«La libertad debiera ya tener su arquitectura. Padece, por no tenerla» Escribió José Martí, el apóstol de la independencia de Cuba, en el siglo XIX, añorando para el mundo ciudades de vida, más que de piedra y acero.
Martí fue un adelantado. Hoy, en pleno siglo XX, aún los hombres viven sus existencias en cascarones faltos de sentidos y vitalidad. Insatisfechos, hurgan dentro de sí, adivinan que les falta, pero son incapaces de hallar remedio.
Sus ciudades crecen, esencialmente, hacia arriba; cuando deberían crecer hacia dentro. Las ciudades se comportan, evidentemente, como los hombres y tienen ante sí una gran encrucijada de múltiples caminos, algunos de estos rozan la extinción.
La Habana en la encrucijada
La capital de los cubanos tampoco puede obviar esta encrucijada. A punto de cumplir 500 años, todavía lucha por mantenerse vital, altiva y activa, ajena a cualquier decadencia.
Para ello, enfila hacia el futuro, pero también vuelve la mirada atrás, a sus más añejas raíces. A su historia preñada de sucesos maravillosos, lugares vivos y personas, algunas de feliz recuerdo, otras no tanto.
Le invito a recorrer, a través de la magia parlanchina de estos párrafos, esas pequeñas islas dentro de la Isla, esos pequeños alfileres de tiempo que prendieron para siempre en el imaginario popular.
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1902. Extensión de El Vedado
«¡¡Extra!! ¡¡Estampida!! ¡Desiertas las casonas de La Habana Vieja!». 1902, tras la guerra y la parálisis económica, un desaforado auge azucarero favorece al Vedado, otrora región agreste y «vedada»; luego caserío, después área de playas, y ahora pujante barriada.
Los potentados habaneros, abandonan sus guaridas en la sobrepoblada Habana Vieja y ya para 1903 el soleado y amplio reparto contaba con más de mil viviendas de políticos y «millonarios relámpagos», como los llamara la escritora cubana Renée Méndez Capote.
Fue, por tanto, zona vedada para todo lo que oliera a miseria, decadencia e «impureza». Ahí han quedado, para respaldar lo que digo, la mansión Blanco Herrera (Calle Línea); la mansión de los Marqueses de Avilés, 17 entre H e I.
La mansión Gómez Mena, hoy Museo de Artes Decorativas, en 17 y E; de la Condesa de Revilla de Camargo; o su rival, la sin par villa Baró-Lasa, en Paseo, entre 17 y 19, hoy La Habana Republicana. Vaporosos testigos actuales, del esplendor y decadencia de toda una época.
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1912. Se inaugura la Estación Central de Ferrocarriles de La Habana
Con el pretexto de ofrecer a los habaneros una estación ferroviaria digna, el presidente José Miguel Gómez autoriza el canje de los terrenos del demolido Arsenal, en extremo valiosos, por los de la Estación Villanueva, calificados de pequeños e ínfimos.
Este «chivo», negocio turbio, le llena los bolsillos al presidente y su camarilla, y marca la construcción, en los predios del desaparecido arsenal (hoy intersección de Egido y Arsenal, en La Habana Vieja) del referido inmueble, diseñado, valga agregar, por un famoso arquitecto norteamericano.
El 30 de noviembre de 1912, la ceremonia inaugural se realiza a todo tren»«, como dicen los cubanos. Con banda de música, bendiciones del Excelentísimo Sr. Obispo, y muchos invitados conocidos.
Estos, quedaron admirados ante el estreno mundial de un tren movido por baterías de acumuladores y por el confort y elegancia del edificio, estilo Renacimiento Español. Lujo y confort, aderezados por el escándalo. ¿Qué más se podía pedir?
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1922. Primera transmisión de radio en Cuba
1922 fue un año normal, comenzado en domingo. Se estrena el filme «Sangre y Arena», del inefable Rodolfo Valentino; finaliza la guerra greco-turca; guillotinan a Landrú, el asesino de damas otoñales.
¡Ah!, y nace la radio en Cuba. Como lo oye, los cubanos, y en especial los habaneros, fueron de los primeros latinoamericanos en escuchar una radioemisora. Su nombre, 2LC; su fundador, Luis Casas Romero (1882-1950), músico, militar y ardiente radioaficionado.
Junto a sus hijos Zoila y Luis, Casas Romero realiza las primeras transmisiones desde su casa en calle Ánimas 99 (actual 457) la noche del 22 de agosto de 1922. Noticias, el parte meteorológico y programación musical, condimentaron esta primera transmisión.
