Algunos hitos en la historia de La Habana

Algunos hitos en la historia de La Habana

Cuando el visitante común arriba a La Habana, nunca podría imaginar cuántos acontecimientos ha disfrutado y padecido la ciudad a través de su historia, mucho más corta que la de otras grandes urbes de la vieja Europa, es cierto, pero con una intensidad envidiable.

Desde su traslado de la costa sur a la norte, las primeras escaramuzas y leyendas fundacionales, hasta los hechos que ocurren día a día en estos tiempos, La Habana no ha cesado de latir con fuerza contundente. Y para demostrarlo están los anales de gestas civiles y militares, huellas indelebles en su puerto, en las construcciones, las artes, las calles y la gente, heredera y protagonista de lo que fulgura y subyace.

El 16 de noviembre de 1519 comenzó la brega de una villa destinada a marcar el epicentro de la presencia española en América, y así sería durante casi 400 años. Bajo una frondosa ceiba se celebraron la primera misa y el primer Cabildo, que dejaron constituida y bendecida a la nueva Perla del Caribe.

La Ceiba y el edificio El Templete

Cobró tanta importancia estratégica para la navegación, el comercio y las riquezas en tránsito hacia España, que atrajo la atención de imperios enemigos y filibusteros oportunistas. Así, a partir del 10 de julio de 1555 el corsario francés Jacques de Sores asoló la incipiente y mal defendida villa de San Cristóbal de La Habana durante alrededor de un mes. Asaltó, saqueó, incendió, ultrajó templos y reliquias religiosas, asesinó y pidió rescate por habitantes ilustres. Después de él, a menor escala, otros piratas aprovecharon las malas condiciones en que había quedado la villa.

A consecuencia de este incidente, la Corona decidió perfeccionar el sistema defensivo de la ciudad. Poco a poco La Habana colonial se amuralló y se erigieron casi todas las fortalezas coloniales y torreones que aún persisten y forman parte del sector declarado como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1982. A pesar de ello, los ingleses tomaron la capital en 1762, aunque con menor crueldad que Jacques de Sores. Con sus barcos y un numeroso ejército regular, barrieron con la periferia, a pesar de heroicos intentos defensivos como el caso del criollo guanabacoense Pepe Antonio.

Cañones de epoca colonial spuntan a la entrada de la Bahia de La Habana

Entonces cañonearon incesantemente los castillos de <a href=»los Tres Reyes del Morro, San Salvador de la Punta y la Real Fuerza desde una colina cercana. La rendición fue inevitable. El dominio español fue suplantado por un año, hasta que esa isla fue intercambiada por la Florida. Posteriormente, en aquella misma colina fue construida la imponente Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, que también se le conoce porque nunca llegó a ser ultrajada.

Expansión de la ciudad

Restos de la antigua Muralla de La Habana

Ya para mediados del siglo XIX la muralla que rodeaba y protegía el centro de la villa desde el siglo XVII dejó de ser funcional y suficiente para las necesidades que imponía el desarrollo. La Habana de extramuros era una realidad punzante, donde estaba el futuro económico y demográfico. Es por ello que, hasta bien adentrado el XX, tuvo lugar la demolición de la sólida tapia de unos cinco kilómetros de largo, 10 metros de alto y 1.40 de ancho. Poseía nueve puertas que abrían a las cuatro y treinta de la madrugada y cerraban a las ocho de la noche, con un cañonazo emitido desde la Fortaleza de la Cabaña. Aún se conservan fragmentos del muro, a modo de romántica reliquia, en algunos puntos del trayecto, y se puede disfrutar de una recreación de la ceremonia del famoso cañonazo como parte de la cotidianidad de las noches habaneras.

Ceremonia del Cañonazo de le las Nueve

Por consiguiente, quedaron al descubierto bellos espacios para la recreación y el esparcimiento que han sobrevivido hasta el presente, devenidos en símbolos de la identidad habanera. Dos de ellos son el Paseo del Prado y la Alameda de Paula, construidos en 1772 y 1777, respectivamente. El Prado, como popularmente se le conoce al primero de estos bulevares, figura entre lo más representativo del entramado urbano y conecta a emblemáticos puntos capitalinos desde su nacimiento en el Parque de la Fraternidad Americana, pasando por el Capitolio Nacional, el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el Parque Central y desembocando en la Avenida Malecón, justo donde es posible encontrarnos casi de frente con el faro de El Morro y la entrada del túnel que atraviesa la bahía.

