Los restos de la muralla de La Habana

Los restos de la muralla de La Habana

Los cubanos tienen la tendencia de exagerarlo todo, de creer como únicas y mejores las cosas que hacen y tienen. Por eso La Habana es, para los habitantes de Cuba, una ciudad muy antigua en sus casi 500 años, poco tiempo realmente si la comparamos con otras urbes milenarias del mundo.

Si de algo más se precia esa ciudad caribeña es de conservar, en muchos de sus rincones, huellas de la historia que ha vivido. Una de esas marcas imborrables, es la serie de restos de la antigua Muralla de La Habana que antaño rodeó a su sector fundacional.

Huellas de la muralla

Restos de la Muralla de la Habana cerca del Museo de la Revolucion

Mientras paseamos por la parte antigua de La Habana, altos muros se integran a ratos al entorno y nos sorprenden como objetos raros y anacrónicos. Resistentes al tiempo, se presentan decorados con una caprichosa vegetación y lucen su estructura como grandes mosaicos de piedra.

Uno de ellos, el más significativo por su tamaño, se halla cerca de la estación central de ferrocarriles, en las inmediaciones de la Avenida Bélgica, conocida como «Egido», en la esquina a Desamparados, muy próximo a la casa museo donde nació el Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Allí luce una gran puerta, llamada del Arsenal y un mapa incrustado que ilustra la estructura de la fortificación en su extensión original.

Muralla de la Habana, al fondo la Terminal de Trenes de La Habana

Recoge la historia que en ese sitio se hallaban los astilleros del puerto de La Habana, donde se construyeron, en su época, los mayores barcos del mundo. Es posible palpar la gran pared de roca, verla bien de cerca e imaginar los múltiples sucesos de los que ha sido testigo con el paso de los años.

Otros restos de la muralla son las garitas de la Maestranza, próximas a la Avenida del Puerto y al Seminario San Carlos y San Ambrosio, y la de El Ángel, en las afueras del Museo de la Revolución, frente a la Iglesia del Santo Ángel Custodio. En ellas se encuentran pequeñas torres que servían como punto de observación al vigía de turno. La de la Maestranza, rodeada de una cerca perimetral, muestra un amplio foso y los rastros de uno de sus baluartes defensivos.

Niños recorren restos de la Muralla de la Habana

Precisamente en el Arsenal iniciaba el perímetro por tierra del gran muro, que llegaba hasta el Castillo de San Salvador de la Punta, cerca de donde hoy se encuentra la entrada del túnel de La Habana. Luego se extendía paralela al mar y cubría el área comprendida entre ese sitio y la Real Fuerza, uniendo a las dos primeras fortalezas defensivas de la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana.

Historia de la muralla

¿Por qué construir una muralla en La Habana?

Castillo de la Real Fuerza en La Habana Vieja

Se creó como parte del sistema de fortificaciones de la ciudad, con el objetivo de impedir el asedio de corsarios y piratas que rondaban las aguas del Caribe tras los tesoros que acumulaba allí la metrópoli española. Con anterioridag> y la Real Fuerza, el de los Tres Reyes del Morro, los torreones Santa Dorotea de la Luna de La Chorrera, de la Caleta de San Lázaro y de Cojímar. Sin embargo, en 1667 el Rey de España consideró insuficientes las defensas habaneras.

Torreon de la Chorrera en el Vedado

Es así que se decide levantar una muralla alrededor de la villa para resguardar a los habitantes y sus posesiones a toda hora. Como resultado, en el próximo siglo crecería un muro de diez metros de altura y 1.40 de ancho, que la recorrería en un gran arco de cuatro mil 892 metros.

Se dice que para 1603 se había proyectado un primer intento de amurallamiento, realizado con troncos de árboles. Pero debieron pasar más de setenta años para que, finalmente, iniciaran las verdaderas obras de construcción en 1674, con un diseño muy distinto al primigenio que contaba con nueve baluartes, 180 piezas de artillería y una dotación militar de tres mil 400 hombres.

Castillo San Salvador de la Punta, Habana

La edificación del primer fragmento estuvo a cargo del gobernador Francisco Rodríguez de Ledesma, considerado su iniciador. Luego siguió bajo el mandato de Diego de Córdoba y finalmente se concluyó en el gobierno de Juan Francisco Güemes. Se cuenta que fue necesario emplear 75 mil metros cúbicos de piedra de sillería, una cantidad extraordinaria para la época, procedentes de varias canteras de la propia ciudad y de los arrecifes costeros en el tramo de La Punta a San Nicolás.

Las puertas de la muralla

El Arsenal y restos de la antigua Muralla de la Habana

Para entrar y salir de la ciudad amurallada se crearon nueve puertas, algunas de ellas con puentes levadizos, que abrían a las cuatro y treinta de la madrugada y cerraban a las ocho de la noche, con cañonazos que eran disparados desde la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, construida en 1774 al otro lado del mar. Entre las más conocidas, trascienden las de La Punta, las de las calles Reina y Muralla, llamada luego «Puerta de Tierra».

Restos de la Muralla de la Habana

Finalmente, en 1797 concluyó la gran construcción, con un coste total de tres millones de pesos. El espacio amurallado se conocía entonces como la ciudad de intramuros y se le llamaba Habana de extramuros a todo cuanto quedaba fuera del perímetro.

La Habana de extramuros

Pero La Habana comenzó a hacerse cada vez más grande. Los ataques fueron menos frecuentes y la muralla dejó de cumplir su función. Más bien, se fue convirtiendo en un obstáculo para el comercio y la circulación.

Tarja de bronce con mapa de la antigua Muralla de la Habana

Incluso en 1762, durante la toma de La Habana por los ingleses, no desempeñó función alguna pues los ocupantes optaron por asaltar la loma de La Cabaña cuando estaba desierta, único punto débil de las defensas de la ciudad. Es así como el 8 de agosto de 1863 comienza su demolición, que va a extenderse hasta inicios del siglo XX. Como resultado, diseminados aún en varios sitios de la ciudad antigua y testigos de la historia, sorprenden aún los restos imponentes de la gran barrera, digna de admiración cuando la imaginamos en su mayor esplendor.

Tradición centenaria asociada a la muralla

Actualmente, como tradición centenaria, suena aún el cañonazo en las noches habaneras. Ahora se realiza a las nueve, como parte de una fantasía que desde la misma fortaleza de la Cabaña recrea los tiempos en que se anunciaba el cierre de las puertas de la Muralla de La Habana.

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