Meses después, el 10 de octubre, sale al aire oficialmente la emisora PWX, equipada por la Cuban Telephone Company y con discurso presidencial y todo. La historia, sin embargo, registra a la de Casa Romero como la primera. Por sincera, familiar y muy cubana.
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1928. Hemingway llega por primera vez a La Habana
«Amo este país y me siento como en casa». Afirmó en una ocasión Ernest Hemingway, ya viejo y famoso. El romance entre el célebre escritor y Cuba duraba décadas. Varias señoras Hemingway pasaron por su vida, pero a La Habana siempre le fue fiel.
No fue, sin embargo, amor a primera vista. El escritor, de sólo 29 años, arribaba al puerto habanero una noche de abril de 1928. Eran pasadas las diez, y La Habana se le presentaba brumosa, esquiva y algo celosa, porque él venía de paso, y con su segunda esposa.
Iba hacia Cayo Hueso, donde concluiría «Adiós a las armas». Le preocupaban, entre otras cosas, los cinco meses de embarazo de su mujer; así que, apenas le prestó atención a la ciudad. Esta, no obstante, no se desanimó y esperó.
Hemingway volvió, ahora tras la Corriente del Golfo y la pesca de la aguja. La Habana se abrió esplendente y sensual, y el escritor cayó rendido a sus pies. Vivió en ella por más de 20 años ininterrumpidos y sólo se apartó de su lado para que no lo viera morir.
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1929. El Capitolio y el kilómetro 0 de la Carretera Central
Custodiado por las calles Prado, Industria, San José y Dragones, con fachada principal sobre la primera de estas, este edificio vuelve a la vida luego de una minuciosa labor de restauración.
Un parto trabajoso, duro, precedió su nacimiento. Varias décadas y varios presidentes pasaron por el país antes de que por fin viera la luz el 20 de mayo de 1929. Gobernaba a la sazón, el tirano Gerardo Machado.
Había costado, se dice, 17 millones de pesos. Diversos mármoles italianos cubrían 8 mil metros cuadrados de pisos, 2 mil de escaleras y 1 mil de zócalos, así como 300 metros cúbicos de ónix.
Su cúpula mide 91,73 metros de altura y abriga la Estatua de la República, con un peso de 30 toneladas y una altura total de 14,60 metros. Revestida de oro puro, a sus pies reposa un rotundo diamante, que marca el kilómetro 0 de la Carretera Central.
Se dice, que la joya perteneció a la última emperatriz de Rusia, y que encierra una terrible maldición. Por si acaso, y luego de varios intentos de robo, el gobierno revolucionario la retiró en la década del 70 y colocó en su lugar una réplica.
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1930. Abre sus puertas el Hotel Nacional
Sobre una colina, a pocos metros del mar, y en la zona más céntrica de la capital cubana, descansa venerable e ilustre el Hotel Nacional. Monumento Nacional desde 1998, fue inaugurado en el ,Ball Room, la noche del 30 de diciembre de 1930.
Con un baile que hizo historia, y al que asistieron todo el que era «alguien» en aquella Habana de la primera mitad del siglo XX. Rostros que quedaron sorprendidos ante la magnificencia y confort del estilo ecléctico del inmueble.
Posee 426 habitaciones, de ellas 15 Suites, una Suite Presidencial y una Suite Real; varios seductores y acogedores salones, así como tres restaurantes y un complejo Fitness Center Piscina que incluye gimnasio, 2 piscinas y el snack bar.
Ha sido el destino predilecto, desde su apertura, de destacadas personalidades del mundo artístico, político y hasta delincuencial, pues en 1946 en él se reunieron los principales cabecillas de la mafia norteamericana. En el 2001 fue declarado Hotel Museo.
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1938. Fundación de la Oficina del Historiador de La Habana
Su principal protagonista fue el historiador, etnólogo, periodista y patriota Emilio Roig de Leuchsenring (1889 – 1964). Desde 1935, y con una enjundiosa obra investigativa, Roig de Leuchsenring había sido nombrado oficialmente primer Historiador de La Habana.
Tres años después, su incansable labor al fin rinde frutos. El 11 de junio de 1938 el Alcalde Dr. Antonio Beruff Mendieta funda legalmente la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
A este acto, celebrado en los salones del Palacio Municipal, asistieron varias figuras del mundo académico y literario de la época. Quedando bien claro que su objetivo máximo era «fomentar la cultura habanera e impulsar y ayudar el aumento de la nacional y americana» (…).
Dicha institución generó, a su vez, dos importantes apoyos para la protección del patrimonio: la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, antecesora de la Comisión Nacional de Monumentos.
