Es la Isla de la Juventud una tierra fecunda en maravillas naturales, leyendas de tesoros piratas y nombres. Como lo oye, pocos lugares en Cuba, y quizás en el mundo, han cambiado tanto de nombre como esta pequeña islita de la costa sur del occidente cubano.
Para los indios fue Camaracó, Ahao y Siguanea; Cristóbal Colón la bautizó La Evangelista en su segundo viaje, y Diego Velázquez Cuéllar, Santiago. Sucesivamente fue llamada Santa María, San Pauli, Colonia de la Reina Amalia e Isla de Pinos.
Popularmente fue llamada, además, Isla del Tesoro, en parte gracias a Robert L. Stevenson y su novela, Siberia de Cuba, Isla de las Cotorras, Isla Olvidada, Isla de los 500 asesinatos e Isla de los Piratas.
Hoy se le conoce, desde 1978 exactamente, como Isla de la Juventud, en reconocimiento a los miles de jóvenes que allí estudiaron y trabajaron por el desarrollo de esta tierra.
A ella se puede llegar tanto en avión, desde el aeropuerto José Martí en La Habana, como por mar, en un catamarán que sale del poblado de Batabanó, al sur de La Habana. Su capital es Nueva Gerona y, por fortuna, no es el único sitio digno de ser visitado en esa tierra de ensueño.
Apenas solo una muestra
Venga y conozca detalles de algunos de los sitios más increíbles, novelescos y placenteros de esta isla y de Cuba en general.
A través de 8 destinos de la geografía pinera podrá adentrarse en las esencias de una tierra donde la magia, a fuerza de golpes de sables piratas, lamentos de condenados, susurros de cocodrilos y arenas de plata, se reinventó.
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Finca Museo»El Abra»
Monumento Nacional desde 1978, este pedazo de suelo pinero alberga uno de los pasajes más dolorosos y a la vez luminosos de la historia de Cuba. En 1870, el joven José Martí Pérez se recupera de los trastornos pasados en el presidio y espera por su deportación a España.
El dueño de la finca, José María Sardá, catalán, era amigo del padre de Martí, logró del gobierno español que la condena del joven fuera rebajada y lo alojó en su casa.
Ubicada en Sierra Las Casas, a un kilómetro y medio de Nueva Gerona, Sardá se muda a ella en 1869 y le da por nombre «El Abra», no se sabe bien si aludiendo a su ubicación o a la palabra «arbra» que en catalán significa árbol.
Única de su tipo en el país, la casa vivienda es diseñada a la usanza de las grandes haciendas catalanas, llamadas «Macías». Está conformada por tres cuerpos arquitectónicos independientes: una cocina-comedor en el centro y dos bloques de habitaciones a los lados.
Posee, además, una cochera, un granero y todavía sobreviven vestigios de lo que fueran los barracones de esclavos, un pequeño horno de cal y el pedestal en el patio que funciona como reloj de sol.
Tras muchos avatares, la casa abre sus puertas como museo en 1944. En la primera habitación, situada en el segundo cuerpo arquitectónico, se alojó Martí.
Hoy se exhiben la cama, sus sábanas; los libros de Historia Sagrada sobre el Antiguo y Nuevo Testamentos, lecturas del Apóstol en esos días; así como el crucifijo de madera y bronce que este le envió desde España a Doña Trinidad, esposa de su benefactor.
Entre otras piezas, destacan un libro dedicado por Fermín Valdés Domínguez a Martí; dibujos al creyón de importantes momentos del quehacer martiano, así como los cuadros al óleo de Martí y Sardá, pintados por Enrique Caravia y Domingo Ravenet.
Sesenta y cinco días permaneció Martí en El Abra. Sesenta y cinco días de pesadillas nocturnas, curaciones, temores, interrogantes y la decisión irrevocable de luchar y padecer por Cuba para siempre. Sesenta y cinco días que bastaron para impregnar a esa propiedad de una claridad que aún hoy pueden sentir aquellos que llegan a ella con respeto y admiración.
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Playa Bibijagua
Ubicada en el noroeste de la Isla de la Juventud, a unos 8 kilómetros de Nueva Gerona, esta playa sobresale en la geografía pinera por sus arenas negras, formadas por la acción erosiva del mar sobre el mármol.
A comienzos de siglo XX, se convirtió en una atracción tanto para locales como para extranjeros. Se construyeron entonces un enjambre de moteles y casas de veraneo que, con el tiempo, fueron despareciendo. Hoy, sus ruinas bonachonas reciben al viajero.
