Si prefiere saltarse los tours preconcebidos y echarse a la carretera como las protagonistas de la famosa película de Ridley Scott, Thelma y Louise, pero con un final feliz, debe leer este blog. Abandonemos las rutas muy conocidas hacia Viñales, La Habana o las provincias centrales.
Exploremos el fascinante oriente cubano en un recorrido de catorce días a bordo de un auto. ¡Mejor si es un coche clásico y descapotable! En Cuba le llaman «almendrones» y son verdaderas joyas de museo en perfecto estado de conservación. Pueden alquilarse con chofer o para manejo propio. De seguro en los aeropuertos encontrará opciones.
¿Qué saber antes de iniciar?
Las carreteras cubanas son irregulares: algunas zonas están en perfecto estado y otras con hoyos en el asfalto que allí le dicen «baches». En las áreas de campo hay que estar atentos ante la aparición de vehículos agrícolas como tractores, o arreos de bueyes e incluso reses y caballos sueltos en las vías. También abundan las motocicletas y bicicletas.
No olvide un mapa o una aplicación de geolocalización, pues las señalizaciones en algunos sitios están ausentes.
La ruta que propongo comienza en Holguín, adonde se puede llegar por su aeropuerto internacional o en bus desde La Habana con la agencia IslaAzul.
Dos días en la «ciudad de los parques»
Así le llaman a esta hermosa urbe, porque posee numerosas plazas públicas en su trazado urbanístico. Uno de los más amplios e interesantes es el Parque Calixto García, el corazón de la vida citadina, y que está particularmente animado durante las Romerías de Mayo, una fiesta anual multicultural que involucra a muchas manifestaciones artísticas.
Pero en cualquier época es un placer recorrer Holguín, y hay mucho que ver por lo que no demoraremos menos de dos jornadas en disfrutarla. Es un lugar con mucha historia, al punto que cerca de allí desembarcó, en América, Cristóbal Colón (en octubre 1942), y dijo su famosa frase:
«Esta es la Tierra más fermosa que ojos humanos hallan visto»
Coincidirá con el Almirante cuando contemple el panorama desde lo alto de la Loma de la Cruz, a dónde se llega subiendo una escalera de 468 peldaños. Otro sitio notable es el edificio conocido como La Periquera, antigua sede del gobierno de la ciudad, muy bien conservado como la mayoría del patrimonio arquitectónico de Holguín. Allí hay una tarja colocada en 1922 que consigna, desde entonces, que ése es el pueblo más simpático de Cuba.
Pausa en Bayamo antes de la Sierra
El viaje continúa rumbo a la Sierra Maestra, el más importante, extenso y elevado macizo montañoso de la isla, distante de Holguín unos 150 kilómetros. A medio trayecto se encuentra la ciudad de Bayamo fundada por Diego Velázquez en 1513.
Es una urbe muy cultural y llena de historia, al punto que se le conoce como la «Cuna de la Nacionalidad Cubana» porque durante las guerras de independencia allí se cantó por primera vez el Himno Nacional de Cuba. Fue la primera capital de la República en Armas, y para evitar que la reconquistara el ejército colonial sus habitantes la quemaron. Por eso su centro histórico no conserva tantas edificaciones antiguas, que le correspondería por ser la segunda villa fundada por los españoles.
Sin embargo, la arquitectura que se reconstruyó en la segunda mitad del siglo XIX es encantadora y se mantiene en muy buen estado. Bayamo es famoso por la tradición de sus carruajes tirados a caballos, así que parquee el auto y tome uno de esos coches para pasear por el Centro Histórico, donde seguro encontrará algún trovador callejero que entonará las famosas canciones tradicionales cubanas.
Llegada a la montaña
Bayamo se disfruta en un par de jornadas, por lo que al quinto día de comenzar nuestro viaje ya estamos listos para llegar hasta una parada natural entre tantas ciudades: el impresionante Parque Nacional Sierra Maestra.