Y el proyecto de Ley de los Monumentos Históricos, Arquitectónicos y Arqueológicos (1939), antecesor de las Leyes Uno y Dos del Patrimonio Cultural y de los Monumentos Nacionales y Locales respectivamente, de 1977.
La labor de Roig halló continuidad en el espíritu incansable del Dr Eusebio Leal Spengler, a quien se debe buena parte de la recuperación e imagen que exhibe el Centro Histórico de la capital cubana.
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1939. Inauguran Cabaret Tropicana: un paraíso bajo las estrellas
Abre sus puertas en 1939 en los antiguos terrenos de la finca Villa Mina, en Marianao, municipio Playa. En 1940 adopta su nombre actual, pero no es hasta la década del 50 que alcanza su apogeo y consagración.
Esta apoteosis, lleva estampadas, esencialmente, las firmas de tres hombres. Un negociante medio charlatán y jugador; un arquitecto tildado de loco y un bailarín y coreógrafo mulato, leproso y sencillamente genial.
El negociante, Martín Fox, de extracción humilde, pero con un sentido innato para los negocios y la belleza. Rápidamente hizo dinero y para fines de los 40, era el dueño del paraíso bajo las estrellas. Desea convertirlo en el cabaret más deslumbrante del mundo.
El arquitecto Max Borges, hijo. Ante los sueños de Fox, echó a volar los suyos e imaginó, entre los rojos y verdes tropicales, la pureza del blanco del ballet. Lo tildaron de loco, pero Max defendió su idea y hoy por hoy es la bailarina clásica el símbolo de Tropicana.
El coreógrafo, Roderico Neyra, Rodney. Cuando ya no pudo bailar por la lepra, se dedicó a coreografiar sus desbordadas fantasías afro, sus mulatas de fuego y sus sensuales y osados bailes. Acabó por coronar el estilo de este cabaret, aún hoy reconocible en el mundo entero.
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1950. La Bodeguita del Medio
Se inaugura, oficialmente, como La Bodeguita del Medio el 26 de abril de 1950. Sin embargo, su historia comienza años antes, cuando no era restaurante, fonda o bar. Cuando era simplemente, una bodega.
En 1942, Ángel Martínez, su dueño, era un simple vendedor de víveres, un bodeguero, como le dicen en Cuba. Expendía, de vez en vez, algunas frituras y bebidas, pero nada más.
Con el tiempo, y gracias a cierta clientela bohemia e intelectual, asidua al lugar, empezó a vender platos de comida variada. La clientela aumentó, al igual que la fama del local, y en 1948 ya no era la Bodega Martínez, sino la Bodeguita del Medio.
Por estar precisamente en el centro de la calle Empedrado, muy cerca de la Plaza de la Catedral. Famosa por su comida típica criolla, sus tragos especiales, el Mojito en primer lugar, buena música y las firmas, en sus paredes, de ilustres figuras que la han visitado.
El cantante Nat King Cole; los actores Errol Flynn y Brigitte Bardot; los escritores Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Ernest Hemingway, son algunos de sus más asiduos clientes. Actualmente, las esencias de este sitio, pura cubanía, aderezan al mundo entero a través de otras Bodeguitas del Medio.
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1950. Salida al aire del primer canal de TV en Cuba
La CMQ. El hijo querido de Goar Mestre, cumplía 16 años y este ofrece un banquete a altos directivos de agencias publicitarias con el fin de celebrar. Para 1952, según Mestre, estaría en condiciones de comenzar los experimentos televisivos.
La salida de la televisión era casi un hecho y pide un brindis por ella. En efecto, era casi un hecho, pero no lo llevaría a cabo él. En octubre de ese mismo año, Gaspar Pumarejo, exdependiente de ferretería, devenido atrevido empresario, lanza su propio canal de televisión.
Con una planta de televisión comprada en E.E.U.U., y desde un estudio improvisado en casa de sus suegros, esquina de Mazón y San Miguel, dio inicio a Unión Radio Televisión, Canal 4.
Su empresa, a partir de ahí, estableció una operación regular, priorizando los espectáculos deportivos. Mestre, por su parte, no guardó demasiado el golpe; al poco tiempo funda varios canales de TV y acaba con Pumarejo. «No van lejos los de adelante…»
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1952. Culmina la construcción del Malecón
Comenzó a construirse el 6 de mayo de 1901 por las autoridades de ocupación norteamericanas; antes, en la zona, sólo había mechones de costa agreste, pocetas cargadas de desechos y enfermedades y pequeñas cabañas lacustres de pescadores.
