Teatro Tomás Terry

Teatro Tomás Terry

Gusta al cienfueguero hablar de su ciudad como gato que se relame los bigotes. Es orgullo, con una pizca de chovinismo, de persona que se sabe oriunda de una de las urbes más bellas de Cuba.

Orgullo, pero sobre todo familiaridad. Para el cienfueguero, no sólo las personas, las esculturas, los edificios y hasta las calles son viejos amigos, de los cuales habla con veneración y entono.

Uno de esos amigos es el Teatro Tomás Terry. Amigo algo taciturno y solemne a veces; bonachón y espléndido otras, pero de los que no se destiñe, como dicen los cubanos. Razón por la que conserva la devoción y admiración de sus coterráneos.

Todos pretenden sus favores, todos se dicen sus amigos, conocidos y hasta familiares y todos comparten la alegría de verlo siempre ahí, con más años que el palmar de Acosta y más vital que un «pepillo» en la Discoteca Benny Moré; vecina suya, por cierto.

¿Cómo empezó todo?

Teatro Tomás Terry visto desde el Parque Marti

Por un nombre. Y no uno cualquiera, no señor. Don Tomás Terry y Adams (1808 – 1886), gran zar del azúcar y el comercio de Cienfuegos. Dueño de tierras e ingenios; señor de esclavos e ilustre Marqués de Perinat, es oriundo de Caracas. ¡Mantuano tenía que ser!

En la primera mitad del siglo XIX emigró a tierras cubanas y fijó su residencia en la rica y pujante ciudad de Cienfuegos. Poco demoró en amasar una de las fortunas más conocidas del mundo, al punto de ser llamado el Creso Cubano.

Cuenta la historia, que Don Tomás, muy dado también a obras filantrópicas y empresas de mecenazgo, ofreció en 1863 sesenta mil pesos al gobernador de Cienfuegos para construir un teatro.

Cincuenta mil se emplearían en la edificación, y los 10 mil restantes en construir una escuela para niños pobres. Pero el proyecto no se llevó a cabo.

¿Pero ahí no quedó la cosa…?

Detalles de la fachada del Teatro Tomás Terry

Por supuesto. Más de veinte años después, en 1886, después del fallecimiento de Terry, arribaron a Cienfuegos, procedentes de París, última morada del anciano magnate, sus hijos para distribuir entre los herederos la fortuna paterna.

Y cumplir con el deseo de su padre: dotar a Cienfuegos, su segunda patria, de un excelso teatro de lujo, admirado por todos y prestigiado por grandes artistas de renombre mundial.

Decididos a cumplir la pretensión paterna, separaron cien mil pesos para erigir el teatro. En diciembre de 1887 fue colocada la primera piedra, se terminó en 1889 y no es hasta febrero de 1890 que se inaugura con gran «pompa y circunstancia», como diría Edward Elgar.

¿Único de su tipo en el país?

Vista panorámica del Parque Martí de Cienfuegos donde se encuentra enclavado el Teatro Terry

No hombre, no. A su lado se arrellanan ampliamente el Teatro Sauto, en Matanzas; y La Caridad, de Santa Clara. Los tres constituyen, en su tipo, las joyas de la corona en la arquitectura teatral decimonónica cubana.

«Teatro a la italiana», se le llama, porque posee una sala en forma de herradura donde el público se sitúa en cuatro niveles, pero siempre de frente al escenario.

De elegante estilo ecléctico, está situado en el Parque Martí, el centro histórico urbano. A su alrededor bulle la vida citadina y se desperezan confortablemente el Museo Provincial, el Palacio Ferrer, la Catedral, el Bulevar, el Paseo del Prado, entre otros sitios.

Tiene una fachada compuesta por un corredor rectangular al que anteceden cinco arcos de medio punto. A su costado derecho, puede encontrar una pequeña tienda de discos y otros souvenirs, así como el Café Terry.

En el segundo nivel, se abre hacia el parque toda una batería de grandes ventanales, y el pórtico está coronado por tres mosaicos de la casa veneciana Salviati. Representan a la musa de la tragedia, la comedia y la música, y constituyen uno de los pocos ejemplos existentes en Cuba de la influencia bizantina.

¿En su interior…?

Estatua de mármol de Tomás Terry y Adams en el vestíbulo del Teatro que lleva su nombre

El esplendor va en aumento. Al vestíbulo, enseñoreado por un gigantesco espejo, se accede por tres grandes puertas.

Encontrará en él, además de una rica decoración, la estatua de mármol de Tomás Terry Adams, hospitalario, bonachón, satisfecho de ver cumplido su deseo.

Tras el vestíbulo encontramos el auditorio, compuesto por tres secciones de butacas y 21 palcos, donde se respira privacidad, que pueden acoger sin dificultad a más de mil personas.

Está decorado con mármol de Carrara, parqué tallado a mano y en su falso techo de yeso juegan despreocupadamente figuras alegóricas a la aurora, la risa, y el llanto, obra del artista filipino-madrileño Camilo Selaya Toro.

El escenario posee cierta pendiente hacia el público, lo cual propicia una mejor visibilidad de este. Se conserva todavía el sistema de tramoya y bambalinas empleado en su apertura, hace más de 125 años.

Diez metros en la boca y 19 de profundidad posee dicho escenario. Está precedido por una abertura ricamente trabajada al relieve, donde prevalece el dorado, con un expresivo mascarón que representa la comedia.

Colocado en 1965, su autor es el artista cienfueguero Mateo Torriente Bécquer y aún hoy existe la leyenda de que este rostro, algo inquietante valga decir, observaba antaño la reacción del público ante cada puesta. ¿Quién sabe?

Completan al escenario, dos torres de palcos grillés o proscenio. Las pinturas murales que adornan las paredes del recinto se deben también al ya mencionado Selaya Toro, autor también, de la decoración de La Caridad, en Santa Clara.

Otro sueño cumplido de Tomás Terry

Butacas de un Teatro

Por el Terry han pasado, supongo que con agrado de la memoria de Don Tomás, importantes artistas del pasado y el presente. La actriz cienfueguera Luisa Martínez Casado; el músico y compositor Ernesto Lecuona.

La bailarina rusa de renombre mundial Ana Pavlova; el tenor italiano Enrico Caruso, la actriz francesa Sara Bernhardt y la estrella del cine de oro mexicano Jorge Negrete.

Además de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, los cantantes Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, y el bailaor Antonio Gades, entre otros.

A modo de cierre…

Fachada del Teatro Terry de Cienfuegos

No pierda la oportunidad de visitar Cienfuegos y su renombrado Teatro Terry. Admire por sí mismo, sin escribidores intermediarios y parlanchines, este edificio galardonado con el Premio Nacional de Conservación del 2008.

Ande por sus pasillos y galerías, invoque a sus fantasmas o simplemente disfrute de las noches de buena música que ofrece el Café Terry, ubicado a un costado, como bien sabe, de este augusto gigante.

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