La Casa del Agua «La Tinaja»

La Casa del Agua «La Tinaja»

Resulta increíble que después de años andando y desandando la calle Obispo, todavía esta céntrica arteria nos descubra lugares que parecen sacados de otro mundo, de otra época. Especies de autopistas que nos llevan en un viaje hacia adentro, hacia los sentidos.

En Obispo y Mercaderes número 109, a un costado de Palacio de los Capitanes Generales, se halla la puerta, medio oculta entre toldos y exóticas plantas tropicales que adornan el frente del restaurant «La Mina», de un pequeño comercio La Casa del Agua «La Tinaja».

Turista toma fotos en la calle Obispo de la Habana Vieja en la cercanias de la Casa del Agua - La Tinaja

Es una habitación con un mostrador sobre el que descansan tres grandes filtros antiguos e infinidad de botellas llenas de agua. Hay una coqueta estantería con jarras y copas de cristal en una pared lateral y en el resto muchas fotos, artistas, periodistas, políticos españoles y estadounidenses que nos miran y parecen preguntarnos: «¿Por qué tardaron tanto?», «¿No es una maravilla?» Y lo es.

En un país, Cuba, donde el verano es prácticamente la única estación, encontrar un lugar donde expendan agua a módicos precios es sencillamente un paraíso, y a la vez una curiosidad, una rareza, porque además de venderla, le rinden culto y preservan su historia. La Tinaja es un museo, un museo, aunque parezca ciencia ficción, para el agua.

Habanera recorre las calles de La Habana Vieja, al fondo La Casa del Agua - La Tinaja

Mientras me tomo plácidamente mi vaso del preciado líquido, claro, fresco, tratado en los tres grandes filtros que, como budas venerables y panzones, descansan sobre el mostrador, me dedico a examinar detenidamente las paredes. En una de las laterales, entre las fotos, descubro un cartel de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Me acerco, leo y todas mis dudas y suspicacias desaparecen. Allí estaba la razón de ser de aquel maravilloso lugarcito; en efecto es un museo.

Numerosas fotos decoran las paredes de La casa del Agua - La Tinaja de La Habana Vieja

Los inicios, mientras se calma la sed

La Tinaja se fundó en 1994 y con ella se retomaba un viejo oficio de San Cristóbal de La Habana: los aguadores. En el siglo XVI, cuando todo en Cuba apenas gateaba, La Habana era un pobre asentamiento de colonos recién llegados de la costa sur de la isla, que tenían que lidiar con el calor, los mosquitos y, sobre todo, la escasez de agua potable, debido a la lejanía del río más cercano La Chorrera, hoy Almendares.

Poster en la pared de La casa del Agua de La Habana Vieja explican la historia del lugar

El agua, a falta de recurso mejor, se traía en vasijas y toneles, a lomo de mulo. Con el tiempo, La Habana creció y con ella la demanda de agua, por lo que se construyó la Zanja Real, un canal recubierto de sillería que conducía las aguas del río al poblado. El agua llegaba, obviamente, en un estado lamentable y solo gracias a filtros, vasijas de madera o barro, era purificada. Surgieron entonces, y ya andamos por el siglo XIX, varios establecimientos donde se expendía agua tratada, tonificada o perfumada, según el gusto y «bolsillo» de cada cliente.

Casa del Agua - La Tinaja, fachada y entrada principal

La Tinaja rememora y honra los azares de aquellos hombres del pasado, brindando sus servicios a estos del presente, y se está tan a gusto bajo su techo de madera preciosa que apenas se extraña la ausencia de sillas. La única que existe es la del dependiente, basta solo con apoyarse sobre el fresco mostrador de piedra y todo el cansancio y el calor del cuerpo parece ser absorbido mágicamente. Lo de demás, lo hace el agua.

Turista disfruta de un vaso de agua en el mostrador de La Tinaja

Muy cerca de La Tinaja…

A la salida, vigorizado, listo para emprender cualquier travesía, le invito a adentrarnos en el Palacio de los Capitanes Generales. Mucho se ha dicho y escrito sobre este inmueble, lo que muy pocos saben es que antes de entrar a él se debe cumplir con una vieja fórmula de cortesía, según el modo que escojamos para ir de la humilde entrada de La Tinaja a su imponente portón, o sea por debajo del inmenso portal del palacio, o por fuera, sobre la graciosa calle de adoquines de madera.

Portal y fachada del Palacio de los Capitanes Generales en las cercanias de La Tinaja

En el primer caso, bajo el portal, debemos ir en silencio, preferentemente contando las columnas, pues dicen los viejos que a ellas les gusta dejar que las piedras nos susurren su solemne canción de siglos. Si vamos por fuera, por los adoquines de madera, lo mejor es andar algo más rápido. Le recomiendo que use zapatos de suela dura, y ágiles golpee suave, pero firme, para que los adoquines le respondan con una alegre polca o una pavana. Puede escoger un modo u otro, pero le sugiero que no deje de hacerlo, como muestra de respeto a tan majestuosa edificación.

Hermosa vista de la Plaza de Armas de La Habana, al fondo la estatua de Carlos Manuel de Cespedes

Luego del ritual anterior, ya podemos pasar. Así la gran casona nos abre sus puertas y nos revelará, hasta cierto punto, sus secretos. Erigido alrededor de un impresionante patio interior, domina su centro una estatua de Cristóbal Colón. Ahora bien, le sugiero que se acerque, que nos acerquemos a la estatua y nos fijemos detenidamente en su rostro. ¿Está sereno?… ¿Se encuentra asustado? El almirante tiene sus días, y si quiere saber por qué, le espero en un próximo articulo, donde le contaré este y otros secretos del vetusto palacio y otros edificios de la Plaza de Armas. Por lo pronto, me disculpa, pero el museo ya va a cerrar.

Del agua habanera y otros secretos

Detalles de antiguas campanas en la calle Tacon, justo frente al Palacio de los Capitanes Generales

Refresca e invita a seguir viaje. La Casa del Agua «La Tinaja» satisface las necesidades más perentorias del caminante y le muestra nuevas rutas para ir desandando en una ciudad que es algo más que una maravilla.

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