Proyecto Muraleando, arte comunitario en La Habana

Proyecto Muraleando, arte comunitario en La Habana

Inició tímidamente en el año 2001. Nadie podía imaginar que las lecciones a niños de la escuela local, terminarían cambiando la vida en el barrio de Lawton. Así comenzó el proyecto, con una idea sencilla en manos entusiastas. Primero fue enseñar los rudimentos de la pintura y la escultura a las nuevas generaciones; después, decorar la fachada de una casa con un gran mural; otro día se atrevieron a rescatar un antiguo basurero… y así, sucesivamente. Hablamos del proyecto Muraleando.

Muraleando, Galeria de Arte Popular

Crecía el número de pequeños apasionados y los materiales escaseaban. Por eso surgió la alternativa de utilizar todo lo que apareciera en sus manos: una licuadora vieja, un teléfono roto, una vasija inútil, un trozo de hierro o de cartón. Esa suerte de arte al estilo pop art, sirvió para que los desechos cobraran vida nueva y dejaran de ser un estorbo para embellecer la comunidad y sentirse más a gusto.

Arte en una barriada humilde de La Habana

Por una necesidad espiritual colectiva de los habitantes del barrio, el proyecto ha crecido muy rápido. Su principal coordinador es Manuel Díaz Baldrich, quien ha asegurado reiteradamente a la prensa que Muraleando no sólo cambia basura por arte, no sólo revive los espacios perdidos de la comunidad, también intenta cambiar a la gente. No les interesa únicamente desarrollar el talento artístico; quieren ofrecer valores, solidaridad, alegría. Simplemente crean un espacio para ser mejores y hacer mejores a los demás.

Un viejo tanque de agua

En un recorrido de 15 minutos en auto desde el centro metropolitano de La Habana, arribamos a Lawton, municipio 10 de Octubre. Para llegar a la sede de Muraleando, basta con seguir la intuición y la lógica. Las obras indican el camino, cual migajas de pan esparcidas por muchos Hansel y muchas Gretel, en un viejo bosque urbano oscurecido por años de escasez, indolencia y malos hábitos ciudadanos. Las calles tejen una enorme galería a cielo abierto, que ya toca cada punto de esa parte de la ciudad. Imágenes y esculturas insólitas nos salen al paso, de pronto, sin previo aviso, y mientras avanzamos nos llegan ecos de unas clases de danza, de ensayos teatrales y de realización audiovisual.

Proyecto Muraleando, Lawton, 10 de Octubre, La Habana

Después de un par de calles empinadas bajo el ardiente sol, ya estamos muy cerca de la casa comunitaria «El Tanque», un espacio redimido de las ruinas por la propia gente común. La buena energía se siente desde el mismo portón. Allí los murales tienen su punto cumbre, obras de distinta estética conviven en armonía desafiando todo lo establecido. Nuestra concepción del buen arte se hace elástica y se confunde con el aprecio al sacrificio y la buena voluntad. La intensa vida del proyecto Muraleando gira en torno al patio central, donde están las esculturas de los artistas locales junto a una fuente que refresca el clima ambiental.

Arte comunitario en el corazon de La Habana

Este es el escenario para recibir a los amigos. Cuando arribamos, nos convertimos en uno más. En contraste con otros lugares de Cuba, allí el turista no es lo más importante. El que llega debe integrarse pronto, nada pierde su ritmo, quizás por eso es una experiencia tan especial. Podemos tomar un refrigerio antes de recorrer cada centímetro del lugar.

Los murales son componenete esencial del proyecto Muraleando

Al fondo del patio está el antiguo tanque de los ferrocarriles de Lawton, abandonado desde hace décadas y convertido hoy en galería. Alternan obras expuestas bajo techo, con una gran variedad de piezas de artesanía cuya venta contribuye a sostener el proyecto. Aparecen vestidos tejidos a mano, pendientes de cáscara de coco, muñecos de papier maché… Todo se vende a módicos precios.

Virgen de la Caridad del Cobre, Muraleando

Este enorme tanque abastecía de agua a toda la zona en los lejanos años 30 del siglo pasado. Hoy también es fuente de vida, de una manera que nunca nadie imaginó.

La mejor de las noticias

Cuando anunciaron el premio, el barrio entero se desbordó de alegría. La noticia corría de casa en casa. Hace falta vivirlo, o al menos presenciarlo, para saber lo que significa el proyecto para la vecindad. Todos salieron a las calles. Las principales instituciones culturales de Cuba habían decidido, luego de 13 años de funcionamiento, otorgarle a Muraleando el Premio Nacional de Cultura Comunitaria.

Entrada al proyecto Muraleando

Estaban recompensando los frutos de un proyecto cultivado entre muchos. Padres que antes incentivaban a sus hijos, han decidido matricular ellos mismos en algunos talleres de creación. Dejan a sus niños en un aula y se dirigen hacia otra. Ancianas tejedoras han donado todos sus ingresos para financiar las clases y asisten ellas mismas a los salones de danza y teatro, por ejemplo.

Muraleando

El galardón se celebró con una peña cultural, un encuentro regular que se realiza cada seis semanas, cuando cierran las calles circundantes y se ponen las mesas sobre las aceras, presentan y representan las obras más recientes, sirven bebidas y comida para los asistentes. Si bien la casa de «El Tanque» está siempre abierta, con suerte podría hacer coincidir su visita con una de las mencionadas peñas.

Barrio de Lawton, hogar de Muraleando

Si te animas a llegarte a Lawton y decides vivir la experiencia, debes saber que traspasarás los límites de La Habana turística para entrar en La Habana profunda, la que no aparece en las guías. Prepárese para ser parte, al menos durante unas horas, de algo distinto.

Muraleando, al límite de lo posible

Calles de Lawton en La Habana, Muraleando

En las difíciles condiciones económicas de Cuba, casi nadie comprende cómo estos vecinos se las arreglan para que el proyecto Muraleando respire. Lo hacen todo con esfuerzo propio y aunque reciben donaciones de filántropos generosos, la mayor fuente de ingresos está en sus manos, mediante la venta de artesanías, principalmente.

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