La llaman la isla de la música. Cuba es un sitio increíble donde a cada paso hallará un músico con su guitarra, una pequeña agrupación o toda una orquesta amenizando una festividad. No es difícil tropezar en sus calles con un transeúnte que va cantando, un auto en plena calle con el volumen al tope, o los acordes de un popular tema musical que desde una casa invita al baile.
Y es que en la música los cubanos han encontrado la manera ideal para expresar y expresarse. A través de ella se muestran al mundo y este los recibe con la jovialidad de sus cantos y sus ritmos. Así que no es de extrañar que hayan querido demostrar su autoridad, a través de varios récords en la música cubana. Veamos algunos.
Un son imposible de bailar completo
Según datos recogidos participaron 95 agrupaciones, 976 músicos y 40 mil interesados entre productores musicales, periodistas, musicólogos, cronistas, fotógrafos, espectadores y muchos otros, reunidos en el Salón Rosado de la Tropical, lugar considerado el «paraíso de los bailadores cubanos».
Se extendió por más de 110 horas y fueron los 5 días más disfrutados por los seguidores de la música cubana hecha para bailar. La orquesta emblemática de Cuba, los Van Van, arrancó con sus inconfundibles acordes a las 10 de la noche del 8 de marzo de 1997; mientras que otro mito de la música popular, la comparsa «La Jardinera», cerró el día 12 del propio mes.
El acontecimiento ocurrió en la primera emisión del Cubadisco, feria dedicada a la producción discográfica cubana.
A la cita acudieron las más importantes orquestas del género en Cuba y otras menos conocidas pero igualmente cultoras. NG La Banda con José Luis Cortés al frente (hoy Premio Nacional de Música), Paulo FG, Adalberto Álvarez y su son (también Premio Nacional de la Música), la Charanga Habanera, la Orquesta Aragón, Compay Segundo, Yumurí y sus hermanos, Elio Revé son solo algunas de las agrupaciones que ejecutaron sus composiciones para demostrar cuál es la tierra del son.
Se alternaron unas a otras en un tiempo promedio de 2 horas para cada presentación y confluyeron, además de las orquestas reconocidas radicadas en La Habana, otras provenientes del resto de la isla para contribuir con el logro de tal empresa.
En el año 2011, durante una nueva edición del Cubadisco, se rememoró el maratón musical, en esa ocasión con la peculiaridad de ejecutarse desde varias provincias cubanas quienes de manera sincrónica asumieron el batón de relevo, por más de 120 horas, para llevarlo hasta el extremo más oriental cubano. Sin embargo, el récord alcanzado en 1997 perdura como el primigenio, aquel alcanzado en condiciones económicas difíciles donde la música y el baile reforzaban tradiciones, espíritu y cultura.
Una rumba interminable
Una vez más Cubadisco aportó el marco propicio para que hablaran los tambores junto a los más avezados cantadores. Corrían los primeros días del mes de mayo, en el 2008, cuando se inauguraba el más importante evento musical cubano, en esa ocasión dedicado a la diáspora africana.
Desde las lejanas tierras del continente negro viajaron a Cuba, al poco tiempo de ser descubierta, cantos, toques y la idea de reproducir instrumentos musicales a la manera de aquellos abandonados cuando, fortuitamente, fueron arrastrados innumerables africanos hacia la isla. En 300 horas de percusión, improvisaciones y bailes rítmicos se homenajeó aquel legado que aún se respira en las calles cubanas.
Varias provincias acogieron el reto de interpretar y ceder al siguiente territorio el valioso récord. Comenzó en la oriental Holguín el día 4 y culminó en La Habana con presentaciones en parques, centros y espacios para el baile como el Salón Rosado de la Tropical. Agrupaciones antológicas de la rumba cubana unieron esfuerzos: el Conjunto Folklórico Nacional, institución encargada de preservar, cultivar y representar la riqueza danzaria y musical del folklore cubano; Rumbatá, de Camagüey; Yoruba Andabo, Clave y Guaguancó, además de «los Muñequitos de Matanzas», la más antigua de las agrupaciones rumberas cubanas, ganadora de un Premio Grammy Latino, en 2001.
La rumba fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación Cubana en el año 2012 por constituir expresión genuina de las tradiciones del país que han sido transmitidas de generación en generación. Asimismo ha servido como documento social en tanto funge como cronista de su tiempo al reflejar acontecimientos, preocupaciones, expresiones que identifican el saber popular. En el 2016 fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El Palacio de la Rumba, en Centro Habana, es el principal espacio donde se puede disfrutar de este tipo de interpretaciones. Otro sitio emblemático es el Callejón de Hamel, también en Centro Habana, donde cada domingo a golpe de tambor los bailadores y seguidores de este complejo musical se reúnen para cantar, moverse y socializar entre interesados y curiosos por este tipo de género.
