la única colonia de flamencos rosados del centro-sur de Cuba, con un número aproximado de 2 mil ejemplares.

  4. Cayo Alcatraz

    Pelicano en su entorno natural en uno de los cayos de la bahia de Cienfuegos

    Alargado, como una lombriz, es pequeño, despoblado de asentamientos humanos, pero rico en poblaciones de árboles de maderas preciosas.

    Son sus bosques, modelos de feracidad. En ellos crecen gigantescos la caoba, la caobilla, el cedro, guayacanes negros y blancos, ébano real y carbonero, carey, cúrbana, cerrillo, naranjo silvestre , entre otros

    Su costa es acantilada, de poca altura, cubierta de vegetación y siempre visitada por traviesos delfines y aves marinas. Sus playas no se quedan atrás, si las explora podrá interactuar con iguanas en su entorno natural.

    Luego, si gusta de los deportes submarinos, una espectacular barrera coralina lo espera en los alrededores de Cayo Alcatraz. Tiempo de snorkeling, en aguas cálidas y transparentes.

Conozca todo sobre Cienfuegos

Guias locales en sus botes esperan a los turistas para hacer un recorrido en la bahia cienfueguera

Rompa la tiranía de las palabras y déjese llevar en un día claro por estas aguas de la bahía, hacia su corazón azul. Le recomiendo, eso sí, contratar a un buen patrón de barco o los servicios de una agencia de viajes segura, establecida. Usar ropa ligera, gafas de sol, gorra o sombrero, protector solar

Sandalias o calzado confortable, cámara fotográfica y agua, mucha agua, porque esta que le propongo es una aventura magnífica, pero sólo para los más audaces.

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