Siete razones para visitar Baracoa

Siete razones para visitar Baracoa

En el extremo oriental de la isla de Cuba, la provincia de Guantánamo se engalana con poseer un municipio como Baracoa, otrora primera villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fundada por el adelantado Diego Velázquez en el siglo XVI.

Pequeñas calles y laberínticos callejones atraviesan la pequeña ciudad, en la que sobresalen eclécticas construcciones que reciben al visitante para ofrecer sus misterios y encantos basados en leyendas maravillosas y costumbres autóctonas.

Aunque Baracoa sufrió fuertemente los embates del Huracán Matthew a fines de 2016, que la dejó prácticamente en ruinas a la vista, la fortaleza y espíritu de entrega de sus habitantes le ha devuelto su esplendor natural, reforzando los atributos que hacen obligatorio visitarla, con la convicción de que ella quedará grabada en lo más profundo del recuerdo de quien se aventure a pisar sus calles.

Aquí les dejo mis siete razones para conocer Baracoa

  1. El viaducto de La Farola

    El viaducto de La Farola, Baracoa

    Si decide llegar por aire a la Ciudad Primada de Cuba, un aeropuerto situado junto al mar azul e inquieto que baña la costa serpenteante de arrecifes está presto a recibirle; pero puede que si realiza un viaje por carretera desde la ciudad de Guantánamo, su visita a Baracoa se convierta en una verdadera aventura.

    Aproximadamente cuatro horas demora el recorrido, donde pueden admirarse impresionantes paisajes de inolvidable colorido. Sin embargo, lo más sorprendente es el tramo final, cuando se atraviesa el «Viaducto de La Farola», empinada pendiente incrustada en la montaña, circundada por una estrecha carretera en forma de espiral en una escalofriante travesía de aproximadamente tres kilómetros, todo un reto hasta para los conductores más experimentados. Está considerada como una de las Siete Maravillas de la Ingeniería Civil Cubana.

  2. Ciudad entre mar, ríos y montañas

    Botes y mar en Bracoa, al fondo montañas

    Baracoa se compone de una mezcla natural de agua dulce y salada, ideal para todos los gustos. El mar que bordea una parte de la ciudad susurra añoradas glorias y se derrama en esplendorosas playas tranquilas y cristalinas como la de Duaba, con su fina arena color ébano, o la de Maguana, de rompiente natural y arena blanca como la sal. A este conjunto se suma la pequeña playa ubicada cerca del Hotel Porto Santo, al oeste de la ciudad y cerca del aeropuerto.

    Desde las montañas, los ríos saturan el paisaje con hermosos fragmentos de agua clara que se vuelven profundas en unos tramos y caudalosos o serenos en otros. Las lajas que componen el lecho de los torrente Duaba y Miel garantizan un baño apacible y el disfrute de aguas cual espejos donde observarse. El Toa, el río más caudaloso de Cuba, convoca a navegar entre una exuberante vegetación tropical, acompañada por el trino de aves oriundas del lugar y a disfrutar de muchas de sus cascadas, como «El Saltadero», con una altura de 17 metros.

    El Yunque de Baracoa

    En la ciudad puede verse el río Macaguanigua, que atraviesa buena parte de ella hasta su desembocadura en la pequeña bahía baracoense, custodiada por el majestuoso Yunque, una montaña de cima plana a sólo 10 kilómetros de distancia.

    Sobresale por su alto valor paisajístico, histórico y natural, por ello es ideal para el turismo de naturaleza, practicar senderismo con guías especializados hasta la cascada del río Duaba o la misma cima del Yunque, y hospedarse en hoteles cercanos, «casas particulares» o el Campismo Popular El Yunque.

    Se dice que cuando el día está claro, si se observa detenidamente el Yunque desde el mirador del Fortín de La Punta en la ciudad, pueden divisarse los rostros de José Martí y Antonio Maceo, próceres de la independencia cubana.

    Rio Duaba en las inmediaciones de Baracoa, Cuba

    A la derecha, la «Bella Durmiente», pequeña serranía que simula la silueta de una mujer tumbada de lado que también adorna la entrada de la bahía, donde suelen navegar pequeñas embarcaciones de pescadores, dotando al paisaje de una impresionante belleza que vale la pena captar en una instantánea.

  3. Gastronomía local

    Tamales o tayuyos en Baracoa

    La legendaria villa nos espera con exclusivas ofertas gastronómicas propias de la región. Sobresale «el bacán», confeccionado con hojas de plátano verde y una masa rallada y sazonada con manteca y leche de coco, que confiere una textura agradable al paladar.

    Curioso resulta el sabor del «tetí», pequeño pececillo que sólo existe en este lugar de Cuba y que prolifera en grandes cardúmenes durante la temporada de desove. Los lugareños lo cocinan con salsa de tomate y picante. Con la masa del cobo, singular, hermoso y gran caracol marino de tono rosáceo, se confecciona un delicioso picadillo, también sazonado con picante, ají y otros condimentos. Ambos platos se sirven bien calientes y suelen acompañarse del típico «congrí» cubano y viandas oriundas de la región, como el popular ñame.