La música campesina también tiene su récord
Un guateque gigante con más de 300 horas se hizo eco del genio y talento de los improvisadores, decimistas y repentistas cubanos que decidieron demostrar que también podían lograr su marca.
Inició el 2 de mayo del 2010, fecha ubicada en el cronograma del Cubadisco, y se extendió hasta el 15 del propio mes, espacio en el que las diferentes regiones cubanas cantaron sus tonadas, seguidillas e improvisaciones heredadas de lo más singular y autóctono de los campos cubanos.
Dos años después, en 2012, el Consejo Nacional de Patrimonio enunció la declaratoria del «repentismo» como Patrimonio Cultural de la Nación Cubana y en el 2017 se hizo oficial la inclusión del punto cubano en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El valor del mismo radica en los valores poéticos y musicales que durante siglos han cultivado los campesinos cubanos, transmitidos oralmente a las sucesivas descendencias.
Si bien es cierto que durante años este tipo de interpretación ha estado asociada a las zonas rurales, en la actualidad se expandido por toda Cuba y su práctica rebasa sus límites. Las «Casas de la Cultura» en todos los territorios han estimulado la creación de talleres para motivar a la juventud en la práctica de esta ancestral creación. Por ejemplo, desde 1930 se mantiene la parranda más antigua de Cuba, la Peña Wilfredo Sacerio, que en las mañanas de cada domingo se reúne en el Parque Villuendas de Cienfuegos, en honor al emblemático improvisador de la zona, conocido como «el Ruiseñor de Arizona».
Hoy en día se puede disfrutar de estas peñas en las diversas regiones cubanas, pero su evento cumbre es La Jornada Cucalambeana que se desarrolla en Las Tunas, entre los meses de junio y julio de cada año.
Existen numerosas instituciones dedicadas al estudio y preservación de este valor inmaterial como la Casa Iberoamericana de la Décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo «El Cucalambé», en esa provincia; la Casa Naborí, de Matanzas; la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba; el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado; la Casa de Iberoamérica, de Holguín. En todos persiste el empeño de estudiar, mantener y rendir culto a quienes, desde la sabiduría popular, tejen imágenes poéticas con los versos.
De música electrónica también
Fue presentado como:
«La electrónica más larga, la primera fiesta de música electrónica trasmitida en vivo por el canal Clave de la Televisión Cubana…»
El más reciente de los records musicales cubanos ocurrió en el contexto del XVI Festival Cuerda Viva 2018, un evento que premia lo mejor de la música alternativa nacional. Durante 5 horas continuas, transmitido en directo, 21 DJs se reunieron para deleitar a seguidores e interesados en el acontecimiento musical.
Su celebración tuvo lugar en el Pabellón Cuba, un recinto expositivo ubicado en la calle 23 del habanero barrio del Vedado. El mismo acoge proyectos musicales vinculados a los gustos más jóvenes, en ocasiones estimulados por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) organización cubana que agrupa a los creadores artísticos noveles y cuya sede nacional radica en dicho espacio.
Remixes, hip hop, fusiones y propuestas más conceptuales fueron presentadas y acogidas por un público ávido y avezado que disfrutó de los talentosos músicos en una apacible tarde habanera del 17 de febrero. Junto a ellos, los nominados a los premios Cuerda Viva 2018 regocijaron al público allí concentrado.
Otras marcas musicales
Cuba también es la tierra del bolero, por eso en el año 2001 numerosos cubanos se reunieron para interpretar los temas más conocidos en una cantata que se extendió por más de 76 horas.
Otras 16 horas, pero en el 2003, estuvieron dedicadas al género musical «changüí» que, para no parecer retrasado, procuró tener su marca. Considerado una modalidad del son, el changüí surgió en la región oriental, específicamente en la provincia de Guantánamo, en medio del lomerío de donde bajó para mezclarse con otras variantes musicales. Tres instrumentos son indispensables en un buen changüí: el tres (tipo de guitarra), el güiro y la marimba.
Porque Cuba es la isla de la música
No debe extrañarnos si en los próximos años continúan apareciendo otros récords asociados a maratónicas interpretaciones musicales en Cuba. Y es que en esa tierra florece la música y sus ejecutores con una facilidad sorprendente. Hay musicalidad en la risa de los cubanos, en su caminar cadencioso, en la manera en que conversan y hasta en la forma de discutir; porque evidentemente la mayor isla caribeña ha sido bendecida en todos los sentidos: clima, población, cultura y dentro de esta, la música como una de sus mejores expresiones.