No obstante, no todo es humo y despojos por Playa Bibijagua, en la actualidad abre sus puertas en la región el moderno y confortable Hotel Arenas Negras con una treintena de cabañas y demás servicios especializados.
Si es de los que prefiere un contacto más cercano con la naturaleza, la práctica de deportes acuáticos, caminatas y otras competencias, le recomiendo que opte por el Campismo Popular Arenas Negras. Módico, higiénico y muy fraternal.
En dicha playa, además, se abre al Caribe un impresionante museo al aire libre. Varios artistas plásticos del país erigieron, con la técnica de talla directa en mármol, diez esculturas de gran formato.
Es esta una playa rodeada de parajes hermosos, con gran diversidad de flora y fauna, una playa familiar cuyas arenas, oscuras como el tiempo, apenas limitan la transparencia de sus aguas y su quietud.
Playa Bibijagua, para mayor disfrute, se encuentra muy próxima al Presidio Modelo, otro de los sitios que le recomiendo no debe perderse si pasa por esta isla juvenil.
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Presidio Modelo
Ubicado al sur del poblado Delio Chacón y a unos 5 kilómetros de Nueva Gerona, la totalidad de su conjunto ocupa un área aproximada de 25,8 hectáreas y una superficie edificada de unos 29 mil 360 metros cuadrados.
Construido entre 1925 y 1932, su diseño llegó desde E.E.U.U., desde la cárcel de Jolliet, Illinois, y era lo último en cuanto a sistemas carcelarios a nivel mundial. Se le llamó Modelo, porque debía ser un modelo en el trato a los reclusos y su regeneración.
A la larga se convirtió en un osario, una casa de los muertos a donde el tristemente célebre presidente Gerardo Machado, aquel que lo inauguró, se aseguraba enviar a sus opositores.
Después del triunfo revolucionario en 1959, el Presidio cerró sus puertas como cárcel y poco tiempo después las abrió como museo. Está considerado como una obra única de su tipo en América Latina y en 1978 fue declarado Monumento Nacional.
Lo conforman treinta y cuatro monumentales instalaciones, que se despliegan por el terreno en un meticuloso diseño planimétrico, buscando estrujarle el corazón a todo aquel que franqueara sus muros.
Las naves-celdas, 4 en total y con capacidad para más de 5 mil reos, poseen forma circular, cinco pisos y 93 cabinas con 2 camas en cada una.
En el centro de cada círculo se halla una torre panóptica desde la que se apostaban los guardias con ametralladoras para vigilar y controlar mejor a los presos en caso de motín u otro disturbio.
Completan el panorama, varias garitas y una cerca perimetral. Según algunas personas del lugar, en noches de luna, emergen de sus celdas y muros, los lamentos de aquellos que, como escribiera Pablo de la Torriente Brau, «fueron redimidos por el martirio» en aquel sitio.
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Parque Nacional Marino Punta Francés
Más conocido por el pueblo pinero, y los cubanos en general, como Punta Francés a secas, está ubicado hacia el extremo suroeste de Isla de la Juventud, a 120 kilómetros de su capital, Nueva Gerona.
Fue inaugurado en el año 1978 y cuenta con una extensión de 3 mil metros de longitud. Es uno de los ecosistemas costeros mejor conservados de Cuba y de ello da fe una impresionante y ancha faja de arena dorada, que como gargantilla repujada exhibe satisfecha la costa.
La vegetación, tupida, virgen, termina por completar este soberbio cuadro de los trópicos. Árboles de uvas caletas y palmas alojan gran cantidad de tocororos, cabreros y cotorras que revuelven con sus gritos el solitario paisaje.
Otra de las excelencias que posee Punta Francés es que en él están muy bien conservadas las áreas de buceo. En la costa, el viajero podrá encontrar escarpados farallones que le revelan sus cuevas y otros recovecos.
Musitan nombres de piratas famosos en su oído o le invitan a ver en las cavernas submarinas especies acostumbradas a la oscuridad y el silencio, como los camarones ciegos.
En el mar, el panorama no es menos magnífico. Punta Francés alberga el Centro de Buceo Internacional con, al menos, 56 sitios de inmersiones de día y de noche. En él se celebran, además, eventos internacionales de fotografía subacuática, resorts y campeonatos mundiales.
Punta francés es zona principal de crucerismo en el Caribe. Un día común en él, es un día donde arriba el crucero por la mañana. Los viajeros bajan, pasan el día allí y consumen bebidas alcohólicas o sin alcohol, de acuerdo al gusto de cada cual.