Al cesar la ocupación, e instaurarse la República (1902), la obra llegaba a la esquina con la calle Crespo, había recorrido 500 metros. Luego, casi todos los gobiernos republicanos lo fueron aumentando, a modo de mantener contenta a la ciudadanía y ganar votos electorales.
En 1909, llegaba a Belascoaín. Siete años después se extendía hasta el Torreón de San Lázaro, frente al actual Hospital Hermanos Ameijeiras. Y a partir del 1921, llegó hasta 23, habría que esperar un par de años para que se construyera frente al Hotel Nacional.
Se 1926 a 1929, Gerardo Machado decidió extenderlo hasta la calle G, donde se erigiría un monumento en honor al dictador. Afortunadamente, Machado cayó antes y con él esta posibilidad.
Y, por último, Fulgencio Batista, en la década del 50, adelantó su culminación y La Habana estrenó al fin uno de sus sitios más queridos y cosmopolitas. Hoy no se concibe la capital sin este, su balcón marino.
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1956. El gran edificio FOCSA
La Habana empieza a crecer hacia arriba. Para algunos el signo de la absoluta modernidad, para otros la posibilidad de ver la ciudad desde otro ángulo, con otro rostro.
Varios son los edificios que atestiguan lo referido anteriormente, uno de ellos es el FOCSA. Se ubica entre las calles 17, 19, M y N, en El Vedado, y debe su peculiar nombre a la compañía Fomento de Obras y Construcciones S.A. (FOCSA), encargada de su edificación.
Se inaugura en junio de 1956, tras dos años de intensa labor. Posee 121 metros de altura y para la época era el segundo inmueble de hormigón más alto del mundo, sólo superado por el edificio Marinelli, en Sao Paulo, Brasil.
Posee 373 apartamentos, incluidos los siete penthouse del piso 29. En su cúspide se encuentra el restaurante La Torre, un mirador encristalado desde el que puede verse gran parte de La Habana. Es una de las 10 Maravillas de la ingeniería civil cubana.
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1957. Asalto a Palacio Presidencial y Radio Reloj
Cuba sufría el dolor de la dictadura de Fulgencio Batista, mientras la situación socioeconómica asfixiaba a la mayor parte de la población. En las lomas, el Ejército Rebelde se jugaba el pellejo frente a las bien pertrechadas tropas batistianas.
En las ciudades, jóvenes y viejos se sumaban a la lucha clandestina recolectando dinero, distribuyendo propaganda revolucionaria y realizando sabotajes para desestabilizar al régimen.
Todos indicaba que el 13 de marzo iba a ser un día como cualquier otro; sin embargo, fue día de gloria. Un grupo de jóvenes universitarios se lanzaron, guiados por sus ideas y ansias libertarias, a ajusticiar al dictador en su propia guarida, el Palacio Presidencial.
Además, debían tomar la Emisora Radio Reloj, anunciar la caída del sátrapa y conminar al pueblo a levantarse en armas. Desafortunadamente la operación fracasó, en ella perdieron la vida varios muchachos valiosos, entre ellos, su líder José Antonio Echeverría.
No obstante, más que luto y dolor, sus memorias hoy despiertan admiración, pues todavía resuenan profundo las palabras de José Antonio: «Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad».
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1958. Apertura de El Hotel Habana Hilton, luego Habana Libre
La tarde del miércoles 19 de marzo de 1958 se inaugura en las manzanas que encierran las calles L, M, 23 y 25, el Hotel Habana Hilton, el más alto y más grande de América Latina. Su financiación provino de los bolsillos de los obreros, una «menudencia» de 21 millones de pesos.
Y Fidel llegó y mando a parar, parafraseando al cantautor Carlos Puebla. Desde ese momento, el Habana Hilton pasó a ser Habana Libre y hoy es el hotel Tryp Habana Libre.
Uno de los más importantes de Cuba, cargado de historia y de habitaciones: 572, luego de una remodelación capital. Con innumerables y cómodos servicios de gastronomía, centros nocturnos, salones de reuniones y arte cubano del mejor y más genuino.
Dada su céntrica ubicación, está a unos pasos de Coppelia, Malecón y otros interesantes y típicos sitios de la capital cubana. El Habana Libre, hoy Tryp Habana Libre, es el destino predilecto de muchos viajeros, si de hoteles capitalinos se trata.
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1958. Comienza a funcionar el Túnel de la Bahía de La Habana
Lo llamaron el túnel de azúcar, pues el gobierno de Batista terminó de pagarlo con toneladas de azúcar. Se inaugura el 31 de mayo de 1958 con «gran pompa y circunstancia» y pronto se convierte en parte indispensable del tejido capitalino.
