En la otrora villa habanera, fundada hace medio siglo, sobresalen excepcionales esculturas y monumentos a sus próceres y a otras personalidades que han marcado alguno de los tiempos de la ciudad. Estas figuras adornan el paisaje urbano.
Entre las efigies, la más pequeña y antigua es La Giraldilla, uno de los símbolos representativos de La Habana. Mide apenas 1.10 metros de altura, fue creada en bronce y colocada en 1630 en la parte más alta del Castillo de la Real Fuerza. Es un homenaje a Isabel de Bobadilla, quien todos los días visitaba la fortaleza mirando a lo lejos, con la ilusión de ver regresar a su esposo, el gobernador español en Cuba Hernando de Soto, que en 1539 fue enviado a dominar La Florida y nunca regresó.
También es posible encontrarse por las calles habaneras esculturas hechas a la escala natural de una persona, creadas en honor a personajes famosos. Frente a la Iglesia del Santo Ángel Custodio en la Habana Vieja se puede ver la dedicada al personaje Cecilia Valdés, de la novela decimonónica de Cirilo Villaverde. En tanto, la escultura en honor al famoso bailarín Antonio Gades, se puede ver recostada a una columna en el portal de La Casa del Marqués de Arcos, en la Plaza de la Catedral.
Otras rinden homenaje a Frederick Chopin, sentado en la Plaza de San Francisco de Asís, al emblemático John Lennon, en el parque Lennon del Vedado, o al «Caballero de París», uno de los personajes habaneros más conocidos, en la Plaza de San Francisco.
Miniguía de monumentos para fotógrafos en La Habana
Cada día, cientos de viajeros llegan hasta estas figuras modeladas en bronce, para tomar una foto y recordar siempre el paseo por La Habana. También existen en La Habana impactantes monumentos realizados a una escala mayor, sitios de obligada referencia para quienes desean acercarse a la historia de Cuba.
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Memorial a Martí: en el punto más elevado de La Habana
La Plaza de la Revolución es un sitio de singular valor histórico. Han acontecido aquí los principales sucesos políticos y culturales del país.
La gran explanada fue terminada en 1961, pero la idea de su construcción surgió mucho antes, a inicios de los años 40, cuando se anunció un concurso para levantar Monumentos de La Habana.
Con una altura de 112 metros, la torre que distingue a la Plaza de la Revolución constituye el punto más alto de La Habana. De aproximadamente 28 metros de ancho, posee un elevador interior de 90 metros de recorrido y una escalera de 579 peldaños. En la base del monumento se encuentra el Memorial José Martí, en el cual se leen 79 aforismos del Héroe Nacional, grabados con letras color oro.
El enorme edificio en forma de obelisco estilizado, tiene además el mirador más alto de la capital, localizado a ciento treinta y nueve metros sobre el nivel del mar. Desde ese sitio se abre una visión panorámica de la centenaria urbe, con su mezcla de estilos arquitectónicos, culturas, tradiciones y razas.
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Las palomas que acompañan al Héroe del Parque Central
Otra estatua a José Martí también aparece en el Parque Central. Esta fue la primera que se erigió dedicada a él, luego de su muerte en 1895. Develada en 1905, se construyó en el sitio que durante años ocupó la estatua de mármol de la española Isabel II.
La obra fue edificada con mármol de Carrara y en su pedestal puede apreciarse escenas trabajadas en bronce que describen la gran obra de Martí. Aquí casi nunca faltan las flores.
Es común observar las palomas que habitan el concurrido entorno donde está emplazado el monumento, posadas sobre la imagen de Martí. En los instantes cuando estas aves sobrevuelan la escultura, o descansan sobre ella, pueden obtenerse fotografías realmente conmovedoras.
Este es uno de los monumentos más populares de la ciudad, fue realizado por José Vilalta, también autor de otras reconocidas obras escultóricas como el monumento al ingeniero Francisco Albear, y en el Cementerio de Colón la estatua de «La Milagrosa».
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Monumento a las víctimas de la explosión del Maine
Ante altos oficiales del ejército norteamericano y el presidente cubano Alfredo Zayas, se inauguró en 1925 este monumento. Muy cerca de las avenidas de Línea y Malecón se encuentra la escultura en homenaje a los marineros que murieron en la explosión del acorazado Maine en 1898, -pretexto que sirvió a Estados Unidos para declarar la guerra a España, y disputarle lo que quedaba del imperio colonial en América y Asia.
