Diez aves endémicas de Cuba

Diez aves endémicas de Cuba

Cuba es un paraíso del ecoturismo. Sus tranquilos paisajes, sin grandes fieras o depredadores, seducen a miles de viajeros que cada año llegan para explorar los bosques y montañas del país. La avifauna cubana es particularmente variada y curiosa, observar aves endémicas de Cuba se ha convertido en el segundo motivo de quienes viajan a la isla, solo superado por la actividad de sol y playa.

Cuba, paraíso para observadores de aves

De las más de 370 especies de aves que se ven en Cuba, 29 habitan sólo en el archipiélago cubano y no tienen subespecies o razas fuera de este. Es la Ciénaga de Zapata el lugar de mayor representatividad del endemismo. Se encuentran aquí seis géneros de la avifauna del país y se consideran pobladores del área 18 de las especies endémicas. De belleza extraordinaria era el guacamayo (Ara tricolor) que era regalo para reyes, pero desdichadamente se extinguió en 1864. Aquí podrás conocer algunas aves que solo verás si visitas Cuba.

  1. El tocororo, ave nacional

    Los aborígenes le decían «guatiní» al ave que adornaba el paisaje con su plumaje blanco, azul y rojo en el vientre. En la actualidad, se conoce también al Trogon temnurus como tocororo, una especie endémica de la isla, en género y especie, designada como ave nacional por lucir los mismo colores que la bandera cubana.

    Es posible observarlo en cualquier parte del país, aunque abunda por los bosques de la Isla de la Juventud, Cayo Guanaja y en Cayo Sabinal. Su longitud es de unos 28 cm y la envergadura de sus alas roza los 39.

    No se caracteriza por su gran movilidad y suele reposar por largo tiempo con su pescuezo encogido. Permanece como extasiada ante el paisaje, y sólo abandona esa posición para procurarse alimentos. Esta ave trepadora no sobrevive en cautiverio.

  2. El minúsculo zunzuncito o pájaro mosca

    En Cuba tenemos el ave más pequeña del mundo. No es el zunzún, sino el zunzuncito (son diferentes), un hito de la ornitología mundial. El Mellisuga helenae, apenas mide 5 centímetros del pico a la cola y no alcanza los dos gramos de peso. El macho es más pequeño y colorido que la hembra y, en planos comparativos, es más probable confundirlo con una abeja que con otra ave.

    Encontramos su población más estable en la Ciénaga de Zapata, aunque también en la Península de Guanahacabibes, la Sierra del Rosario, la Sierra de Najasa y en el extremo más oriental de la Sierra Maestra. No está en peligro de extinción, pero se le considera vulnerable por su marcada localidad.

    También se le conoce como «pájaro mosca», Colibrí, Trovador y Zumbete. En inglés se le llama Bee hummingbird. Con una rapidez inaudita, alcanza una velocidad de vuelo de hasta 114 kilómetros por hora y toma el néctar de las flores en plena suspensión utilizando su largo y fino pico. Constituye un polinizador por excelencia.

  3. El búho más pequeño: sijú platanero

    Aves endémicas de Cuba

    Con sólo 18 cm de longitud, el sijú platanero es el menor de los búhos y lechuzas de las Antillas Mayores, y uno de los más chicos del mundo. Su nombre científico Glaucidium sijú proviene del latín y significa «del color del glaucio», una hierba, y «Sijú» por el nombre aborigen. En inglés es llamado Cuban pygmy-owl.

    A pesar de ser el ave de presa más pequeña se le considera un hábil cazador. Emite un sonido algo parecido a un «cu-cu-cu, se-se, si-si-si», con las últimas notas de un tono más alto. Su nombre común se debe a que frecuenta constantemente los platanales en busca de alimento, aunque no come plátanos. Vive en cavidades arbóreas que se encuentran abandonadas, a veces hechas por pájaros carpinteros.

    Una curiosidad: gira su cabeza completamente y como presenta dos manchas negras en la nuca, éstas dan la impresión de ser ojos. Es difícil de ver, aunque se le escucha frecuentemente en los lugares que habita y suele permitir que se le aproximen. Son mansos cuando son mantenidos en cautiverio desde polluelos, aunque resulta difícil criarlos por su voracidad y sus requerimientos de alimento vivo.