Durante años el contacto del centro urbano con el Este se efectuaba bordeando la bahía; o por los puentes del Río Almendares, hacia el Oeste. El paso directo, era entonces algo así como el Santo Grial de las comunicaciones capitalinas.
Se presentaron varios proyectos y todo tipo de discusiones y argumentos para resolver el problema. Sólo a mediados de los 50 la ciudad pudo disponer de 3 túneles subacuáticos, el más grande y famoso es el referido Túnel de la Bahía.
Construido por la empresa Societé de Grand Travaux de Marsella, posee 733 metros de largo por 22 metros de ancho y se encuentra a una profundidad 12 o 14 metros aproximadamente.
Su alumbrado es el ideal para el paso de vehículos automotores y sólo se tarda en atravesarlo 45 segundos, a 60 kilómetros por hora. Hoy, figura entre las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.
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1958. El Cristo de La Habana bendice la ciudad
Cuentan, que mientras se desarrollaban los sucesos del 13 de marzo de 1957, antes narrados, la primera dama, desesperada, prometió erigir una imagen de Cristo capaz de verse en toda La Habana si su esposo salía con vida del ataque.
Batista escapó ileso y poco después la escultora Jilma Madera viajaba a Italia para efectuar las obras de agrandamiento de su modelo, un Cristo de mirada fuerte y mano en el corazón, diferente a otros del mundo.
El peso total de la estatua es de 320 toneladas, divididas en 67 piezas. El mismo papa Pío XII bendijo la obra antes de salir esta para Cuba. Mide en total 15 metros de altura y fue inaugurada el 30 de diciembre de 1958, sobre una colina de 79 metros sobre el nivel del mar.
Hoy, en el barrio de Casablanca, cerca de La Cabaña, el Cristo de La Habana protege a su ciudad día a día. Según su autora es: «Un Cristo fuerte, grande, corpulento; manos fuertes y en el pecho se le ven los dorsales, se le notan las rodillas, la cara dulce y unos labios gruesos».
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1958. Culminan las obras de la Plaza Cívica, luego de la Revolución
Proyecto largamente acariciado, desde los inicios de la república, y nunca concretado. Es en la década de los 50, y gracias a una colecta del pueblo, que la obra se pone al fin en marcha y se concluye bien avanzado el año 1958.
El tirano Fulgencio Batista no tiene oportunidad de inaugurarla, pues huye ante el embate de los rebeldes de Fidel. Con una altura total de 141,995 metros. La estatua de Martí, obra del escultor Juan J. Sicre está formada por 52 bloques de mármol y tiene una altura de 18 metros.
Desde los primeros días del triunfo revolucionario el pueblo la toma por asalto ante cada llamado del nuevo gobierno. Y tal es su significación y empuje que el 16 de julio de 1961, mediante resolución, se le cambia el nombre de «Plaza Cívica» por el de «Plaza de la Revolución José Martí».
Hoy, es un símbolo indiscutible de La Habana. A sus pies descansa el Memorial José Martí, y a su alrededor se desperdigan la Biblioteca Nacional; el Ministerio del Interior, con la imagen del Che en su fachada, entre otros importantes edificios.
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1959. Triunfo de La Revolución Cubana
Batista había huido la madrugada del 1 primero de enero y entonces, como dijera Lezama, ya todo fue una «fiesta innombrable». La Habana vivió una semana de espera única, apasionada, entre el sueño y la vigilia.
Nadie sabía cuándo se levantaba o la hora de acostarse, sencillamente porque el tiempo convencional habíase anulado. Las horas, los días, si los había, se escurrían entre las manos y se amelcochaban en la espera de la llegada de Fidel.
Se produce, al fin, la llegada de la Caravana de la Libertad a La Habana el 8 de enero. Todos los habaneros se movilizan y se vuelcan a las calles.
Ondean las banderas cubanas y del 26 de Julio en los balcones; repican las campanas de las iglesias, suenan los cláxones de los autos, las sirenas de los barcos en el puerto y el bullicio y la alegría son descomunales. La vida vuelve y nadie quiere perdérsela.
A modo de cierre…en falso
Estos son algunos de los principales hitos de La Habana durante la República. Como ha podido comprobar, pertenecen a algún lugar concreto, perduran bañados de una luz particular y atravesados por una energía única.
Seguirle los pasos, descubrir otros detalles, curiosos, importantes, sobre ellos, ahora sólo depende de su interés, de su oficio de viajero impenitente y aventurero. Venga a Cuba, venga a La Habana, sumérjase en la marea citadina y deje que su historia y leyenda lo arrullen, o zarandeen.