Si en La Habana Vieja accede a la calle Mercaderes para aplacar el calor tropical, o porque la encontró al azar en su andar deleitoso por las calles habaneras, ya no la podrá abandonar porque uno detrás de otro, aparecerán sitios que le robarán su tiempo. No por casualidad la han llamado la calle de los museos y los aromas.
Muy recomendable, para empezar la visita, es adentrarse en la Maqueta de La Habana de La Habana Vieja, espacio donde se rememoran los lugares frecuentados y seleccionar los que le faltan por ver. Allí se ofrece una visión en miniatura de esa porción de la capital cubana, conocida como La Habana antigua.
Mercaderes y la esquina de Obispo
La Calle Mercaderes se cruza con el boulevard de Obispo, una de las rutas más populares y transitadas de La Habana Vieja. En esa misma esquina está ubicado el famoso Hotel Ambos Mundos.
Este hotel debe su notoriedad a Ernest Hemingway, destacado escritor que lo frecuentó y escribió en sus instalaciones. Puede hacer una parada en esta esquina y subir a la terraza del hotel donde le atrapará una vista casi mágica de la Bahía de La Habana.
Mientras se deleita con el ambiente puede comer algo ligero. Las ensaladas salteadas que prepara el lugar son muy recomendadas. De paso, toma una refrescante bebida cubana. Puede elegir desde una fría cerveza nacional hasta los tragos que preparan excelentemente, por ejemplo un Cuba Libre o un Mojito.
Lo cultural más allá de los museos
Un poco más adelante, dos casonas dedicadas a personalidades de la política del continente latinoamericano: la Casa Museo Benito Juárez y el Museo Simón Bolívar. En ellas, no solo podrá conocer sobre la vida de dos próceres de la independencia latinoamericana, sino también sobre las culturas de sus países de orígenes: México y Venezuela.
No se engañe, estos recintos no son “mausoleos culturales”. Unos metros antes de arribar a cualquiera de ellos, puede llegarle al oído un buen corrido mexicano, un son cubano, o enterarse de la apertura de una exposición, anunciada por Gigantería, una tropa de payasos alborotadores sobre zancos, quienes bailan asombrosamente en los adoquines callejeros, al ritmo de una conga. La explicación: estas instituciones son también centros culturales que ofrecen actividades de todo tipo.
Después de este obligatorio alto en su recorrido, le espera otra sorpresa sensorial, esta vez a través de su olfato.
Los olores y aromas de Mercaderes
Sin conocer inmediatamente de donde proviene, el aire se llenará de olores conocidos y otros exóticos que le recordarán la cocina familiar. Buscando y con decenas de platos deliciosos pasando por su mente, gracias a las virtudes de una buena sazón, encontrará un establecimiento modesto nombrado la Casa de las Especias de Marco Polo. Ella es la responsable de ese regodeo del gusto y el olfato, pues se dedica a la venta de las más variadas y olorosas especias nacionales y foráneas a precios módicos.
Y cuando aún no se ha recuperado de su aventura olfativa, nuevos efluvios transforman el ambiente callejero. Los invasores y deliciosos aromas de los aderezos, ceden su lugar a dulces y balsámicas esencias extraídas de las flores y los frutos cultivados en estas tierras caribeñas.
Mientras se va adentrando en una envolvente danza voluptuosa que, casi sin darse cuenta, lo pone enfrente a la casa del perfume, conocida como Habana 1791. Un espacio único en toda la ciudad, pues allí se elaboran, mediante procesos artesanales, las más increíbles fragancias, obtenidas de la flora tropical. Tiene, en ese sitio, la oportunidad de encargar un perfume personalizado, es decir, según sus características y gustos. Un oloroso recuerdo que ofrece La Habana.
Descubrir la Plaza Vieja
Caminar por Mercaderes implica hacer un viaje a través de lo diverso. Cuando piense que se terminó la calle ahí está la Plaza Vieja con el esplendor que la caracteriza. Las cuatro esquinas de esta explanada serán tentadoras para visitar.
Tendrá la Cámara Oscura, justo en la esquina con la que topa cuando desemboca por Mercaderes. Un lugar magnífico para disfrutar de vistas espectaculares del vecindario, desde las alturas.
Le sigue la Fototeca de Cuba. Una casa colonial que deslumbra por su sencillez y valor arquitectónico. Cual las conchas con sus perlas, siempre acoge y alberga en su interior agradables muestras fotográficas de artistas nacionales y, en ocasiones, internacionales.
Le sigue, en esa misma acera, el Planetario. Lugar donde el universo le sonríe, transportándole a otra galaxia. Para recrearse están los salones totalmente equipados donde se aprecia el sistema solar y los planetas.
Más adelante le espera el Café Escorial. Unos metros antes sentirá el olor que invita a sentarse en el agradable establecimiento. Además de un café podrá degustar un exquisito dulce y la jornada habrá sido plena.
Una ruta de historia viviente
La ruta de Mercaderes se extiende y comparte con otras entrecalles que aumentan la emoción de transitarla. Sus fachadas llaman la atención. Muchas tienen historia grabada, como el Mural de las Personalidades.
Disfrutar de todas las propuestas espabila los sentidos, enriquece el espíritu y alimenta el alma. Muestra que la vida está hecha de pequeñas cosas y que un paseo que las integre es un gran privilegio. La ruta ya está trazada. Avive sus sentidos en Mercaderes, diviértase con sus olores, sabores e historia. Experimente nuevas sensaciones.