  4. El esplendor de la cartacuba

    Todus multicolor es el nombre científico con que se conoce a la cartacuba o «pedorrera», una pequeña ave con plumaje de impresionante belleza. De ella sobresale, además, su pico, algo desproporcionado al resto del cuerpo, mientras los ojos muestran una mezcla de azul grisáceo que los hacen peculiares.

    Se caracteriza por su belleza, rápido vuelo y sonido peculiar. Para vivir construye pequeños orificios en los declives de los terrenos y en troncos de árboles, o utilizan cavidades naturales existentes en las piedras. Sus poblaciones se reportan en toda la nación y en la Isla de la Juventud, aunque prefieren las áreas boscosas, sin descartar los barrancos y farallones.

    La cartacuba, aparece en la lista de las aves que no admiten el cautiverio debido a que su alimentación resulta, exclusivamente, a base de insectos, por lo que un encierro ocasionaría su muerte.

  • El gran Carpintero Real

    Está subespecie endémica, conocida también como «picamaderos» o «picomarfil», está considerada en peligro de extinción y hasta 2005 se creía completamente desaparecida. Ese año se produjeron avistamientos a partir de los sonidos que hace el ave. Su nombre común en inglés es Ivory-billed woodpecker.

    Su tamaño varía entre 48 y 53 cm de longitud, 76 a 80 cm de envergadura, y es el segundo mayor de la familia Picidae, superado ligeramente en tamaño por el Carpintero Imperial, habitante del noroeste de México.

    Su plumaje es negro en la mayor parte del cuerpo, con algunas rayas blancas. En la cabeza, los machos ostentan un llamativo copete rojo. Su pico, largo y afilado, es blanco marfil, lo que distingue a la especie.

    Habitan en pantanos con bosques densos de árboles de madera dura, así como pinares con grandes cantidades de árboles muertos o enfermos. El Carpintero Real normalmente emplea su enorme pico blanco para martillear, calzar y pelar las cortezas en busca de insectos. Una pareja reproductora necesita alrededor de 25 km2 para encontrar suficiente comida para ellos y su prole.

  • El periquito o Catey: un ave prensora

    El nombre de Catey proviene de los aborígenes taínos, quienes también lo llamaban «xaxabi». Es de la familia de los loros y conocidos por el sonido fuerte y repetitivo que hacen al volar. Se trata de un ave prensora cuya población se redujo ostensiblemente durante los dos siglos anteriores, debido a la comercialización indiscriminada de sus polluelos. También es conocido como «periquito».

    El plumaje de estas aves, que anidan en los huecos de los árboles, es predominantemente verde, con matices amarillentos lustrosos. Presentan plumitas rojizas, sobre todo en la cabeza y el cuello. Los ojos también son rojos.

    Las parejas de cateyes silvestres se unen para toda la vida, y suele decirse que al fallecer uno de ellos, el otro muere de tristeza. Su promedio de vida es estimado en alrededor de 25 años e imitan palabras y oraciones cortas.

    Se encuentra en la Ciénaga de Zapata, en ciertas áreas de las montañas del Escambray, en un sitio de cría silvestre en Yaguanabo, en la sierra camagüeyana de Najasa y algunas zonas orientales.

  • El ave acuática: Gallinuela de Santo Tomás

    En la Ciénaga de Zapata, al norte del territorio boscoso conocido por Santo Tomás, a 1.5 Km, aproximadamente, de las tierras altas, se localiza la Gallinuela de Santo Tomás (Cyanolimnas cerverai). Su nombre común en inglés es Zapata rail.

    Es un ave acuática de ribera, de unos 300 mm de longitud. Tiene el cuerpo grueso y su cola es corta con plumas blancas en la parte posterior. Habita solamente en los herbazales de la ciénaga y generalmente se refugia en las llamadas «macollas», que son grupos de plantas conformados por la yerba de cortadera. Ha sido una de las aves más difíciles de observar debido a su conducta escurridiza y a que utiliza este hábitat tan inhóspito.

    La Gallinuela de Santo Tomás es exclusiva de esa localidad. Debido a su distribución limitada, al reducido tamaño de su población y su frágil ecosistema, expuesto a incendios durante la época de seca, el estado de esta especie es crítico.