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso

A lo largo del tiempo, junto a ese Prado> paulatinamente se han levantado importantes hoteles como el Inglaterra, Telégrafo, Sevilla, Parque Central y un circuito en crecimiento de alojamientos muy lujosos, cinco estrellas plus, inéditos hasta el siglo XXI. En busca de un equilibrio en los segmentos turísticos y de una exclusividad inexistente hasta los años más recientes, aparecen joyas como el Gran Hotel Manzana Kempinski, el Iberostar Grand Packard y el SO Paseo del Prado.

Hotel de lujo Iberostar Grand Packard

Por su parte, la Alameda de Paula, en su envidiable posición de primer paseo marítimo de La Habana, fue uno de los sitios más populares de la época colonial. Recientemente reanimada y remozada, la alameda brinda aire puro, hermosa vista y nostalgia por el pasado. A su alrededor aún sobreviven edificaciones y palacetes considerados como tesoros arquitectónicos nacionales, testigos de una época de refinamiento y esplendor, y una bahía que lucha ferozmente por recobrar su transparencia.

La ciudad se ampliaba continuamente hacia el oeste, alejándose de su sitio fundacional, y más allá de Centro Habana y La Habana Vieja nacieron barrios residenciales como El Vedado, para convertirse en eje financiero y cultural de la capital moderna. Para su emplazamiento debieron levantar la «veda» sobre un paisaje agreste de bosques y rocas que impedía el acceso de buenos y malos viajeros a la capital. La Habana Republicana estaba servida para que surgieran instalaciones de renombre como el Hotel Nacional de Cuba, el edificio FOCSA y, posteriormente, el Hotel Habana Libre.

Hotel Nacional de Cuba

Muy cerca de estos, en la sección de la calle 23 conocida como La Rampa está el edificio Radio Centro, anfitrión de las principales cadenas de radio y televisión, motivos de orgullo porque Cuba fue de los primeros países latinoamericanos en emplear estos dos medios de información y comunicación.

Desde la septentrional franja costera, tierra adentro, nacen el Malecón con su avenida, la calle Línea, llamada de este modo por la línea del ferrocarril que precisamente pasaba por allí, las perpendiculares Avenidas Paseo y calle G, y surgen las manzanas de cien metros que caracterizan a este sector medular. En casi todas las arterias mencionadas quedan huellas del añorado tranvía, medio de transporte que durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX fuera el más usado por los habaneros, pero venía con fecha de caducidad.

Monumento al presidente de la epoca republicana Jose Miguel Gomez en la Calle G

Más tarde, la expansión sería hacia el este, bordeando también la costa. En busca de una vía expedita para enlazar el centro con las nuevas comunidades, las playas y, de paso, buscar un itinerario más corto hacia las ciudades de Matanzas y Varadero, se construyó una de las maravillas de la ingeniería cubana de todos los tiempos: el Túnel de la Bahía. Por este conducto, culminado en 1958, circulan diariamente unos 32 mil vehículos. Está excavado en la piedra bajo el lecho marino de la bahía y posee 733 metros de largo.

La progresiva expansión territorial y el aumento de la densidad poblacional de La Habana, obligó a tomar otras decisiones ingenieriles para los servicios públicos, especialmente relacionados con el agua. Apareció la Zanja Real, el primer acueducto construido en Cuba, que comenzó su funcionamiento en 1592 para abastecer a los residentes de intramuros. El agua procedía del Río Almendares, por lo que recorría un sinuoso canal de casi 13 kilómetros de largo. Se dice que fue, además, la primera obra hidráulica de envergadura construida en la América hispana. En 1835 fue sustituida por el Acueducto de Fernando VII, que conducía el agua por tuberías.

Tarja en el Callejon del Chorro que hace alusion a la Zanja Real

No obstante, la zanja continuó prestando servicios a algunos barrios hasta que fue creado el Acueducto de Albear en 1893, otra obra maestra, cuyo proyecto ganó Medalla de Oro en la Exposición Universal de París en el año 1878. Fue el primer sistema local que tomó el preciado líquido del manto freático por medio de pozos. Aún hoy garantiza el 20 por ciento del consumo de toda La Habana. Resalta por la belleza de su estructura y la gran precisión técnica.

