Guía para enamorarse de La Habana

Guía para enamorarse de La Habana

Si el plan para tus vacaciones es hacer turismo de ciudad, hay un lugar en el Caribe que no debes perderte: La Habana. Arcos, columnas, cúpulas definen a las eclécticas edificaciones de su centro histórico, Patrimonio Cultural de la Humanidad, donde prima un paisaje arquitectónico inigualable.

La ciudad no es para nada silenciosa. En cualquier bar o calle puedes encontrar un grupo de músicos animando el ambiente. También integrados al bullicio de las grandes capitales, escucharás vendedores ambulantes con pregones muy graciosos.

¿Qué visitar y que ver en La Habana?

La Habana es «real y maravillosa», como dice la campaña por sus 500 años, basado en una frase del escritor cubano Alejo Carpentier. Aquí no faltarán las experiencias auténticas, pero la siguiente guía puede ayudarte a descubrirlas con más facilidad.

Calle Obispo: vitrina de la ciudad

Para captar el espíritu de la centenaria urbe es preciso recorrer la Calle Obispo, una de sus más antiguas calles, surgida cuatro años después de la fundación de San Cristóbal de La Habana (1519). Desde entonces ha sido una de las zonas más comerciales y turísticas del centro histórico, colmada de galerías de arte, tiendas, bancos, museos, restaurantes y bares, siempre animada por una banda sonora donde no faltan los sones cubanos o la rumba.

Es una calle estrecha y peatonal, siempre llena de visitantes. Allí conviven los olores a tabaco, las frituras de maíz, flores que venden en varias esquinas, todo mezclado con el salitre de la bahía habanera, desde donde empieza la vía.

Aquí se experimenta la atmósfera incomparable de La Habana Vieja, reforzada por diversos museos como el Numismático, el de Pintura Mural, Orfebrería; o edificios curiosos y emblemáticos como la Farmacia Taquechel o el Colegio San Gerónimo. Entre establecimientos de venta de suvenires, ferias artesanales y bares, el visitante puede pasar horas entretenido. Tal vez coincida con los saltimbanquis en zancos de «Gigantería Habana», o las esculturas vivientes que interpretan personajes históricos de la ciudad, quienes le dan un sello particular a esta calle.

En la esquina de Obispo y Mercaderes está el Hotel Ambos Mundos, donde permaneció el célebre escritor norteamericano Ernest Hemingway, enamorado confeso de La Habana. Otro sitio que se relaciona con el autor de «El viejo y el mar», es el mítico bar Floridita, donde hacen el daiquirí más sabroso de Cuba, un trago típico que no debe perderse si anda cerca.

Y si es amante de las artes visuales hay un estudio-taller muy céntrico en esta arteria, donde, se exhiben las obras de cinco de las grandes figuras del arte cubano. La dirección exacta es Calle Obispo, No 109, entre Mercaderes y Oficios, justo en la Plaza de Armas.

El Estudio-Taller de Zaida del Río y otros artistas de vanguardia

Muy cerca de Tacón, «la calle de madera», justo en la esquina donde inicia la calle Obispo tiene su sede el restaurante La Mina, muy conocido por su buen servicio y porque incluye una heladería, la dulcería Doña Teresa, la Casa del Agua, el Café Cappuccino y una tienda donde se venden habanos y rones cubanos.

En la segunda planta de la antigua mansión colonial radica el estudio-taller y local de exhibición de cinco famosos artistas cubanos: Zaida del Río, Ángel Ramírez, Carlos Guzmán, Ernesto Rancaño, Pedro Pablo Oliva y Roberto Fabelo.

Esta galería, rehabilitada en 1985, fue una de las sedes pioneras en el arte contemporáneo cubano y en promocionar a los artistas de vanguardia. Actualmente llama la atención como cada uno de los creadores han personalizado sus áreas de trabajo. Si desea coincidir con alguno, la mejor hora para la visita es la mañana. Por lo general en este horario, si se encuentran en el estudio, reciben a los invitados y hablan de sus obras y estéticas, además firman algunas de las creaciones que se vendan.

El lugar tiene vistas maravillosas del centro histórico. Aquí residieron en siglos pasados obispos de La Habana, que oficiaban en la cercana Catedral de La Habana.

Entre las obras exhibidas destacan las de la única mujer del grupo, la dibujante, grabadora y pintora Zaida del Río, graduada de la Escuela de Bellas Artes de París. Casas de tabaco, niños, paisajes tropicales, representaciones de la religión afrocubana, pavos reales, «la danza cósmica de Shiva»; donde la artista expresa su gran pasión por la cultura India; y de más reciente realización temas sobre el erotismo masculino, pueden encontrarse en las creaciones de esta creadora.

La descarga del trovador Ray Fernández

Si desea seguir un itinerario cultural es preciso que conozca al trovador Ray Fernández. La peña de este cantautor y su banda en el Diablo Tun Tun, piano-bar de la Casa de la Música de Miramar, es la más espectacular de La Habana.