  • El ruiseñor: el ave más melodiosa

    Aves endémicas de Cuba

    En inglés el ruiseñor (Myadestes elisabeth) es llamado Cuban solitaire, pues no anda en grupos. Solo puede encontrarse en la Sierra de los Órganos y la Sierra del Rosario, y la Sierra Maestra y el Macizo Sagua-Baracoa, en el oriente del país.

    Su canto no se parece al del llamado ruiseñor europeo. El ruiseñor de Cuba está considerado por especialistas como el más hábil de los pájaros cantores, incluso supera al sinsonte por la destreza vocal que adquiere durante el aprendizaje.

    Es considerado por algunos autores como «la reina de las aves cantoras». Su canto melodioso y prolongado no ha podido ser imitado por ninguno de los pájaros conocidos. Hay quienes sienten en la divina entonación algo de tristeza.

  • El hallazgo del Cabrerito de la Ciénaga

    El Cabrerito de la Ciénaga (Torreornis inexpectata) tiene sólo tres poblaciones: en la Ciénaga de Zapata, en Baitiquirí en Guantánamo, y Cayo Coco en Ciego de Ávila. Es la tercera especie descubierta por el ornitólogo Fermín Zanón Cervera en la Ciénaga de Zapata, además de la Fermina y la Gallinuela de Santo Tomás. Su familia, según los especialistas, es la de más reciente aparición sobre la Tierra.

    Es fuerte, de aproximadamente 17 cm y con alas desproporcionadamente pequeñas. Durante los meses de invierno puede localizarse en pequeños grupos buscando alimentos, se encuentran más activos por la mañana temprano y por la tarde. No se conoce su canto, el sonido que emite es un «slip» similar a otros pájaros de la región.

    Por encima es gris olivado, la espalda rayada de negro, la parte superior de la cabeza es castaña, la cola negruzca y debajo de los ojos tiene tres rayas negras. Las partes inferiores son de color amarillo pálido. Tiene el pico gris oscuro y ojos negros.

  • Perdiz: la más rara de las palomas silvestres

    Una de la aves más vistosas de la Isla es la Paloma Perdiz (Starnoenas cyanocephala). Bella y multicolor, que no se encuentra en el orden de los Galliformes de las verdaderas perdices, sino en el de las Columbiformes, o sea, de las palomas.

    En el idioma taíno se la llamaba «camá» y en inglés se la conoce como Blue-headed quail-dove. Mide cerca de 30 cm de largo y tiene la parte superior de la cabeza de color azul metálico, que limita con una banda negra al nivel de los ojos. A esta le sigue por debajo una banda blanca que parte de la barba y termina en la nuca.

    Es una especie vulnerable y rara. Como todas las aves que anidan en el suelo, es afectada por la presencia de cerdos, gatos, perros, mangostas y ratas.

    Andan en parejas, preferentemente caminando lentamente por el suelo. Hacen un nido sencillo de ramitas protegido en hoyos entre raíces de los árboles. La especie está presente en los bosques densos con pocas herbáceas como en Guanahacabibes, La Güira y la Península de Zapata. Existe en otros lugares del país, pero resulta poco común. En Isla de la Juventud está casi extinguida.

  • Observar las aves endémicas de Cuba

    En varios sitios es posible apreciar el alto endemismo de las especies cubanas. Uno de ellos es Mil Cumbres en Pinar del Río, área donde se encuentra el «Paraíso de las Aves», con más de 50 especies, entre ellas la cartacuba, el tocororo, el ruiseñor y el zorzal gato.

    En el centro-sur del país está la Laguna de Guanaroca, en la Bahía de Cienfuegos, sitio ideal para aves acuáticas que alberga una colonia de flamencos rosados. Otros escenarios indispensables son el área protegida de Hanabanilla, con varios senderos para la observación de aves; el Parque Bagá en Cayo Coco, un paraíso tanto de especies terrestres como acuáticas; El Nicho, en Guamuhaya; así como la Laguna de la Leche, la más grande reserva natural acuífera de Cuba.

    También puede ir a la Sierra del Chorrillo en Camagüey, el valle del río Cauto y son otros espacios que permiten disfrutar de estas y otras hermosas aves endémicas de Cuba.

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