Obras esenciales en la historia de La Habana

El Capitolio de La Habana

Más allá de las construcciones coloniales que son parte de la historia viva de la capital cubana, otras llaman la atención por su simbolismo. Podríamos señalar al Capitolio Nacional, una obra de la etapa republicana destinada a colocar a Cuba en el escenario arquitectónico internacional. Aunque fuera inaugurado en 1929, por estos días muestra su majestuosidad y sus mejores galas, pues fue totalmente restaurado desde la cúpula dorada de 62 metros de altura, hasta la escalinata bordeada por grandes estatuas.

Además de su función como museo y sede de la Academia de Ciencias de Cuba, está diseñado para acoger al Parlamento y marcar el Kilómetro Cero de la Carretera Central, que enlaza a La Habana con el resto de la isla. Está enclavado en el extremo sur del Paseo del Prado.

También podríamos hablar de la Estación Central de Ferrocarriles, ubicada en la intersección de las calles Egido y Arsenal. Se inauguró en 1912 con el objetivo de regir los movimientos de los ferrocarriles nacionales. Durante todos estos años ha sido emblema para los habitantes de La Habana Vieja y los visitantes del interior del país.

historia de la habana

El diseño está inspirado en el Renacimiento Español, con su gran reloj en la fachada de líneas sobrias y estilizadas, amplios ventanales, barandales y balcones interiores. Posee cuatro niveles rematados a ambos lados por dos torreones de acero y hormigón armado, que se alzan 38 metros sobre el nivel del suelo. Está adornado con elementos de mármol, terracota y azulejos. Exhibe una plazoleta frontal, pavimentada con adoquines y delimitada por una verja de hierro y cemento.

Tiempos de Revolución

Imagen del Che en la Plaza de la Revolucion

Si hablamos de sucesos de pueblo, multitudinarios y espontáneos, evidentemente habría que señalar la entrada de los guerrilleros barbudos a las calles de La Habana el 8 de enero de 1959, para tomar posesión oficial de Cuba. Nadie que lo haya vivido, lo olvidará jamás. Otros han sido similares en cuanto a número, pero concentrados en la Plaza de la Revolución José Martí, conocida como el «escenario de los grandes acontecimientos».

La amplia plaza está presidida por una estatua del Héroe Nacional de Cuba y una pirámide mirador de unos 142 metros de alto. Allí han sucedido muchas cosas. Los habaneros han reído y han llorado, han gritado y despotricado para apoyar ideas, acciones o denunciar las agresiones externas. También han bailado y se han reunido con mucha gente de todo el mundo. Desde los desfiles anuales para celebrar el 1ro de Mayo, marchas militares, declaraciones fundamentales para la vida política y social de Cuba, y eventos artísticos como el Concierto Paz sin Fronteras.

Mausoleo al Heroe Nacional, Jose Marti, en la Plaza de la Revolucion

Allí mismo dieron misa los tres Papas que han visitado Cuba en toda su historia: Juan Pablo II en 1998; Benedicto XVI en 2012, y Francisco en 2015. En esos momentos, la ciudad de creyentes y no creyentes se ha paralizado, como muestra de cariño y respeto. Algo similar ocurrió con el excepcional hecho de la visita del entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a la capital antillana. Cómo imaginarse que el hombre más poderoso del mundo, heredero de una serie de enemigos declarados de la Revolución Cubana, haya pisado las calles habaneras en son de paz. No sería exagerado decir que los locales estuvieron atentos a cada movimiento del visitante que hizo más por acercar a los dos gobiernos que todos sus antecesores.

El entonces Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en su visita a La Habana en el 2016

Pero no podríamos terminar sin hablar de otro elemento fundamental. Aunque con recursos limitados, también los habaneros y todos los cubanos contemporáneos están convencidos de que el futuro está en manos de los hombres de ciencia, y ese ha sido otro de los enfoques de La Habana en los últimos 60 años. La construcción de hospitales, universidades y centros de investigación ha marcado algunos derroteros importantes. Por ejemplo, sería obligatorio mencionar al Hospital Hermanos Ameijeiras, la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) y el Polo Científico del Oeste, creado en 1991 para impulsar el desarrollo de la Biotecnología y la Industria Médico Farmacéutica.

La Habana, como toda capital cosmopolita y viva, se mueve, crece, respira y piensa con muchos objetivos y en muchas direcciones. No se detiene a pesar de sus 500 años y nos recibe con los brazos abiertos para que escribamos juntos un día más de su historia.

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