Una legión de fieles acude a la cita cada jueves, entre las seis y la nueve de la noche, e incluso algunos suben al escenario con la complicidad de Ray y comparten el micrófono. Al habitual encuentro siempre llegan otros conocidos músicos cubanos y se suman a la descarga. Predomina un ambiente bohemio, de buena vibra, y puede pasar cualquier cosa durante el espectáculo.

Para armar su performance Ray ha cantado con sombreros charros, barriga al aire, lanzando oraciones en lengua vasca, y ataviado con simpáticas medias multicolores. Además, parodia, hace décimas, improvisa con inauditos pies forzados. Pasa por el rock, el son, el tango y hace sátiras políticas como nadie.

Su obra, desprejuiciada, políticamente incorrecta y que huye del lugar común, es el testimonio más fidedigno posible de la Cuba reciente.

Casa de la Música de Miramar: donde se baila salsa y timba

Para continuar bailando con música cubana en vivo, de la peña de Ray siga para el gran salón de la Casa de la Música de Miramar, cuya entrada es al doblar del «Tun Tun». Allí, cualquier día de la semana puede encontrar una excelente orquesta de música popular bailable.

Su atmósfera divertida y relajada atrae a un público bastante heterogéneo, formado por estudiantes, intelectuales, músicos, artistas y por supuesto, la farándula habanera. Los bailarines más conocedores dicen que la pista de la Casa de la Música de Miramar es de las mejores de La Habana, por su tamaño y por la música que allí suena.

Cada noche suele haber excelentes actuaciones de diferentes estilos. En la actualidad tienen espacios habituales en este escenario la orquesta Havana D’Primera, dirigida por Alexander Abreu, el popular músico Alain Pérez, el Niño y la Verdad, el maestro Adalberto Álvarez y José Luis Cortés y NG La Banda.

Dicen que quien no ha estado en la Casa de la Música de Miramar no ha conocido la noche habanera. En esta mansión colonial construida en los años 40 también se exhiben y comercializan discos del sello EGREM, el más antiguo y prestigioso del país.

La venta de CD y los conciertos se complementan con una exquisita oferta gastronómica que incluye deliciosos cocteles tradicionales y comida típica cubana. Merece la pena tomar un taxi y llegar hasta la Avenida 35 esq. 20, en Miramar, y ver en directo el «swing» y la calidad de los músicos cubanos.

Para amanecer: Bar Encuentro

Bar Encuentro

La Casa de la Música cierra alrededor de las tres de la madrugada, pero si todavía tiene ánimo para seguir la fiesta debe llegar hasta el Bar Encuentro, un lugar fabuloso que se llena de jóvenes, con una amplia carta de coctelería internacional y de fondo música grabada.

Ubicado en la Calle Línea #112 e/L y M, propone vivir el buen gusto a los pies de una de las avenidas principales del Vedado capitalino. Desde la variedad, la elegancia y lo natural tiene todo lo necesario para una noche exquisita.

Con su servicio de «hookahs», dispositivo que también se conoce como «shisha», sugiere la experiencia de fumar tabacos de distintos sabores. Esta práctica de origen oriental ha ganado cierta popularidad entre el variado público que visita el Bar Encuentro.

Cualquier día o noche puede visitar el bar, abierto hasta las seis de la mañana. Aquí la especialidad son las tapas marineras y terrestres. Su cercanía con las principales avenidas del Vedado y rutas de transporte público, otros cabarets y centros de espectáculos, garantizan que siempre este concurrido, además de la calidad de su servicio.

Fusterlandia, abrazo del arte y el mar

Para otra jornada diurna resulta interesante visitar el pintoresco pueblo costero de Jaimanitas, en el extremo oeste de La Habana. Aquí radica el proyecto cultural encabezado por el pintor y escultor José Rodríguez Fuster, cuya sede se ha convertido en un inusual atractivo para turistas.

«Fusterlandia», como lo denominó hace años el periodista Tracey Eaton del Dallas Morning News, es casi el nombre con que se conoce esta zona del poblado de Jaimanitas. Es que el artista decoró más de 150 fachadas de viviendas con obras pictóricas y mosaicos, así como las paradas de ómnibus y otros espacios públicos.

La comunidad, antes humilde y olvidada, ahora es una explosión de arte y creatividad que tiene como epicentro la propia casa del artista, el Taller Estudio José Fuster, una residencia de grandes dimensiones decorada desde el techo hasta los cimientos con esculturas, pinturas y sobre todo con mosaicos multicolores. Los vecinos atraídos por la idea ceden sus casas y pequeños espacios para que intervenga el talento de quien quiere expresar a toda costa su amor por el arte. Una visita a la peculiar galería le mostrará otras aristas de la cultura en la ciudad habanera.

