Si un viajero que camina por el Malecón levanta la vista y la dirige hacia el otro lado de la bahía, notará un enorme recinto amurallado en lo alto de un cerro. Es la grandiosa Fortaleza San Carlos de La Cabaña un formidable guardián que los españoles concibieron para proteger su preciosa capital colonial en el Caribe: La Habana, hoy reconocida como Ciudad Maravilla.
La Cabaña es una de las razones de más peso para que el Centro Histórico de la urbe y su sistema de fortificaciones fuesen considerados en 1982 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Actualmente es un apacible sitio que puede visitarse en familia. La web TripAdvisor le otorgó su Certificado de Excelencia por las favorables opiniones de viajeros que los consideraron uno de los mejores lugares para visitar en esa ciudad.
Historia y construcción de un coloso
Está dominante sobre una colina, al este del puerto de La Habana. El lugar donde se emplazó en el siglo XVIII (entre 1763 y 1774) se llama Loma de Cabaña, muy cerca del Castillo de los Tres Reyes del Morro.
El nuevo bastión militar se nombró en honor al rey español Carlos III. La idea de construir la fortaleza apareció luego que el ejército inglés conquistara esa colina, en 1762, y bombardearan el Morro y la ciudad obteniendo la rendición española. Cuando la corona ibérica recuperó el dominio sobre La Habana, decidió no perderlo jamás y apostó todo a fortificar La Cabaña bajo la orientación del ingeniero militar Don Silvestre Abarca.
Así nació la fortaleza colonial más grande de América, con sus 700 metros de largo, 250 de ancho y 19 hectáreas, suficiente para tener fama de inexpugnable y causar pavor en corsarios, piratas y ejércitos enemigos y mantener a salvo la urbe. Nunca se efectuaron combates en sus inmediaciones, y solo se escucharon los disparos del pelotón de fusilamiento a los independentistas en el siglo XIX, y de los partidarios del dictador Fulgencio Batista acusados de crímenes luego del triunfó de 1959.
San Carlos de la Cabaña también fue utilizada como prisión militar hasta la primera mitad del siglo XX. Desde que la construyeron, esa fortaleza fue cuartel de los mejores soldados españoles y disponía de un pasmoso poder de fuego, con 120 cañones y obuses de bronce, piezas de artillería que llegaron a ser casi 250 en 1863.
Dentro del castillo
La construcción se compone de varios baluartes y la rodea un foso enorme. La puerta es grandiosa con sus columnas adosadas y su decoración con mascarones.
Al interior encontramos una plaza de armas y los cuarteles. Aquí y allá destacan las enormes piezas de artillería. En la fortaleza hay hasta una pequeña iglesia, de hermosa fachada que puede ser visitada.
San Carlos de la Cabaña era como una pequeña ciudad que se dice podía, en caso de guerra, acuartelar a 6 mil soldados. Es verdaderamente un lugar detenido en el tiempo, muy bien conservado, por lo que ha servido de escenario para numerosas teleseries y películas.
El cañonazo y otras atracciones
Todo este gran espacio es aprovechado para varios eventos multitudinarios, como la Feria Internacional del Libro y más recientemente la Feria Internacional de Turismo. Desde sus muros se disfrutan las mejores puestas de sol de La Habana, e impresionantes vistas de la bahía, la Avenida del Puerto y la parte más histórica de la urbe.
Normalmente la entrada cuesta 5 CUC y 8 CUC pasadas las seis de la tarde. Una hermosa tradición puede presenciarse en este lugar: la ceremonia de El Cañonazo. Durante la colonia, desde un barco se disparaba a las 4:30 A.M. y a las 9:00 P.M. para señalar la apertura y el cierre de las murallas, y el tendido y recogida de la cadena que cerraba la entrada del puerto.
Actualmente en La Cabaña se escenifica una ceremonia similar representada por soldados vestidos a la usanza del siglo XVIII. Es una suerte de obra teatral, muy visitada, que se ejecuta cada noche a las nueve y que termina puntualmente con el disparo de uno de los antiguos cañones.
No es lo único para ver allí, porque además de su impresionante arquitectura también está un museo sobre la Comandancia de Che Guevara en ese sitio, así como otro sobre la historia de la fortaleza.
También hay cafeterías y bares donde pasar el rato, así como tiendas de artesanías y souvenirs, además de un establecimiento para la venta de puros habanos donde atesoran una curiosidad: el tabaco más grande que se ha torcido en el mundo.
La gran fortaleza colonial de La Cabaña
Como un colosal guardián sobrevive al tiempo la Fortaleza San Carlos de La Cabaña. Hasta ella puede llegarse cruzando en auto o autobús el túnel de la bahía, o atravesando el mar en el ferry (la “lanchita de Regla”), solo que esta opción le dejará más alejado de la entrada, por el poblado de Casablanca.
Cerca del castillo también hay otras atracciones como la impresionante estatua del Cristo de La Habana y el Museo Casa del Che. Sin dudas es una excelente decisión planificarse una tarde por estos tranquilos sitios, contemplando la ciudad de lejos y terminando con un viaje en el tiempo por La Cabaña, que sellará con el curioso Cañonazo de las Nueve.