Mientras bordeamos la cordillera admiramos el verde del paisaje casi selvático de esta parte del oriente, y pronto se divisa el Pico Turquino, el mayor de Cuba. Estaremos unos tres días en este punto de la ruta, pues para escalar las montañas debemos llegar a Santo Domingo, un sitio a más de diez kilómetros del pueblo Bartolomé Masó.
En ese lugar ha de aparcarse el auto, porque desde entonces el periplo será a pie, con la ayuda de guías conocedores de los secretos naturales. Encontrará un campismo con cabañas cercanas al río, donde descansar y dejar a resguardo el vehículo.
La subida es de 10 kilómetros y aprenderá que esos mismos lugares eran recorridos por los guerrilleros de la Revolución de Fidel Castro, durante 1957 y 1958, y que se conservan en algunos puntos los campamentos del Ejército Rebelde.
El ascenso, aunque duro, recompensará con el fabuloso paisaje natural nacido a propósito de las abundantes lluvias y el relieve accidentado. Abundan las aves autóctonas, los helechos, los árboles de recias maderas y las tradiciones campesinas para admirar.
Hacia Santiago de Cuba
A 80 kilómetros de la Sierra Maestra está la «Capital del Caribe», la «Ciudad Héroe». No es otra que Santiago de Cuba, una urbe que merece tres noches de estancia por varias razones: hay para disfrutar historia y música al por mayor.
Es una de los asentamientos más antiguos de América y tiene un espíritu muy caribeño. Allí habitó Diego Velázquez y aún se conserva su fuerte militar-vivienda. También tuvo como alcalde al famoso conquistador de México Hernán Cortés.
Solo el centro histórico da para varios paseos, con edificios patrimoniales perfectamente conservados, que se construyeron en todos los períodos del devenir de la isla.
En el Parque Carlos Manuel de Céspedes, le sorprenderá encontrar trovadores que cantan boleros, y pequeños conjuntos con los mejores soneros del mundo.
Enfrente destaca la Catedral Metropolitana de Santiago de Cuba (1526), que protege el único museo católico del país, donde se atesoran piezas de añeja orfebrería y obras de arte de motivo religioso.
El Museo de Historia Emilio Barcardí es otra visita recomendada. Fue el primero concebido en Cuba y exhibe armas, reliquias y manuscritos de importantes patriotas del siglo XIX. Lo más fascinante e impensable de encontrar es una momia egipcia en el segundo piso, la única del Caribe.
Las noches pertenecen por completo a la Casa de la Trova Pepe Sánchez, un templo de la música cubana donde no faltará el buen son y los tragos típicos cubanos, como el Mojito.
Último destino: la primera villa de Cuba
Luego de Santiago de Cuba la ruta enfila hacia el confín del país, y por la lejanía (230 kilómetros) y todo lo que queda por conocer, al viaje hacia Baracoa le dedicaremos cuatro días.
El periplo de ida es muy variado y alterna entre el paisaje árido y la más exuberante selva cuando se bordea el viaducto La Farola, un prodigio ingenieril entre montañas, pero que puede ser peligrosa si se transita en medio de fuertes aguaceros.
Cuando se llega a Baracoa cuesta creer su belleza. Es una población mágica fundada, la primera de la isla, en medio de la selva. Por eso es común encontrar en sus calles, a la mano, todo tipo de frutas y dulces exóticos, como chocolates, plátanos maduros (bananas), piñas y cocos.
Entre los lugares interesantes está la Catedral Nuestra Señora de la Asunción, que resguarda la Cruz de la Parra, un símbolo de madera utilizado por Cristóbal Colón en 1492 para bendecir el descubrimiento de la isla.
No es difícil adentrarse, cerca de Baracoa, en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, un verdadero paraíso natural.
Recorrer el oriente de Cuba en automóvil
Si quiere conocer a sus anchas el oriente cubano, siga esta ruta para coches que le recomendamos. Cada uno de los catorce días en las carreteras valdrá la pena, porque conocerá bellas ciudades, fascinantes paisajes naturales y el amistoso y singular pueblo cubano.