En ómnibus, en «almendrón»; como se conocen los carros antiguos de alquiler; o en un taxi, puede llegar a esta interesante propuesta. El preámbulo puede ser recorriendo 5ta Avenida, donde se disfruta del litoral marítimo y también de la arquitectura de grandes y espléndidas mansiones de la primera mitad del siglo XX.

La Calle 23, centro de la vida moderna

Al día siguiente, si desea estar sosegado, cenar tranquilo y conocer un poco más la ciudad debe recorrer la Rampa capitalina. Así se conoce a las cinco cuadras que nacen desde el malecón hasta la calle L, en la popular y céntrica Calle 23, del Vedado habanero.

Si alguien menciona que estas son las cuadras más populares de todo el país, créalo. Aquí se encuentra el Pabellón Cuba, sede de exposiciones de los jóvenes artistas y la Feria Arte en la Rampa abierta durante los meses de verano. Durante todo el año puede acceder a la Feria de Artesanía de 23; con tejidos, zapatos, pinturas, orfebrería; y a bares, restaurantes, el Club de Jazz la Zorra y el Cuervo, el Edificio del Instituto Cubano de Radio y Televisión o el Parque El Quijote con su emblemática escultura, por sólo mencionar algunos lugares.

La esquina de L y 23 es la más populosa. Aquí se encuentra el Cine Yara y el Hotel Habana Libre Tryp, con un imponente mural realizado por la pintora cubana Amelia Peláez. En el primer piso hay una heladería maravillosa y desde el último se pueden apreciar vistas espectaculares de La Habana.

Por los alrededores hay varios sitios donde venden pizzas al «modo cubano»: más gruesas, con mucho queso derretido y salsa de tomate; también hay pequeñas tiendas de artesanía.

En esta intersección también hay varias paradas de ómnibus que conectan con todos los rincones de la capital. Además, se ubica la famosa heladería Coppelia, el centro de su tipo más grande del país, donde venden a precios más asequibles que en el resto de los establecimientos de la ciudad. Aquí el movimiento de personas nunca para.

Cenando en La Moraleja

Muy cerca de la bulliciosa esquina donde coinciden el hotel Habana Libre y la heladería Coppelia, está el restaurante La Moraleja, sitio muy recomendable para comer en medio de un paseo por el Vedado. Se ubica en una mansión centenaria, con terraza y patio interior encantadores, en la Calle 25, número 454, entre I y J.

Es el sitio a donde ir para probar cocina cubana, pero no la más tradicional, sino una que sobre lo típico hecha a volar la imaginación del chef y los clientes. Disponen de una excelente cava de vinos para combinarlos con carnes y pescados a la parrilla.

Ofrecen menús únicos por aproximadamente 25 CUC. Por ejemplo, ese precio es la puerta a una sensacional mezcla de sabores que incluye varios entrantes, pan y mantequilla, tres platos fuertes entre ellos una maravillosa langosta, arroz, frijoles negros dormidos, postre, café, y la elección de dos líquidos.

Como las mejores experiencias se fundan en los detalles, La Moraleja deja para el final el regalo de un puro para combinarlo con alguno de los típicos cocteles cubanos, como el mojito o el daiquirí.

El legendario Palacio de la Rumba

Si disfrutaste la salsa de la Casa de la Música de Miramar, debes regalarte una visita al Palacio de la Rumba. Es que este género ha sido muy importante para los ritmos bailables más populares de la Isla, su potencia en la percusión es la columna vertebral de la música cubana.

El Palacio de la Rumba, a la vera del Parque Trillo en el folclórico barrio habanero de Cayo Hueso, es un templo de la cubanía donde se puede conocer más sobre las raíces africanas que alimentaron la cultura de la Mayor de las Antillas.

Para no perderse aquí dejo la dirección: Calle San Miguel, número 860, entre Hospital y Aramburu. Pero cualquier habanero puede indicarte cómo llegar a este sitio pensado para que se presenten agrupaciones de este género nacido en los barrios humildes de Matanzas y La Habana, y declarado recientemente Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO.

Puede hacer coincidir su visita con el festival «Timbalaye, la Ruta de la Rumba», que cada año ofrece espectáculos y conferencias sobre las expresiones culturales y la religión afrocubana. Pero cualquier día es buena ocasión para llegar al Palacio de la Rumba, que se abre a cualquier amante de la música más autóctona desde las 10 p.m. hasta las 2 a.m. Allí vivirá una atmósfera muy festiva entre cantos y bailes de «guaguancó», «yambú» o «columbia», marcados por el repiquetear de los tambores y cajones.

Recorrer las calles y enamorarse de La Habana

Lo que hace más especiales las calles habaneras son las personas que encuentras allí: visitantes de casi todos los lugares de la Isla y el mundo, artistas de todas las expresiones que con sus creaciones inundan la ciudad…

El recibimiento siempre es afable, porque si algo distingue a los cubanos es su hospitalidad. Una visita a la ciudad maravilla es un descubrimiento y una puerta por donde entrará la fascinación con un pueblo vital y alegre.

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