Comen algo ligero o almuerzan, y luego se les agasaja con paseos entre las dunas o por los farallones. Pueden comprar algún souvenir y luego, con el ocaso, regresar satisfechos al crucero que los transporta.
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Centro de Buceo Internacional El Colony
A cuarenta y dos kilómetros de Nueva Gerona, hacia el suroeste, se encuentra el famoso Hotel El Colony, en la bahía de Siguanea. A una distancia de tan sólo 1,5 kilómetros de él se halla el Centro Internacional de Buceo con el mismo nombre, Colony.
El 31 de diciembre de 1958, se inaugura oficialmente dicho hotel, pero no es hasta principios de los años 80, del siglo pasado, que surge el Centro Internacional de Buceo. Desde 1994, pasa a pertenecer a la Cadena de Marinas Puertosol.
El centro, como antes le mencioné, posee más de 56 sitios de inmersión, y una extensión de 6 kilómetros entre Punta Francés y Punta Pedernales.
Estos puntos de inversión se han hecho famosos por sus amplias colonias de corales, con más de 40 tipos distintos, entre los que sobresalen, el cuerno de arce, asta de ciervo, coral negro, cerebro, lechuga y fuego.
Habitan la zona, además, gorgonias y esponjas, así como gran diversidad de peces de arrecifes, las barracudas, los meros, chernas, lubinas, roncos, etc.
En una zona llamada Bajo de Zambo, si es amante de la arqueología submarina, estará de plácemes pues allí encontrará un fascinante cementerio con más de 70 restos de embarcaciones.
Algunos puntos de inmersión son ya famosos entre expertos y aficionados, sus nombres lo corroboran Pared de Coral Negro, Túnel del Amor, Cueva Azul, El Pasaje Escondido, Cueva de los Sábalos, Piedra de Coral, EL Salto, Ancla del Pirata, Paraíso de las Levisas y Pequeño Reino.
El centro, además, cuenta con una bien provista marina, donde se mecen expectantes los barcos con botiquín de primeros auxilios, suministro de oxígeno, sistema GPS de localización satelital y ecosonda para medir la profundidad.
El Centro Internacional de Buceo, en fin, posee la capacidad para hacerle frente a sus colegas caribeños y ofrecer así un servicio sostenible de calidad y seguridad.
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Parque Nacional Ciénaga de Lanier
Posee unos 100 kilómetros cuadrados de extensión y es el tercer humedal en importancia del archipiélago cubano, después de Ciénaga de Zapata y de Ojo de Agua-Monte Cabaniguán y Delta del Cauto.
Se extiende entre la costa oriental y occidental de la isla, partiendo de la ensenada de Siguanea hasta la boca oriental de San Juan, dividiendo el territorio en dos regiones, Norte y Sur.
Se accede a la Ciénaga de Lanier a través de una carretera desde el poblado Julio Antonio Mella. Luego de un tramo la carretera se vuelve camino y después se desparrama en múltiples senderos que hacen el recorrido más emocionante, apto sólo para los viajeros más valientes.
Entre más de 556 especies de plantas, como helechos, manglares y bosques semideciduos, habita un mundo animal tan rico y saludable que hoy esta área ostenta la categoría de sitio Ramsar, relativa a la conservación y uso racional de estos ecosistemas.
Abundan, las aves tanto acuáticas como terrestres. La grulla y la cotorra cubanas tienen importantes poblaciones en el parque. El grupo de los moluscos terrestres, posee al menos 23 especies y 2 subespecies endémicas de esta localidad.
Entre los reptiles se han encontrado 20 especies, con 6 subespecies propias del lugar. Destaca la existencia de poblaciones de cocodrilo americano, protegidas en el segundo criadero más grande del país, y del exótico caimán de anteojos.
Entre los quelonios hay varias especies amenazadas, las tortugas marinas verdes y las Caguamas. El venado fue introducido por el hombre en el siglo XVII y se ha adaptado muy bien al entorno.
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Cuevas de Punta del Este
Si sale de Nueva Gerona, tome la autopista en dirección a La Fe, bordee esta ciudad y continúe hacía el sur, pase por el poblado Mella, llegue hasta el límite de La Ciénaga de Lanier y de ahí a Cayo Piedra.
Luego busque Cocodrilo, antiguo Jacksonville, pueblo fundado por norteamericanos, siga por el terraplén y llegue hasta la Punta de Seboruco o Punta del Este.