    Atractivo es el cucurucho de coco rallado, exquisito dulce que también se acompaña de otras frutas en mermelada como la guayaba y la fruta bomba. Se endulza con miel de abeja y se envasa en yaguas de producción artesanal, con atractiva presentación cónica.

    Un sencillo dulce baracoense es la raspadura de semillas de marañón, fruta tropical que se cosecha en las zonas montañosas. Se presenta como una agradable torta redonda, ideal para degustar también como postre.

  4. El chocolate

    Plata de cacao en las serranias de Baracoa

    Uno de los atractivos culinarios más emblemáticos de Baracoa es el cacao, gracias a las grandes plantaciones que allí cultivan. El producto resultante, el chocolate, constituye la base fundamental de la economía local, al extremo de que en muchos sitios de la ciudad se puede percibir una extraña mezcla de olor a mar y chocolate.

    Una manufactura estatal se encarga de producir sus derivados. Tabletas comercializadas bajo el nombre de «Peter Baracoa», exquisitos bombones y mezclas de refinado chocolate en polvo, pueden adquirirse en distintos puntos de venta de la ciudad.

    Resulta interesante la visita a la Casa del Chocolate, espacio donde se pueden degustar cremosos helados o beber un maravilloso chocolate caliente o en batido con hielo triturado, a la vez que se escuchan hermosas melodías tradicionales.

  5. La Cruz de la Parra

    la Cruz de Parra

    Como toda ciudad latinoamericana, Baracoa se compone de una plaza principal, otrora centro de reunión de los habitantes. En un extremo se alza la iglesia y enfrente, la estatua del indio Hatuey, primer rebelde aborigen que fue quemado vivo en la hoguera y parece desafiar al tiempo como símbolo para ellos.

    Dentro de la iglesia, el altar mayor está presidido por una imagen de Nuestra Señora de la Asunción. A un costado, la famosa «Cruz de la Parra» atrae la atención del visitante por protagonizar una de las leyendas más famosas de Baracoa.

    La creencia popular manifiesta que esa cruz, al parecer de la madera de una planta conocida como Uvilla, la llevó Cristóbal Colón en su primer viaje a América. Aunque existen evidencias científicas de que la Uvilla es oriunda de Baracoa, también es cierto que la madera data de esos tiempos. Durante la colonia, cuando había prolongados períodos de sequía, los feligreses sacaban la cruz en procesión e inmediatamente comenzaba a llover.

    Ante los poderes sobrenaturales que los lugareños de siglos pasados comenzaron a atribuirle a la cruz, muchos acudían a la iglesia para solicitar un fragmento de ella. Esta práctica también fue común entre las personalidades que visitaban Baracoa.

    De este modo, se redujo su tamaño considerablemente, lo cual obligó a uno de los párrocos del siglo XVIII a enchapar sus bordes en oro para conservarla. La Cruz de la Parra fue colocada en una urna de cristal sobre un pedestal de planta. Hoy permanece dentro del recinto, custodiada por la bandera cubana y la de la Ciudad del Vaticano.

  6. La Cueva del Paraíso

    Muchachos juegan a la entrada de La Cuevas del Paraiso

    A un costado del Hotel Castillo, que en décadas pasadas fuera centro de operaciones militares y hoy domina la ciudad desde su altura con un toque de confortable modernidad en su interior, se eleva el Museo Arqueológico La Cueva del Paraíso.

    Con apenas 500 metros de separación del inmueble, está compuesto por tres cavernas subterráneas donde se dice habitaron antiguos aborígenes, pues en ellas se han encontrado evidencias de la mencionada civilización.

    Conocer este accidente geográfico es una excelente experiencia para quienes gustan de aprender sobre la historia de los primeros habitantes. Puede admirarse la recreación de una típica aldea taína, las estatuillas, las vasijas de cerámica y otras piezas de alto valor arqueológico, encontradas exclusivamente en la zona y que hoy atraen la atención de estudiosos y visitantes curiosos.

  7. El caracol más bello del mundo

    Caracoles Polymita encontrados en los alrededores de Baracoa

    Si alguna vez soñó con descubrir al caracol más hermoso del mundo, esto sólo lo podrá hacer en Baracoa. Se trata de la Polymita, un diminuto molusco terrestre de vivos colores hermosamente mezclados, con la particularidad de que cada combinación es única. No existe una Polymita igual a otra.

    Pueden encontrarse en estado natural en las zonas montañosas de la región, como el Yunque o los cafetales de Gran Tierra, aunque si visita la Cueva del Paraíso podrá observar colecciones de estos atractivos caracoles endémicos de Baracoa, actualmente en peligro de extinción por su colecta indiscriminada.

Baracoa, paraíso multicolor

Llamada también Ciudad de las Aguas, de las Montañas, de las Lluvias, Ciudad Paisaje y Ciudad Primada, Baracoa es Monumento Nacional de Cuba. Su historia y el hermoso contraste verdeazul entre la tupida vegetación y las costas llenas de vida, hacen de ella un sitio impactante que merecemos conocer.

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