Originalmente, su cúpula estaba coronada por un águila imperial de alas extendidas. La Junta de Monumentos de Cuba acordó suprimir el águila, los bustos de los políticos estadounidenses William McKinley, quien declaró la guerra a España, Leonard Wood, primer interventor en la Isla, y el presidente Theodore Roosevelt. También se realizaron otros cambios, como la colocación de una tarja con la siguiente inscripción:
«A las víctimas de El Maine que fueron sacrificadas por la voracidad imperialista en su afán de apoderarse de la isla de Cuba.»
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Gran monumento a José Miguel Gómez, controversial político
Este es uno de los monumentos más bellos de la capital cubana, dedicado a José Miguel Gómez. Se conformó como un conjunto escultórico en la Avenida de los Presidentes, inaugurado el 18 de mayo de 1936, unos 15 años después del fallecimiento de esa controvertida figura de la escena política cubana del siglo XX, que alcanzó el grado de Mayor General.
Está bordeado por un gran semicírculo, y a sus espaldas llama la atención el obelisco central, coronado por seis figuras en posiciones heroicas, representativas de las provincias en que estaba dividido el país en aquel momento. Resaltan las altas columnas, pequeñas escalinatas y el jardín circundante donde destacan las palmas reales.
En su centro emerge la estatua fundida en bronce claro de José Miguel Gómez, que se alza tres metros y medio sobre una base de granito rosa proveniente de las canteras de Ravena, en Italia. Una vez dentro, el conjunto arquitectónico ofrece terrazas a distintos niveles, bancos donde descansar y fuentes de mármol de Carrara.
Su autor fue el escultor italiano Giovanni Nicolini. Cuentan que se inspiró en el monumento erigido en Roma en 1910 al primer rey de la Italia unificada, Víctor Manuel II.
Además de los monumentos mencionados, existen muchos otros que convierten a la calle G en una galería de esculturas a cielo abierto que bien merecen una excursión. Para justificar su título de Avenida de los Presidentes, exhibe bustos y estatuas en honor a otras personalidades latinoamericanas como el venezolano Simón Bolívar, el ecuatoriano Eloy Alfaro, el mexicano Benito Juárez, el panameño Omar Torrijos y el chileno Salvador Allende.
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Conjunto escultórico al general dominicano-cubano
El monumento a Máximo Gómez, realizado por el italiano Aldo Gamba en 1935, se encuentra localizado frente al Malecón, en una amplia isla peatonal frente a la boca del puerto. Está dedicado al jefe del Ejército independentista cubano, considerado como un héroe de guerra de la República Dominicana, que luchó por la independencia de Cuba en los conflictos de 1868 y 1895.
Se creó gracias a un concurso realizado para el embellecimiento del litoral de la ciudad, mirando al mar. La escultura está sobre un templete de forma rectangular con doce columnas de mármol blanco, inspirado en el templo de la patria, la que descansa en un zócalo con bajorrelieves laterales alegóricos a las guerras en las que participó Gómez.
En la parte inferior se encuentra la fuente de granito siena, formada por un arco de medio punto en el que sobresalen tres figuras femeninas y tres caballos, tan unidos que se confunden entre sí, bañados por un surtidor de agua.
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El Cristo de La Habana
Desde cualquier lugar de la Habana Vieja se puede observar una estatua que representa a Jesús. Conocida como «El Cristo de La Habana», es de mármol blanco de Carrara, mide 15 metros de altura, pero debido a su pedestal y a estar situada en una zona elevada, sobresale 79 metros sobre el nivel del mar.
La gigantesca escultura está ubicada desde 1958 en Casablanca, en el lado izquierdo del canal de entrada de la bahía, cerca de la fortaleza de La Cabaña. Fue esculpida en Roma por la cubana Jilma Madera. Desde allá fueron traídas las 67 piezas que la componen.
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Los monumentos vivientes
Además de los grandes monumentos y las esculturas construidas a escala natural dedicadas a ilustres personajes, es posible encontrar por las calles de la Habana Vieja aparentes estatuas. En realidad son personas maquilladas de tal forma que pueden confundirse con el granito o el bronce de las esculturas.
Estos artistas interpretan inmóviles a diversos personajes. Al darles una moneda las «estatuas» se mueven y cambian de posición. Si elige hacerle una foto, completaría así toda la amplia variedad de efigies que abundan La Habana.
Fotografiar los monumentos de la ciudad maravilla
Muchos de las personalidades que han quedado en la memoria de los habaneros, también tienen su monumento en la ciudad maravilla. El bronce, el mármol o los efímeros y hermosos homenajes de las esculturas vivientes son vías para demostrar el respeto de los cubanos por la historia, lo mismo aquella gloriosa y de grandes acontecimientos, que la de los personajes cotidianos y curiosos. Un álbum de los monumentos de la Habana, es un mosaico de estilos estéticos y narraciones fascinantes.