En un farallón calcáreo, a unos 200 metros de la playa se encuentra la Cueva Número 1 dentro de un ecosistema de 33 kilómetros cuadrados de extensión y gran diversidad de fauna terrestre y marina.
El sitio adquiere renombre por la presencia de un sistema de cuatro cuevas. En la ya referida, una gruta de 50 pies con bóveda, existen 213 pictografías pertenecientes a los aborígenes que habitaban la zona.
Representan la casi tercera parte de las halladas en todo el país, lo que provocó que el sabio cubano Fernando Ortiz la llamara «Capilla Sixtina del arte rupestre caribeño». Hoy es Monumento Nacional.
Las pictografías fueron descubiertas a principios del siglo XX, son lineales, abstractas y geométricas, predominando los trazos curvilíneos. La posición de los mismos es totalmente simbólica y los colores escogidos son el negro y el rojo.
Mucho se ha especulado acerca de ellas, para algunos se trata de una cosmogonía que sobrepasa, por su nivel de síntesis y elaboración, las capacidades de los conocidos taínos y siboneyes.
Le llaman, entonces, Cultura del Caracol y según la prueba de carbono-14, la antigüedad de los dibujos data del 850 de nuestra era, aunque se sospecha que sean más antiguos.
Resultan un misterio también los materiales usados para realizar estas pinturas y hoy se presupone que usaron el zumo de un caracol marino, que al destriparse tiñe de azul, rojo y negro.
Cada día los rayos de sol penetran a través del portal de la cueva No. 1, siguen la ruta astral que marcan los círculos del mural e ilumina misteriosamente diferentes secciones de este.
En el equinoccio de primavera, un rayo de sol penetra por un agujero del techo y va a parar a una piedra redonda situada en el centro de la caverna. El misterio alcanza entonces su punto más alto y fascinante.
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Bailar Sucu Sucu
Cuenta la historia, teñida ya de leyenda, que allá por 1844 vivía en Nueva Gerona un corregidor con fama de malgenioso. Harto ya de los lamentos y quejas de los vecinos contra la opresión y la miseria, los reprendió para que cantaran en vez de llorar y quejarse.
Aquella misma noche, los plañideros crearon el primer Sucu Suco con un caracol marino, una vieja filarmónica y un trozo de machete mohoso usado para llevar el ritmo. Primer Sucu Sucu al fin, aquello sonaba a perro herido de muerte…
Hasta que salió el corregidor de su casa, sable en mano y en paños menores, se presentó en el guateque y lo disolvió a planazos, mientras maldecía la hora en que se le ocurrió mandar a esos criollos insolentes y bellacos a cantar y bailar para mitigar sus penas.
Pero ya el Sucu Sucu estaba inventado. Así termina el cuento y si es verdad o no, poco importa. Esta sabrosa página de humor criollo capta la esencia del típico ritmo pinero.
Porque el Sucu Sucu es jocosidad, picardía, zorreo, en fin, sabrosura. Toma del son montuno su base y el imperativo de ser eminentemente bailable.
A lo largo del siglo XX reafirmó su supremacía dentro del paisaje cultural pinero, y cubano en general. No se ha ido realmente, dicen, a la Isla de la Juventud si no se bailó, al menos una vez, el Sucu Sucu.
Para ello, los espacios sobran. Primero, los Carnavales, donde puede haber mucha timba o reguetón, pero el Sucu Sucu siempre tendrá su sitio. Y luego, esforzado viajero, algún cumpleaños, bautizo, matrimonio o guateque en general.
Allí segurito que también hallará a «Felipe Blanco»; «El pasito de la bibijagua»; «Se quedó sin ropa el chivo»; «Como se goza en Cocodrilo», y otros muchos Sucu Sucus más. Y tal vez, si se pone de suerte, encuentre a Mongo Rives, el rey del Sucu Sucu, y este lo invite a su peña.
Compruebe, por sí mismo, que el viejo Mongo a sus noventa años está «entero», como el Sucu Sucu.
Nunca diga me lo contaron…
Si puede decir lo viví. Salga y desande esas tierras pineras. Sórbales la alegría y su fibra. Llévese luego a casa una reluciente piel tostada; un poco de arena negra de Playa Bibijagua; un ramillete de fotos de corales y cocodrilos; una roca de El Abra.
O, si le apetece, mejor llévese algunas historias del Presidio Modelo y los tesoros piratas; diagramas de las pinturas de las Cuevas de Punta del Este, o unos pasitos, medio sacados de contrabando, de Sucu Sucu.